Cofepris aprueba el consumo humano de maíz tóxico

Aunque la Conabio ha comprobado que México en su conjunto es centro de origen y diversificación del maíz y sus parientes silvestres, el 2 de noviembre de 2012 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo por el que se Determinan Centros de Origen y Centros de Diversidad Genética del Maíz.

En el documento –que lleva las firmas de Juan Rafael Elvira Quesada, entonces titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, y de Francisco Javier Mayorga Castañeda, quien encabezaba la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación– se excluye como centro de origen y diversidad a una amplia franja a lo largo de la frontera Norte de México y a múltiples áreas insertas en los polígonos delimitados.

Las regiones excluidas abarcan el 38.2 por ciento del territorio del país, estima el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam).

Con ello, asegura Catherine Marielle, coordinadora del Programa Sistemas Alimentarios Sustentables del Grupo de Estudios Ambientales, se justifica “un supuesto potencial para la siembra de maíz transgénico en el Norte, Occidente, Sur y Sureste del país”.

Contaminación transgénica inminente

Instituciones, investigadores, organizaciones sociales y expertos han expresado el riesgo que significaría para el maíz y sus variedades nativas la siembra masiva del organismo modificado, por el inminente contagio de las razas originarias.

“Por ser el maíz una especie de polinización abierta, la información genética de los maíces cultivados en México está en constante intercambio, y el uso de maíces genéticamente modificados no sería la excepción”, argumentó la Conabio en el documento Base sobre solicitudes de liberación comercial de maíz genéticamente modificado, dado a conocer en octubre de 2012.

En el impreso, luego de que se publicaran las cinco solicitudes de las trasnacionales Monsanto y Pionner para sembrar su maíz patentado en Sinaloa y Tamaulipas, la Conabio expresó su cautela en la liberación al ambiente de maíz genéticamente modificado.

En el estudio Recent longdistance transgene flow conforms to historical patterns of gene flow in wild cotton (Gossypium hirsutum) at its center of origin, elaborado en 2011 por Wegier A, Piñeyro-Nelson A, Alarcón J, Gálvez-Mariscal A, Álvarez-Buylla E R, Piñero D, del Molecular Ecology, se demostró la capacidad de flujo génico del algodón transgénico cultivado en el Norte del país, cuyos genes aparecieron en poblaciones de algodón silvestre en Oaxaca y Chiapas. El descubrimiento revela la imposibilidad de controlar lo que pasa con una planta mucho menos “promiscua” que el maíz.

“Resultaría técnicamente imposible mantener un cerco en torno a las múltiples áreas dejadas en blanco en el mapa. Tampoco sería factible tener la capacidad técnica (ni financiera) para monitorear el flujo génico hacia todas las zonas circundantes donde prevalecen las semillas nativas, pues la contaminación transgénica avanzaría irremediablemente hacia todas las zonas libres del país. Mucho menos habrá capacidad para reparar los daños”, advirtió Catherine Marielle a Alfonso Carballo Pérez, entonces director general de Mejora Regulatoria, en sus comentarios al Anteproyecto del Acuerdo por el que se Determinan los Centros de Origen y los Centros de Diversidad Genética del Maíz en el Territorio Nacional, publicado el 17 de noviembre de 2011.

 La policía genética exige regalías

Según información de la organización no gubernamental Centro para la Seguridad Alimentaria (CFS, por su sigla en inglés), con sede en Washington, Monsanto cuenta con su propia policía genética, que se encarga de vigilar las cosechas y detectar cualquier contaminación de genes patentados.

“Si se autorizan las siembras, los agricultores podrían encontrarse violando las patentes sobre maíz transgénico sin saberlo; sus parcelas podrían contaminarse inadvertidamente y la trasnacional podría acusarlos de usar genes patentados y obligarlos a compensar a los dueños de las patentes, como ocurre en Estados Unidos y Canadá”, denuncia Grupo ETC, en el documento Masacre del maíz mexicano: trasnacionales preparan asalto a uno de los cultivos alimentarios más importantes del mundo.

 Protocolos y secretismo

La investigación del profesor Sèralini y su equipo de colaboradores en el seno del Comité de Investigación e Información Independiente sobre Ingeniería Genética (Criigen, por su acrónimo en francés) es la primera de largo aliento sobre organismos genéticamente modificados.

El proyecto inició en 2009 para hacer lo que los gobiernos, las trasnacionales y los órganos internacionales no han hecho: medir, a partir de un grupo de científicos independientes, sin conflictos de interés, la toxicidad de los organismos genéticamente modificados más allá de la experimentación por un par de meses.