Por tu salud: alimentos sanos del campo a la mesa

Por Aleira Lara y Franco Segesso, Green Peace, 7 de abril de 2015

Este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió celebrar el Día Mundial de la Salud con un  llamado a gobiernos, industria y agricultores a fomentar medidas para que desde el campo a la mesa se promuevan alimentos no riesgosos.

Desde Greenpeace consideramos que esto implicaría la urgente prohibición del uso del herbicida glifosato y por ende los cultivos transgénicos que lo fomentan.

El pasado 20 de marzo la OMS dio a conocer que el uso del glifosato, uno de los agroquímicos más usados a nivel mundial producto de la expansión de los cultivos transgénicos RoundupReady (RR) –como soja, maíz y algodón -, puede causar cáncer en los humanos,  de acuerdo con estudios realizados por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente de dicho organismo de Naciones Unidas.

Cuando los cultivos transgénicos se introdujeron por primera vez, sus publicidades sostenían que necesitarían menos agroquímicos y no causarían impacto negativo en el medio ambiente ni la salud humana, lo cual resultó totalmente falso.

Hemos visto un aumento dramático en el número y  alcance de hierbas resistentes a los herbicidas y, en consecuencia, la cantidad de agroquímicos va en aumento. Gracias a Monsanto, pese a la poca efectividad de su producto, el glifosato todavía es uno de los químicos más vendidos.

Este no es el primer estudio sobre el glifosato. Su toxicidad se ha estudiado incluso en combinación con otros ingredientes utilizados en la formulación RR.

Sin embargo, muchos gobiernos latinoamericanos hacen la vista gorda y permiten que la agricultura de América Latina sea manejada por el colonialismo del siglo XXI: el de las empresas multinacionales.

Es necesario desactivar este modelo agrícola que da poder a las empresas y se lo quita a los agricultores. En 2014, el 58% de las ventas de Monsanto equivalente al PBI de todo los países latinoamericanos juntos -9.3 billones de dólares-, desde México hasta Argentina.

En México, el gobierno de Peña Nieto sigue pugnando por la liberación de cultivos genéticamente modificados de maíz y soya RoundupReady.

En 2012, Felipe Calderon otorgó permiso para la siembra de 253 mil 500 hectáreas de soya RR, de las cuales solo se sembraron 6 mil 684.50, gracias a que un juez federal suspendió esas autorizaciones por considerar, como principal argumento, el posible impacto del glifosato sobre la biodiversidad.

Ahora la OMS pone un elemento más sobre la mesa para su prohibición: el posible padecimiento de cáncer por exposición a esté químico.

En Argentina, en el periodo Kirchnerista (Néstor Kirchner 2003-2007 y Cristina Fernández de Kirchner 2007-hoy) se aprobó el 76% de los 30 eventos transgénicos vigentes.

En consecuencia, actualmente los cultivos transgénicos ocupan  el 72% del territorio cultivable en este país. Es decir, al menos 25 millones de hectáreas.

Si consideramos que herbicidas como el glifosato también se aplican en cultivos que no fueron genéticamente modificados como yerba mate, vid, trigo, girasol, hortalizas, pasturas, cítricos y frutales de pepita (manzana, pera, membrillo); el nivel de exposición de la población argentina resulta alarmante.

Según datos de la industria agroquímica, en 2014 se utilizaron al menos 200 millones de litros de glifosato.

Nuestro planeta tiene recursos limitados y tenemos muchos retos por afrontar. El cambio climático ya está afectando severamente a la agricultura y por ende a la gente.

La mejor vía para hacerle frente es la implementación y mejoramiento de biotecnologías que no incluyan cultivos transgénicos.

Es momento de reconocer que la apuesta por un modelo agrícola para alimentar el mundo, definitivamente no es  el que proponen las empresas con una agenda de bolsillos llenos, sino por una agricultura que nutra y conserve nuestros suelos,  proteja la biodiversidad y la salud de la gente.

Una agricultura que provea comida saludable y de acceso popular, donde la decisión de los agricultores y consumidores sea tomada en cuenta. Este modelo se llama agroecología.