El Poder del Agave: Reverdeciendo el Desierto

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Agave proviene de la palabra griega αγαυή que significa “noble” o “admirable,” es una suculenta desértica perenne común, de gruesas hojas carnosas y espinas puntiagudas. Las plantas de agave evolucionaron originalmente en México, el suroeste de los Estados Unidos y en Centroamérica, pero también pueden ser encontrados actualmente en las tierras secas calientes, áridas y semiáridas de Sudamérica, África, Oceanía y Asia. Los agaves son mejor conocidos por producir textiles (henequén y sisal) provenientes de sus fibrosas hojas, y bebidas alcohólicas; tequila, pulque y mezcal, provenientes de su tronco o piña, y más recientemente bioetanol, que es obtenido del bagazo o pulpa sobrante después de que la piña es destilada.

Cientos de variedades de agave crecen en aproximadamente un 20% de las tierras del mundo, a menudo en áreas con características similares: zonas desérticas, con tierras de cultivo degradadas y en compañía de árboles o arbustos fijadores de nitrógeno, de raíces profundas como el mesquite, acacias o leucaena. Los agaves pueden tolerar calor intenso y crecen fácilmente en tierras áridas o paisajes semi-desérticos donde hay un mínimo anual de agua de lluvia de aproximadamente 10 pulgadas o 250mm, y donde la temperatura nunca cae debajo de 14 grados Fahrenheit (menos 10 grados Celsius).

Varios miles de millones de pequeños agricultores y familias rurales que viven en las tierras desérticas del mundo generalmente se encuentran entre las comunidades más empobrecidas y se ven forzados cada vez más a migrar a ciudades o a través de fronteras en búsqueda de empleo. Décadas de deforestación, sobrepastoreo, erosión del suelo, uso destructivo de químicos agrícolas y arado excesivo han degenerado severamente los suelos, la fertilidad, retención de agua y biodiversidad de las tierras más áridas y semi-áridas. Con el cambio climático, lluvia limitada e impredecible y cada vez más suelo degenerado en estas tierras secas, se ha vuelto cada vez más difícil cultivar alimentos tradicionales (como maíz, frijoles y calabaza en México) o generar suficiente pasto y forraje para animales. Muchas áreas secas están en peligro de desertificarse, han perdido su capacidad de mantener cualquier cultivo o ganado. Además de luchar con paisajes degradados, pobreza, fracaso en cultivos, conflicto social, tráfico de drogas y crimen organizado que generalmente infestan estas áreas, forzando a millones a migrar hacia áreas urbanas o a cruzar fronteras para buscar empleo.

Agaves

Los agaves básicamente no requieren riego, absorben la humedad directamente del aire y la almacenan en sus hojas gruesas y espinosas (pencas) y su tronco o corazón (piña) realizando el proceso fotosintético del Metabolismo Ácido de las Crasuláceas (CAM, por sus siglas en inglés), el cual le permite a la planta crecer y producir cantidades significativas de biomasa, incluso bajo condiciones de disponibilidad de agua severamente restringidas y sequías prolongadas. Los agaves se reproducen al colocar hijuelos junto a la planta madre, (aproximadamente 3-4 por año) o a través de semillas, si se le permite a la planta florecer al final de su vida útil de 8-13 años (o más).

Distintas variedades de agave apropiadas para realizar agroforestería en tierras secas (salmiana, americana, mapisaga) llegan a ser  plantas grandes, alcanzando un peso de 650 kilogramos en el espacio de 8-13 años. Los agaves están entre las 15 plantas o árboles que más absorben grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y producen biomasa de plantas. (Pie de nota: Park S. Nobel, Desert Wisdom/Agaves y Cacti, p.132) Ciertas variedades de agave son capaces de producir hasta 43 toneladas de peso seco de biomasa por hectárea o más al año de manera continua. Además, el uso de agua de los agaves (y otras plantas CAM adaptadas al desierto) es típicamente 4-12 veces más eficiente que otras plantas y árboles, con una demanda de agua en promedio aproximadamente 6 veces menor.

Agroforestería basada en Agave

Los árboles o arbustos de compañía de agave fijadores de nitrógeno, con raíces profundas como el mesquite y acacias se han adaptado para sobrevivir en esos mismos ambientes de tierras secas. Desde una perspectiva ambiental, de salud del suelo y de secuestro de carbono, los agaves deberían ser cultivados, no como un monocultivo, como se hace comunmente con el agave azul (las especies de agave azul) en los plantíos de tequila de México (generalmente 3,000 – 4,000 plantas por hectárea), sino como un policultivo. En este sistema de agroforestería de policultivo, diferentes variedades de agave son intercaladas con árboles o arbustos (como mesquite o acacias), pastizales y cultivos de cobertura, los cuales fijan el nitrógeno y nutrientes en el suelo que el agave necesita absorber para crecer y producir cantidades significativas de biomasa/forraje animal. Si se cultiva como un policultivo, los agaves y sus árboles y arbustos de compañía pueden ser cultivados de manera continua, produciendo grandes cantidades de biomasa y secuestrando cantidades importantes de carbono sobre y debajo del suelo, sin agotar la fertilidad o biodiversidad del suelo.

Además de estas prácticas de policultivo, el realizar pastoreo rotativo programado en esos pastizales de agroforestería no sólo provee forraje para el ganado, sino que si se hace de manera adecuada (sin sobre pastoreo o poco pastoreo), mejora o regenera aún más el suelo, eliminando pastos muertos, especies invasivas, facilitando la infiltración de agua (en parte a través de la alteración del terreno, por ejemplo, a través de las huellas de las pezuñas), concentrando estiércol y orina animal, y aumentando la materia orgánica del suelo, carbono del suelo, biodiversidad y fertilidad.

Aunque el agave es una planta que crece prolíficamente en algunos de los climas más duros del mundo, hasta ahora esta planta ha sido ignorada en general, inclusive hasta menospreciada. Además de producir bebidas alcohólicas, los agaves generalmente son considerados una peste de planta y ganado, junto con sus árboles y arbustos de compañía espinosos, fijadores de nitrógeno y leguminosos como el mezquite y las acacias.

Pero ahora, el desarrollo de un sistema de agroforestería basado en agave y manejo holístico de ganado en las tierras semi-áridas de Guanajuato, México, utilizando técnicas básicas de restauración de ecosistemas, diseño de permacultura y producción de forraje usando fermentación anaeróbica, está cambiando la imagen del agave y sus árboles de compañía. Este sistema impulsado por agave de agroforestería y manejo de ganado está demostrando que las plantas nativas, ignoradas por un largo tiempo, tienen el potencial de regenerar las tierras secas, dando grandes cantidades de forraje barato pero esencial para alimentar animales, y aliviar la pobreza rural.

Un innovador grupo de agricultores mexicanos ha aprendido cómo reforestar y reverdecer sus tierras secas, sin necesidad de agua de riego ni agroquímicos. Lo han hecho combinando el conocimiento indígena tradicional sobre las plantas desérticas nativas y la fermentación natural.

Han logrado esto al plantar densamente, podar y mezclar cultivos de especies de agaves que producen mucha biomasa y forraje (en promedio 2000 por hectárea) intercalados entre especies de árboles y arbustos pre-existentes de raíces profundas, fijadoras de nitrógeno (500 por hectárea) como el mesquite y acacias, o junto con plántulas. A efectos de reforestación y promoción de la biodiversidad en el sistema de agroforestería de agave/mesquite, el rancho de investigación de Vía Orgánica en San Miguel ha desarrollado acodos o clones aéreos de los árboles de mesquite. Los acodos son básicamente ramas de árboles maduros que se han transformado en retoños. Luego de un año de ser vivereados, pueden alcanzar una altura de dos metros.

Los agaves (en particular la especie salmiana, americana y mapisaga) producen de manera natural grandes cantidades de hojas o pencas al año, las cuales pueden ser picadas y fermentadas, transformadas en forraje. La producción de forraje perenne de agave excede por mucho la mayoría de la producción de otro forraje (la cual requiere irrigación y la incorporación de costosos químicos) con tres variedades diferentes (salmiana, americana y mapisaga) produciendo aproximadamente 100 toneladas por hectárea de forraje fermentado, anualmente. La variedad crassispina, valiosa por su contenido de piña alta en azúcar para mezcal, produce apenas menos que el 50% de la biomasa de la penca que las otras tres variedades (un promedio de 46.6 toneladas por año).

El forraje de agave de tres de las variedades más productivas tiene un valor en el mercado considerado en $100 USD por tonelada (hasta $4,000 USD por acre o $10,000 por hectárea de ganancia neta). Este sistema, junto con el pastoreo rotativo, tiene la capacidad de alimentar hasta a 40 ovejas, corderos o cabras por acre/al año o 100 por hectárea, produciendo un valor añadido potencial neto de de $3,000 USD por acre o 7,500 por hectárea. Una vez certificado como orgánica, la producción de cordero puede aumentar fácilmente las ganancias netas, especialmente si las vísceras (corazón, hígado, riñones, etc) son procesadas como suplementos nutricionales disecados y congelados.

Además, el tronco de agave o piña, con un valor de mercado de $150 USD por tonelada, cosechado al final de la esperanza de vida de 8-13 años de la planta de agave para mezcal (un valioso licor destilado) o inulina (un suplemento nutricional) puede pesar 300-400 kg, en las tres variedades más productivas. De nuevo la variedad crassispina tiene una piña mucho más pequeña (160 toneladas por 2000 plantas) El valor de la piña de 2000 plantas de agave de las variedades salmiana, americana y mapisaga, cosechadas una vez, al final de su periodo de vida productivo (aproximadamente 10 años) tiene un valor de mercado de $52,500 dólares  (a lo largo de 10 años, cosechado el 10% anualmente) estadounidenses por hectárea, con el valor de mercado para la inulina siendo considerablemente mayor.

Al combinar el valor de mercado de la penca y piña de las tres variedades más productivas llegamos a un valor de mercado total neto de $152,500 USD por hectárea y $61,538 por acre, durante 10 años. Añadiendo el valor de 72,000 hijuelos o brotes de 2000 plantas de agave (cada una produciendo en promedio 36 brotes o clones) con un valor de 12 pesos o 60 centavos de dólares por brote, obtenemos unos $43,200 adicionales de ingresos netos durante 10 años. El total estimado del ingreso neto por hectárea por pencas ($100,000), piñas ($52,500), e hijuelos ($43,200) durante 10 años será de $195,700, y los costos proyectados para establecer y mantener el sistema será de $16,047 por hectárea. Como indican estos números, que son estimados, este sistema tiene un potencial económico tremendo.

Este sistema ha sido liderado por pastores de ovejas y cabras en la municipalidad de San Luis de la Paz, en Hacienda  Zamarripa, México y posteriormente se expandió y adaptó con agricultores e investigadores orgánicos en San Miguel de Allende. El “Proyecto del Billón de Agaves”, como el nuevo movimiento se ha autodenominado, está comenzando a atraer atención regional y hasta internacional por parte de agricultores, funcionarios de gobierno, activistas climáticos e inversores. Uno de los aspectos más emocionantes de este nuevo sistema agroforestal es su potencial de que puede ser establecido o replicado eventualmente, no sólo a través de México, sino en un porcentaje significativo de las tierras secas áridas y semi-aridas del mundo, (incluyendo áreas grandes en Centroamérica, Latinoamérica, el suroeste de Estados Unidos, Asia, Oceanía y África). Las tierras secas áridas y semi-áridas constituyen, de acuerdo a la Convención de las Naciones Unidas para prevenir la desertificación, 40% de las tierras del mundo.

Aliviando la pobreza rural

Además de mejorar los suelos, regenerar ecosistemas y secuestrar carbono, el impacto económico de este sistema de agroforestería parece ser un punto de inflexión pendiente desde hace tiempo en términos de reducir y eliminar la pobreza rural. El 90% de los agricultores de tierras secas en México (86% de los cuales no tienen pozos e irrigación) son incapaces de generar cualquier ganancia de ningún modo a través de la producción agrícola, de acuerdo a estadísticas gubernamentales. El ingreso del núcleo familiar promedio en México es aproximadamente $5,000-6,000 USD por año, derivado abrumadoramente del empleo fuera de las granjas y remesas o dinero enviado a casa por inmigrantes mexicanos trabajando en los Estados Unidos o Canadá. Casi 50% de los mexicanos, de acuerdo a las estadísticas gubernamentales, están viviendo en pobreza o pobreza extrema.

La tabla debajo compara la alta productividad del agave (en términos de pienso animal o producción de forraje) comparada a otros cultivos de forraje, todos los cuales, a diferencia del agave y mesquite, requieren insumos caros o no disponibles de irrigación o cultivo. La segunda tabla compara la productividad, en términos de penca o biomasa de hojas, de la especie salmiana. Vea el apéndice para comparaciones de otras especies de agave en distintos lugares.

 

Desplegando el sistema de agroforestería basado en agave

El primer paso al implementar este sistema de agroforestería de agave y manejo de ganado holístico es llevar a cabo prácticas básicas de restauración de ecosistemas. La restauración es necesaria dado que la mayoría de las áreas secas sufren de suelos degradados, erosión, baja fertilidad y poca retención de agua de lluvia en los suelos. La restauración de ecosistemas inicial típicamente requiere colocar cercas o reparar cercas para control de ganado, construir barreras de piedra (diques de contención) para el control de la erosión, construir terrazas y surcos con curvas de nivel, subsoleo (para romper las capas endurecidas de suelo), trasplantando agaves de distintas variedades y edades (1600-2500 por hectárea o 650-1000 por acre), cosechando pastizales, así como trasplantando (si no fue reforestada previamente) mesquite u otros árboles fijadores de nitrógeno (500 por hectárea o 200 por acre) o arbustos. Dependiendo del plan de manejo, no todos los agaves serán plantados el mismo año, pero idealmente el sistema contará con una proporción de 200 plantas por año de cada edad (establecidas del año 1 al 10) para escalonar los tiempos de cosecha para las piñas de agave, las cuales son cosechadas al final de la vida útil de 8-13 años de la especie en particular.

Esto a su vez es seguido por el manejo de suelo sin arar (después del subsoleo inicial) y sembrando pastos para pastizal y cultivos de cobertura de legumbres, dejando “descansar” temporalmente al pasto (por ejemplo, mantener animales fuera de pastizales o áreas de pastoreo sobrepastoreadas) lo suficiente para permitir la regeneración del follaje y supervivencia de agaves jóvenes y brotes de árboles. Siguiendo estos pasos iniciales de restauración de ecosistemas y  al plantar agaves y establecer suficiente cobertura de árboles, lo cual puede llegar a tomar cinco años, el siguiente paso es implementar cuidadosamente un pastoreo rotativo planeado de ovejas y cabras (u otro ganado) a través de estas tierras de pastoreo, por lo menos durante la temporada de lluvia (4-6 meses al año), utilizando cercas solares móviles y/o pastores o perros pastores (sin sobrepastorear o pastorear muy poco); suplementando forraje de pastizal, especialmente durante la temporada seca de seis a ocho meses, con pienso de agave fermentado. Durante la temporada seca, muchas familias elegirán mantener a sus reproductores en sus parcelas o corrales familiares más pequeños, alimentándolos con forraje fermentado (ya sea agave o mezcla de agave/mesquite) para mantenerles sanos durante la temporada seca, cuando los pastos están severamente limitados.

Al implementar estas prácticas de restauración y agroforestería, los agricultores y rancheros pueden comenzar a regenerar paisajes secos y mejorar la salud y productividad de su ganado, proveer comida accesible para sus familias, mejorar sus modos de vida, y al mismo tiempo, entregar servicios valuables al ecosistema, reducir la erosión del suelo, recargando agua, y secuestrando y almacenando grandes cantidades de carbono atmosférico en la biomasa de plantas y suelos, tanto arriba como debajo del suelo.

Fermentando las hojas de agave: una innovación revolucionaria

La revolucionaria innovación del grupo pionero de agricultores de Guanajuato ha sido la de convertir una fuente indigerible, pero enorme y accesible de biomasa, las hojas de agave o pencas, en un pienso animal valioso, utilizando el proceso natural de fermentación anaeróbica para transformar los compuestos de saponina y lectina indigeribles de las plantas en carbohidratos, azúcar y fibra digeribles. Para hacer esto han desarrollado una máquina relativamente simple, conectada a un tractor, que puede picar las duras hojas del agave. Después de picar las hojas de agave o pencas (en lo que parece ser ensalada de col), las mismas son fermentadas anaeróbicamente (idealmente junto con las vainas picadas, ricas en proteínas del árbol de mesquite) en un contenedor cerrado, como un contenedor de plástico de cinco galones con una tapa, quitando tanto oxígeno como sea posible (al prensarlo) antes de cerrar la tapa.

El producto final fermentado, coloreado de dorado después de 30 días, es un forraje nutritivo pero muy barato, que cuesta aproximadamente 1,5 pesos mexicanos (o 7,5centavos de EU) por kilogramo/2.2 libras (agave fermentado solo) o 3  pesos (agave y vainas de mezquite juntas) por kilogramo para producir. En San Miguel de Allende, los contenedores que usamos, durante esta etapa experimental inicial del proyecto cuestan $3 USD por unidad de un contenedor de plástico de 20 litros o 5 galones o cubeta con su tapa, con un tiempo de vida de 25 usos o más antes de que deban ser recicladas. Los contenedores reutilizables de 200 litros cuestan 60 dólares cada uno (nuevos y 30 los usados) pero tienen un tiempo de vida considerablemente mayor que los de 20 litros.

Como muestra el plan financiero del forraje de agave fermentado,  solamente el hecho de cosechar y procesar las pencas generará suficientes ganancias por hectárea para los propietarios y las comunidades rurales (como los ejidos mexicanos) que desarrollen el sistema de agave/agroforestería en escala. En este momento se están desarrollando alternativas para almacenamiento de forraje que eliminarán la necesidad de las cubetas o contenedores de plástico relativamente caros de 20 o 200 litros.

El sistema de producción de forraje de agave provee al ranchero o agricultor corto de efectivo con una alternativa a tener que comprar alfalfa (20 centavos de dólar por kg y uso intensivo de agua) o heno (con un costo igual de caro) o tallos de maíz (trabajo intenso y deficientes nutricionalmente), especialmente durante la temporada seca.

De acuerdo al Dr. Juan Frías, uno de los pioneros de este proceso, corderos u ovejas adultas convierten fácilmente 10 kilos de forraje fermentado de agave en un kilo de peso corporal, la mitad del cual puede venderse como carne o vísceras. Con 1.5 a 2 pesos por kilo (7.5 centavos por libra), este forraje altamente nutritivo puede hacer la diferencia eventualmente entre la pobreza y un ingreso decente para millones de los pequeños agricultores y pastores de las tierras desérticas del mundo. Típicamente, una oveja adulta consumirá de 2-2.5 kilogramos de forraje cada día, en tanto que un cordero de hasta cinco meses de edad consumirá 500-800 gramos por día. (El ganado consumirá 10 veces tanto forraje al día como oveja, aproximadamente 20 a 25 kg al día.) Bajo el sistema de agave para ovejas y cabras cuesta aproximadamente 20 pesos o un dólar la libra (peso vivo) para producir lo que vale, en tasas de mercado actuales para carnero o cabra no orgánicos, 40 pesos o dos dólares por libra. (Cordero, carnero o cabra certificados orgánicos costarán 25-50 por ciento más). En experimentos actuales en San Miguel de Allende, los cerdos y gallinas se han mantenido sanos y productivos con forraje fermentado de agave representando 15% de su dieta, disminuyendo notablemente los costos de forraje.

La abundante cosecha de este sistema regenerativo, alto en biomasa, alto en secuestro de carbono no sólo incluye pienso animal extremadamente barato y nutritivo (hasta 100 toneladas o más por hectárea al año de forraje fermentado, comenzando en los años tres al cinco, en promedio durante diez años),sino también cordero, carnero, queso, leche orgánicos de alta calidad, aguamiel (salvia de agave), pulque (una bebida ligeramente alcóholica) inulina (un suplemento nutritivo), y licor destilado de agave (mezcal), todos producidos de manera orgánica sin químicos sintéticos o pesticidas, a precios costeables, con un exceso de fibra de biomasa de agave y bagazo disponible para textiles, composta, biocarbono, materiales de construcción y bioetanol.

Economía regenerativa: el resultado final

Para motivar una masa crítica de agricultores y rancheros empobrecidos luchando para ganarse la vida en las tierras secas degradadas de México, o en cualquier área árida o semi-árida del mundo, para que adopten este sistema, es necesario tener un incentivo económico fuerte. Debe haber recompensas económicas, ambas a corto y largo plazo, en términos de ingreso agrícola, si esperamos una adopción rápida de este sistema. Afortunadamente, el sistema de agroforestería de agave/mezquite provee esto, iniciando el año tres y aumentando constantemente cada año a partir de ahí, produciendo grandes cantidades de forraje a bajo costo para alimentar a su ganado y un flujo constante y creciente de ingresos por vender sus pencas, piñas y forraje sobrante de su granja o tierras comunitarias (ejidos).

Dado que estos agricultores tienen poco o nada de capital operativo, se necesita de un sistema que provea financiamiento (préstamos y subvenciones) y asistencia técnica para instalar este sistema regenerativo y mantenerlo durante el periodo crucial de iniciación de 5-10 años. Basado en una década de implementación y experimentación, estimamos que este sistema de agroforestería de agave costará aproximadamente $1600 USD al año, por hectárea para establecer y mantener, en promedio durante un periodo de diez años. Ver la tabla de abajo. Para el año cinco, sin embargo, este sistema será capaz de pagar los préstamos de operación inicial (costos iniciales en el año uno o uno hasta el cinco son muchos más altos que en los años sucesivos) y comenzar a generar ganancia neta.

 

*Todos los costos estimados en dólares americanos 

La abrumadora mayoría de los agricultores de tierras secas mexicanas, como se mencionó previamente, no tienen pozos para irrigación (86%) y ganan muy poco dinero (90%) de sus prácticas agrícolas de subsistencia (cultivar maíz, frijoles, calabaza y ganado). Aunque la mayoría de los pequeños propietarios rurales son de bajos ingresos o empobrecidos, sin embargo típicamente son dueños de sus casas y cobertizos agrícolas o edificios (familiares o construidas por si mismos) así como un título o propiedad de sus propias parcelas de tierra, típicamente cinco hectáreas (12 acres) o menos, así como su ganado. Más allá de sus parcelas individuales, tres millones de familias mexicanas también son codueñas de tierras comunales o ejidos, los cuales constituyen un 56% de las tierras agrícolas nacionales (103 millones de hectáreas o 254 millones de acres). Los ejidos se crearon durante la reforma agraria y sus políticas de redistribución después de la Revolución Mexicana de 1910-20. Las tenencias grandes o haciendas fueron disueltas y distribuidas a organizaciones de pequeños agricultores y aldeas rurales, ejidos.

Desafortunadamente, la mayoría de las tierras pertenecientes a las 28,000 tenencias comunitarias de ejidos son áridas o semi-áridas sin pozos e irrigación. Pero al ser un miembro del ejido se da acceso a una familia y derechos de pastoreo comunitario (algo de cultivos) a la tierra comunitaria (tipicamente sobrepastoreada) del ejido. Algunos ejidos incluyendo aquellos en las tierras secas son bastante amplias, abarcan 12,000 hectáreas (30,000 acres) o más. A diferencia de los agricultores en los Estados Unidos o el resto del mundo, la mayoría de estos agricultores de tierras secas mexicanas o ejidos tienen poca o ninguna deuda. Para muchos su cuenta de banco es su ganado, el cual venden como algo necesario para pagar por los gastos comunes de hogar y personales. Como se resaltó antes, la mayoría de los agricultores mexicanos hoy subsisten del ingresos generado fuera de la granja por miembros de la familia, y remesas que son enviadas a casa por integrantes de la familia que trabajan en los Estados Unidos o Canadá. Entienden de primera mano que el cambio climático y los suelos degradados están haciendo casi imposible que puedan cultivar sus milpas tradicionales (cultivar maíz, frijoles y calabaza durante la temporada de lluvia) o criar ganado sando para el consumo familiar y para vender. La mayoría es consciente de que su ganado generalmente les cuesta tanto trabajo como dinero criarlo (o más) que el valor para la substencia familiar o su valor en el mercado.

México tiene un total de 2400 municipios localizados en 32 estados. A lo largo de México los pequeños agricultores ya están cultivando agave en 1000 municipios y nueve estados, cosechando piñas para la producción de mezcal. Ninguno de estos lugares, sin embargo, con excepción de la Hacienda Zamaripa en San Luis de la Paz, Vía Orgánica (y los ejidos en los  alrededores) de San Miguel de Allende, Guanajuato y los productores de pulque en Tlaxcala, están cosechando pencas u hojas de agave para producir forraje fermentado para ganado. Sin embargo, a medida que se corre la voz sobre el increíble valor de las pencas y la agroforestería del agave/mezquite desarrollada en el estado de Guanajuato, los agricultores en la mayoría de los ejidos y municipios de la nación estarán interesados en iniciar este sistema en sus áreas.

Con financiamiento, capital de trabajo y asistencia técnica (la mayoría puede ser entrenamiento de agricultor a agricultor), una masa crítica de pequeños propietarios mexicanos será capaz de beneficiarse enormemente al establecer este sistema de agroforestería de maguey y manejo de ganado en sus parcelas privadas, y beneficiarse aún más por iniciar de manera colectiva este sistema con otros miembros del ejido en las tierras comunitarias. Con la posibilidad  de generar ingresos netos de hasta $6-2,000 USD al año/por hectárea de forraje fermentado de agave (y producción de cordero/oveja/ganado) en sus tierras, con costos bajos de mantenimiento después del lanzamiento inicial, y con la producción aumentando de manera constante de tres a cinco años después de su implementación, este sistema de agave tiene el potencial de expandirse a través de México (y todas las tierras áridas y semi-áridas del mundo.) A medida que miles y eventualmente cientos de miles de pequeños agricultores y familias agrícolas comienzan a volverse autosuficientes al proveer 100% del pienso y nutrición para su ganado, los agricultores de tierras secas tendrán la oportunidad de salir de la pobreza y regenerar las  economías del hogar y de sus comunidades rurales, restaurando la fertilidad del suelo y servicios esenciales del ecosistema al mismo tiempo.

La extraordinaria característica de este sistema de agroforestería de agave es que genera recompensas casi inmediatas. Comenzando desde brotes o hijuelos de agave, en el año tres en la vida útil de 8-13 años de estos agaves, los agricultores pueden comenzar a podar y cosechar las hojas o pencas de la parte más baja de estos agaves (podando aproximadamente 20% de biomasa de las hojas cada año a partir del año tres) y comenzarán a producir toneladas de pienso animal/forraje fermentado nutritivo. Las hojas de agave individuales o pencas de una planta madura pueden pesar más de 20 kilos o 45 libras cada una.

Dado que el sistema no requiere insumos externos o químicos, la carne, leche, o forraje producido puede ser certificado orgánico, probablemente aumentando su valor de venta en el mercado. Además de las piñas de 2000 plantas de agave (una hectárea) con un promedio de una piña por planta de 300-400 kg (3 pesos o 15 centavos USD por Kg) pueden generar ingresos únicos de $52,500 USD) en la cosecha final de la planta de agave, cuando todas las hojas restantes y el tallo sean cosechadas. Pero hasta que los agaves sean completamente cosechados al final de su vida útil de 8-13 años, otros brotes o hijuelos de agave de varias edades han sido plantados constantemente junto con ellos para mantener el mismo nivel de biomasa y producción de forraje. En una hectárea de 2,000 plantas de agave, aproximadamente 72,000 hijuelos o nuevas plantas bebé (un promedio de 36 por planta madre) serán producidas durante un periodo de diez años. Estas 72,000 plantas bebé (listas para trasplante) tienen un valor actual de mercado durante un periodo de diez años de 12 pesos mexicanos (60 centavos USD) cada uno por $43,200 USD ($4,320 USD al año).

Financiando el sistema de agroforestería basado en agave

Aunque los pequeños propietarios de tierras secas mexicanas típicamente están libres de deudas, no tienen efectivo disponible. Para establecer y mantener este sistema, como indica la tabla de abajo, necesitarán aproximadamente $1600 USD al año por hectárea (648 por acre) para un costo total durante 10 años de $16,000. Iniciando en el año cinco, cada hectárea debería de estar generando $10,000 de forraje fermentado al año.

Para el quinto año, los agricultores implementando el sistema estarán generando suficientes ingresos para la producción de pienso animal y ventas de ganado para pagar el préstamo de 10 años completo. Desde este punto en adelante, se convertirán automáticamente en autosuficientes, y, de hecho, tendrán la oportunidad de convertirse en moderadamente prósperos. La presión para sobrepastorear tierras comunitarias bajará, como la presión de las personas rurales para migrar a otras ciudades o a los Estados Unidos y Canadá.A su vez, grandes  cantidades  de carbono atmosférico habrán comenzado a ser secuestradas sobre y debajo del suelo, permitiendo que muchas de las 2400 municipalidades de México alcancen cero emisiones de carbono. Además, otros servicios de ecosistemas mejorarán, incluyendo la erosión de la capa superior del suelo reducida, más retención de agua de lluvia/agua en los suelos, más materia orgánica del suelo, aumento de cubierta de árboles y arbustos, aumento de biodiversidad (sobre el suelo y debajo de él), restauración de las áreas de pastoreo y creciente fertilidad del suelo.

Secuestro de carbono natural en suelos y plantas regeneradas

México, como cada nación, tiene una obligación bajo el Acuerdo Climático de París del 2015, de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) pasando a formas de energía renovables (especialmente solar y de viento) y conservando energía, reduciendo el exceso de dióxido de carbono de la atmósfera y aumentando  su almacenamiento, a través del proceso de fotosíntesis mejorada de bosque y plantas, esta “reducción” de carbono en su biomasa, raíces y suelo. La agroforestería basada en agave (2000 plantas de agave por hectárea) como un sistema perenne, con la capacidad de las plantas de agave para producir 45 kg. por planta de biomasa de peso seco por hectárea durante 10 años, puede almacenar sobre el suelo aproximadamente 9 toneladas métricas de carbono por hectárea (33 toneladas de CO2 por  acre) durante un periodo de diez años, de manera continua, sin contar el carbono almacenado por árboles de compañía y arbustos como el mezquite y acacias. En términos de capacidad de secuestro de dióxido de carbono y carbono sobre el suelo (y debajo del suelo) durante 10 años (por ejemplo, 49.5  toneladas de carbono por año por hectárea o 181 toneladas de CO2e), este sistema, mantenido como un policultivo con crecimiento perenne continuo, está entre los más regenerativos de la tierra, especialmente considerando el hecho de que puede ser establecido en climas difíciles semi-áridos y áridos, en tierra degradada, básicamente sobrepastoreada e inadecuada para cultivar, sin necesidad de irrigación o de agregar insumos químicos. En México, donde 60% de todas las áreas agrícolas o de pastoreo son áridas o semi-áridas, este sistema tiene la capacidad de secuestrar 100% de las emisiones actuales de Gases de Efecto Invernadero de la nación (590 millones de toneladas de CO2e) si es implementado en aproximadamente 11.6% o 17 millones de hectáreas (2000 agaves y 500 mezquites) de las tierras totales de la nación (197 millones de hectáreas). Las tierras de ejido poseídas comunitariamente solo en México son más de 100 millones de hectáreas. El proyecto de restauración de ecosistemas más grande recientemente hasta ahora ha sido la restauración de una década de duración de Loess Plateau (1.5 millones de hectáreas) en el norte central de China en 1990.

En una municipalidad como San Miguel de Allende, México con una superficie de 1,537 km2 (153,700 hectáreas) con un estimado anual de emisiones de gases de efecto invernadero de 654,360 t/CO2/año (178,300 t/C/año) el sistema de agroforestería agave/mesquite (secuestrando 181 toneladas de CO2e sobre el suelo por hectárea continuamente después de 10 años) necesitaría ser implementado en aproximadamente 36,150 hectáreas (89,290 acres) o 23,5% del territorio municipal para cancelar todas las emisiones actuales. Hay 2400 municipalidades en México, incluyendo 1000 que ya están cultivando agave y cosechando piñas para el mezcal.

En la subcuenca de Támbula Picachos en la municipalidad de San Miguel hay 39,022 hectáreas de tierra rural (principalmente tierra ejidal) que necesita restauración (93.4% muestra signos de erosión, 53% con suelo compacto). Implementando la agroforestería del agave/mezquite en  36,150 hectáreas (6.2%) de esta tierra degradada sería suficiente para cancelar todas las emisiones actuales en la municipalidad de San Miguel.

El valor económico de cultivar agave en estas 36,150 hectáreas (incluyendo forraje, piñas e hijuelos) en promedio durante 10 años costaría $704 millones de dólares estadounidenses al año, un impulso tremendo a la economía. En comparación, San Miguel de Allende, uno de los mejores destinos turísticos en México (con 1.3 visitantes anuales) genera mil millones de dólares al año de turismo, su generador de ganancias número uno.

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Estimaciones para captura de carbono a nivel del suelo 


Apéndice