Por Pilar Quintanilla Martínez
Aunque es pequeño y de aspecto sencillo, el tejocote es importante por su aporte a la nutrición y salud humana. Se emplea tradicionalmente en miles de hogares mexicanos durante las fiestas navideñas, ya sea para elaborar ponche, jaleas y postres o para llenar la tradicional piñata que une a familiares y amigos.
El conocimiento de esta aromática fruta, agridulce, de color anaranjado o amarillo, proviene de tiempos prehispánicos. De hecho, su nombre se deriva de la palabra náhuatl texócotl, que significa piedra agria o fruta como piedra.
Se cosecha principalmente entre los meses de Octubre y Noviembre, en los Estados de Morelos, Chiapas, Hidalgo y Estado de México.
Muchas poblaciones asentadas en el actual territorio mexicano ya usaban el tejocote con fines nutricionales, medicinales y de ornato, aunque su cultivo era escaso y se prefería recolectarlo en bosques fríos localizados en las laderas de los montes, donde comúnmente crece junto a pinos y encinos.
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