UNAM: ¿ciencia con conciencia?

También emergen las relaciones de la ciencia con el capital. En el largo devenir humano, de unos 200 mil años, la ciencia es una modalidad del conocimiento con apenas unos 300. Su papel fue y sigue siendo generar innovaciones que perfeccionen los ciclos de las mercancías, es decir, que hagan eficientes los procesos de acumulación del capital, y que garanticen la defensa de todo ello (ciencia para la guerra). El resultado: los monopolios han alcanzado su máximo histórico y hoy mil 318 gigantescas corporaciones poseen 60 por ciento del capital del planeta (halfanhour.blogspot.com/2011/10/ one-percent.html). Conforme la ciencia de un país se va desarrollando, la investigación tiende a plegarse a los intereses de la industria, y esta industrialización del conocimiento es sinónimo de su mercantilización. Por eso en los países desarrollados la dupla ciencia/capital es casi perfecta. Tomar conciencia de este proceso es fundamental para asegurar una ciencia con ética social y ambiental.

En la UNAM, sectores cada vez más numerosos de sus comunidades científicas han comenzado a entrar a ese proceso, no solamente los biotecnólogos. Existen indicios de investigadores trabajando en proyectos de biomedicina, química, nanotecnología, genómica y ecología dirigidos a apoyar intereses corporativos.

Es hora de que en nuestra alma máter, donde se genera la mitad de la investigación científica del país, se inicie una magna discusión sobre la función social de la ciencia y se debata con seriedad su papel en un país y un mundo en crisis. También deben conocerse las nuevas corrientes que abogan por un nuevo pacto social, como la llamada ciencia para la sustentabilidad. No es posible que en la universidad más importante de Iberoamérica se dejen a la deriva las dimensiones éticas de la generación del conocimiento.