Agricultura “climáticamente inteligente”, otro engaño del agronegocio

Por Carmelo Ruiz Marrero, Agencia Ecologista, 9 de junio de 2015

El modelo de agricultura convencional, corporativo, industrializado e intensivo en el uso de agroquímicos, también conocido como la revolución verde, es objeto de críticas cada vez más contundentes en años recientes por parte de científicos, académicos, agricultores, ecologistas, la sociedad civil, y movimientos por el cambio social de todas partes del mundo.

Los proponentes y practicantes de alternativas ecológicamente sustentables, científicamente fundamentadas y socialmente justas, como la agroecología y la soberanía alimentaria, están entrando en territorio que antes era monopolizado por los gigantes corporativos de la agroquímica y sus aliados en los ministerios de gobierno y la academia.

El agro convencional, representado ante la opinión pública por corporaciones como Monsanto y Syngenta, está perdiendo la aceptación del público. Está en la defensiva y va perdiendo terreno todos los años a medida que se generaliza por el mundo la noción de que otra agricultura es posible.

En 2008 el modelo de la revolución verde recibió un golpe decisivo con la publicación de la Evaluación Agrícola de las Naciones Unidas. Oficialmente llamada la Evaluación Internacional del Conocimiento, Ciencia y Tecnología Agrícolas para el Desarrollo (IAASTD), fue la mayor y más minuciosa evaluación del estado de la agricultura mundial jamás realizada.

Financiado por el Banco Mundial y agencias de la ONU, el informe fue redactado por sobre 400 científicos, desarrollado mediante un proceso participativo sin precedentes en el cual gobiernos, la academia, el sector empresarial y la sociedad civil trabajaron juntos en condiciones de igualdad, y sujeto a dos revisiones por los pares independientes.

El IAASTD fue co-presidido por el científico suizo Hans Herren, ganador del Premio Mundial de Alimentos de 1995 y el Premio Nobel Alternativo (Right Livelihood) de 2013.

Las conclusiones del informe fueron devastadoras para la agricultura de revolución verde. “La agricultura moderna, tal como hoy se practica en el mundo… está explotando excesivamente el suelo, nuestro recurso natural básico, y es insostenible porque hace un uso intensivo tanto de la energía proveniente de los combustibles de origen fósil como del capital, al mismo tiempo que básicamente no tiene en cuenta los efectos externos de su actividad”, declaró Herren.

“Si seguimos con las actuales tendencias en materia de producción de alimentos agotaremos nuestros recursos naturales y pondremos en peligro el futuro de nuestros niños.”

El informe IAASTD recomienda sistemas alimentarios descentralizados, ecológicamente sustentables y democráticamente controlados, precisamente lo que productores ecológicos han estado recomendando y poniendo en práctica.

En cuanto a las tecnologías transgénicas agresivamente promocionadas por Monsanto y otros gigantes de la biotecnología agrícola, el informe expresó escepticismo y aconsejó cautela en torno a esta tecnología. (1)

Frente al desafío de IAASTD y más recientes informes científicos que validan la viabilidad y necesidad de la práctica agroecológica, la agricultura industrial se encuentra cada vez más presionada para probar su caso y demostrar su relevancia frente a las crisis globales financiera, energética, alimentaria y de agua, al igual que la amenaza del cambio climático.

Algunos de sus defensores ahora adoptan una postura conciliadora, y afirman que ambas modalidades de producción agrícola pueden ser combinadas de manera armoniosa.

Este argumento fue presentado por Jonathan Foley, profesor de la Universidad de Minnesota, en un artículo publicado en la portada de la revista National Geographic de mayo 2014 (2).

Foley delinea un plan para alimentar el mundo con remiendos tecnológicos, que propone mezclar “las mejores” técnicas de las fincas orgánicas con las de operaciones agroindustriales de alta tecnología. La propuesta, que viene con una atractiva presentación mediática, concuerda con las ideas convencionales que predominan en los círculos de política agrícola. (3)

En esa misma línea, en 2010 la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU (FAO) presentó una propuesta llamada “agricultura climáticamente inteligente”, que busca incorporar algunos elementos ecológicos al agro para atender el peligro del cambio climático.

Según la FAO:

“La agricultura climáticamente inteligente (CSA) pretende mejorar la capacidad de los sistemas agrícolas para prestar apoyo a la seguridad alimentaria, e incorporar la necesidad de adaptación y las posibilidades de mitigación en las estrategias de desarrollo agrícola sostenible.

La CSA propone enfoques más integrados en relación con los desafíos fuertemente interrelacionados de la seguridad alimentaria, el desarrollo y el cambio climático, con el fin de ayudar a los países a determinar las opciones que les suponga un beneficio máximo y cuyas ventajas comparativas deban ponderarse.