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El crimen más infame: Los perpetradores detrás del COVID-19

Por Ronnie Cummins, 29 de abril 2020

“No estoy diciendo que China liberó esto deliberadamente, disparándose a sí misma en el pie. Pero era claro que estaban desarrollando un arma biológica desconocida, extremadamente peligrosa y jamás vista antes, y se filtró fuera del laboratorio… Personalmente creo que hasta que nuestros líderes políticos se sinceren con los estadounidenses, tanto en la Casa Blanca como en el Congreso y nuestro gobierno estatal, y admitan públicamente que esta es un arma extremadamente poderosa de ofensiva de guerra biológica con la que estamos lidiando, no seremos capaces de enfrentarla,  pararla, y mucho menos vencerla.” – Dr. Francis Boyle, Experto en Armas Biológicas Internacionales, 15 de abril, 2020

De acuerdo a la Universidad John Hopkins, el COVID-19 ha infectado a más de 3 millones de personas y cobrado al menos 210,000 vidas en todo el mundo.

Son cifras no menores, más aún si consideramos que hasta hace unos seis cortos meses, eran pocas las personas que alguna vez habían escuchado sobre el coronavirus. Menores inclusive eran aquellas personas preocupadas por el riesgo inminente de una crisis pandémica global.

Pero aquí estamos. Mientras nuestra nueva realidad se despliega ante nuestros ojos y nos adaptamos a los confinamientos, a la educación en casa y a las largas filas en las tiendas, mientras buscamos formas de protegernos a nuestras familias y hay quienes lamentablemente lloran la pérdida de sus seres queridos, también estamos buscando respuestas.

¿Por qué este virus causa tantos síntomas misteriosos? ¿Por qué algunos casos son ligeros, otros mortales? ¿Cómo podemos protegernos? ¿Qué recomendaciones deberíamos seguir?

Pero las preguntas más acuciantes y radicales son las siguientes: ¿De dónde viene el COVID-19? ¿Cómo podemos prevenir que esto vuelva a suceder?

Las respuestas a estas preguntas podrían ser tan perturbadoras que no queremos creerlas.

Pero si no investigamos en profundidad, si no buscamos la causa raíz de los orígenes del COVID-19, entonces habremos fracasado protegernos de pandemias futuras, posiblemente más letales.

La ciencia más infame

Miles de virus y otros patógenos peligrosos, como el coronavirus de los murciélagos y la gripe aviar, están siendo recolectados en la naturaleza por investigadores de China, Estados Unidos y otras partes del mundo. Estos virus son analizados y convertidos en armas (genéticamente modificados, manipulados, recombinados) en laboratorios secretos, propensos a los accidentes, como el Laboratorio de Virología en Wuhan en China o el Laboratorio del Ejército Estadounidense en Fort Detrick, Maryland.

Los coronavirus típicamente tienen un rango de huéspedes reducido, infectando a una o sólo unas cuantas especies, como a los murciélagos. Sin embargo, usando una recombinación de ARN específica, los ingenieros genéticos pueden manipular a virus como el COVID-19 para aumentar su funcionalidad, permitiéndoles infectar a otras especies (por ejemplo células humanas), interferir con la respuesta del sistema inmune y lograr que se esparza fácilmente a través del aire.

Un creciente arsenal de virus sintéticos ha sido diseñado en laboratorios, a pesar de las leyes estadounidenses e internacionales prohibiendo armas de guerra biológica y experimentación. Un número perturbador de estos llamados laboratorios de “uso dual” de Guerras Biológicas / Defensa Biológica han experimentado filtraciones, accidentes y robos durante las tres décadas pasadas.

Como advirtió el respetado Boletín de Científicos Atómicos recientemente:

“Una violación de seguridad en el laboratorio del Centro Chino para el Control de Enfermedades y Prevención se cree que ha causado cuatro casos sospechosos de SARS, incluyendo una muerte, en Beijing en el 2004. Un accidente similar causó que 65 trabajadores de laboratorio del Instituto de Investigación Veterinaria de Lanzhou fueran infectados con brucelosis en diciembre del 2019… en enero del 2020, un reconocido científico chino, Li Ning, fue sentenciado a 12 años en prisión por vender animales experimentales a mercados locales.”

China no es el único lugar que experimenta tales accidentes. Una investigación del USA Today en el 2016, por ejemplo, reveló un incidente relacionado con fallas de equipo en cascada en una cámara de descontaminación mientras los investigadores de los Centros Estadounidenses para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) intentaron salir de un laboratorio nivel 4 de bioseguridad. El laboratorio probablemente almacenaba muestras de virus causantes de Ébola y viruela, de acuerdo con el reporte.

En el 2014, la CDC reveló que el personal había enviado ántrax vivo accidentalmente entre laboratorios, exponiendo a 84 trabajadores. En una investigación, funcionarios descubrieron que otros accidentes habían ocurrido en la década anterior.

En el 2019, el Laboratorio de Armas Biológicas del Fuerte Detrick del Ejército estadounidense fue cerrado temporalmente por disposición inadecuada de patógenos peligrosos, de acuerdo con un reporte del New York Times. Funcionarios se negaron a dar detalles sobre los patógenos o la fuga, citando preocupaciones en materia de “seguridad nacional”.

Como reportó Sam Husseini recientemente en la revista Salon, los ingenieros de guerras biológicas en laboratorios como los de Wuhan y Fort Detrick están evadiendo la ley internacional de manera deliberada y riesgosa:

“Los gobiernos que participan en tales investigaciones de armas biológicas generalmente distinguen entre ‘guerra biológica’ y ‘biodefensa’, como para describir a estos programas de ‘defensa’ como necesarios. Pero esto es pura retórica; los dos conceptos son en gran parte indistinguibles. ‘Biodefensa’ implica guerras biológicas tácitas, criar patógenos más peligrosos por el supuesto propósito de encontrar una manera de combatirlos. Mientras este trabajo parece haber tenido éxito al crear agentes mortales e infecciosos, incluyendo cepas de gripe más mortales, tal investigación de ‘defensa’ es impotente en su habilidad de defendernos de esta pandemia.”

Varios activistas críticos de los experimentos con modificación genética y guerra biológica, entre los que me incluyo, junto con el Dr. Mercola y GM Watch, a quienes ahora se unen voces independientes en los medios de comunicación masivos, están reportando, aunque en algunos casos a regañadientes, que creciente evidencia indica que el mortal virus COVID-19 podría haberse filtrado accidentalmente de uno de los laboratorios de guerra biológica supuestamente de alta seguridad (el Instituto de Virología de Wuhan y el Centro Chino de Control de Enfermedades) que estaban analizando y manipulando coronavirus de murciélago en Wuhan, China.

Para ocultar su mala práctica científica y negligencia criminal, para proteger su “derecho” a llevar a cabo investigaciones peligrosas y sin regulación, y para salvaguardar miles de millones de dólares en ganancias anuales de la industria farmacéutica y de OGMs (Monsanto/Bayer, entre otros, está ahora realizando su investigación de guerra biológica), funcionarios chinos y estadounidenses, la Industria Farmacéutica, Facebook, Google y una arrogante e inescrupulosa red de científicos del mundo están intentando frenéticamente encubrir los orígenes de laboratorio y maquinaciones diabólicas de la pandemia del COVID-19.

Un artículo ampliamente citado, publicado en el diario Nature el 3 de febrero del 2020, determina que el SARS-CoV-2 es un coronavirus de origen de murciélagos que brincó naturalmente la barrera de especies entre murciélagos y humanos y no fue construido sintéticamente en un laboratorio. Sin embargo, como Mercola.com reporta uno de los autores chinos de este artículo,el Dr. Shi Zhengli del Laboratorio de Virología de Wuhan, en realidad previamente trabajó en convertir en un arma el virus SARS (el progenitor del COVID-19) y ha publicado artículos evaluados por expertos sobre los procedimientos relacionados en esta manipulación genética.

Otro artículo muy citado pero problemático en Nature Medicine (17 de marzo, 2020), co-escrito por un científico de la industria bio-empresarial, ha sido citado presuntamente por medios de comunicación masivos ofreciendo “pruebas” de que el virus COVID-19 “naturalmente” se presentó en oposición a que es derivado de un laboratorio.

Pero las críticas de científicos independientes, incluyendo al genetista molecular con sede en Londres, Dr. Michael Antoniou, desde hace tiempo crítico de la ingeniería genética, argumentan de manera convincente que la “prueba” de modelado de computadora citada por Nature Medicine no ofrece ninguna evidencia. Como reporta GM Watch:

“El Dr. Antoniou nos dijo que si bien los autores (del artículo de Nature Medicine del 17 de marzo) sí mostraron que el SARS-CoV-2 era poco probable que haya sido construido por ingeniería genética deliberada de la estructura de un virus usado previamente, esa no es la única manera de construir un virus. Hay otro método por medio del cual un virus con infectividad mejorada puede ser creado en laboratorio…”

Antoniou le dijo a GM Watch que este método, llamado “proceso de selección de evolución dirigida,” involucra el usar ingeniería genética para generar “un gran número de versiones mutadas aleatoriamente del receptor de proteína S (Spike) del SARS-CoV,” y después seleccionar aquellos receptores de proteína más efectivos para infectar células humanas.

Como señala Antoniou, los inventores de esta técnica recibieron el Premio Nobel de química en 2018, un hecho que los autores del artículo Nature Medicine seguramente sabían. ¿Los autores del artículo de Nature Medicine deliberadamente sacaron esta hipótesis más plausible, para impulsar su cuestionable tesis de que el COVID-19 apareció naturalmente – aunque los laboratorios de guerra biológica en Wuhan estaban creando virus de murciélagos años antes del brote fatal?

Si los técnicos del laboratorio de Wuhan si usaron el proceso de selección evolutiva iterativo para crear una función ampliada (poder usar el virus como arma) del coronavirus del murciélago, y el virus subsecuentemente se filtró, infectó a uno o más técnicos de laboratorio, después se propagó a gente fuera del laboratorio, incluyendo a gente del mercado de mariscos de Wuhan, no habría rastro de que el virus haya sido diseñado o manipulado genéticamente.

Diferentes artículos publicados y revisados por expertos, que datan de hace más de una década, indican que investigadores en los Laboratorios Wuhan (Dr. Shi Zhengli y otros) habían estado realizando experimentos para manipular y poder utilizar como arma coronavirus de murciélago mortal para que pueda infectar células humanas fácilmente. En un artículo del 2008 en el Diario de Virología, Zengli y otros científicos reportan cómo tienen virus genéticamente modificados parecidos al SARS de murciélagos rinolófidos para permitirle a los virus obtener acceso a células humanas.

A los poderes que existen, en Beijing y Washington, les gusta asegurarnos que los investigadores en lugares como el Laboratorio de Virología de Wuhan, el Centro de Control de Enfermedades de Wuhan, o el Laboratorio de Armas Biológicas del Ejército Estadounidense en el Fuerte Detrick, en Maryland sólo están “estudiando” (no manipulando) patógenos peligrosos como coronavirus de murciélagos, y que la seguridad en estos laboratorios monitoreados por gobiernos/OMS/Instituto Nacional de la Salud es tan estricta que los accidentes jamás podrían suceder.

Pero un número de críticos científicos muy respetados de ingeniería genética y guerra biológica han mostrado su preocupación desde hace décadas.

Los críticos incluyen a Francis Boyle (autor de la ley de 1989 de Bioterrorismo de E.U. que prohíbe la investigación con armas biológicas) y el Dr. Richard Ebright del Instituto de Microbiología de la Universidad de Rutgers. Ellos han advertido que los experimentos y manipulaciones de virus y patógenos son inherentemente extremadamente peligrosas, (sin mencionar que violan la ley internacional), dado el error humano y el hecho de que la seguridad ha sido peligrosamente laxa en los laboratorios de guerra biológica/biodefensa del mundo.

Casi demasiado increíble para creer, el financiamiento para los imprudentes experimentos de gérmenes de guerra en Wuhan ha incluido más de 3 millones de dólares del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Peligrosas (NIAID, por sus siglas en inglés) del Dr. Anthony Fauci, una división de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), con colaboración aparente, de acuerdo con Boyle, de científicos de la Universidad del Norte de Carolina, Wisconsin, Harvard y otras instituciones.

En 2014, la Oficina de Ciencia y Política de Tecnología de la Casa Blanca de Obama puso un alto o “pausa de financiamiento” en la experimentación de aumento de funcionalidad en virus peligrosos en los laboratorios de E.U. debido a “riesgos de bioseguridad.”

Aún así, la experimentación aparentemente continuó sin interrupciones (con financiamiento estadounidense) en China en el laboratorio de Wuhan. Después, en 2017, la Administración de Trump revirtió su “pausa de financiamiento,” esencialmente permitiendo que continuara la investigación ilegal de gérmenes de guerra biológica.

Un artículo fue publicado por activistas anti transgénicos en la publicación GM Watch en el Reino Unido titulado “COVID-19 Podría ser una llamada de atención por la bioseguridad.” El artículo explica que por décadas se han estado realizando arriesgadas y muy secretas investigaciones en torno a coronavirus genéticamente diseñados y con la capacidad de ser utilizados como armas:

“Stuart Newman, profesor de biología celular y anatomía en el Colegio Médico de Nueva York en Valhalla, Nueva York, editor jefe del diario Teoría Biológica, y co-autor de Biotech Juggernaut, añade un contexto histórico crucial. Con este contexto, expone que analizar si el COVID-19 podría haber sido genéticamente modificado no debería ser tratado como especulaciones de los teóricos de conspiración.

“Newman señala que la ingeniería genética de los coronavirus ha estado sucediendo por un largo tiempo. De acuerdo a Newman, ‘Hasta la mayoría de biólogos no son conscientes de que los virólogos han estado recombinando experimentalmente y modificando genéticamente coronavirus por más de una década para estudiar sus mecanismos de patogenicidad.’ En efecto, Newman señala documentos sobre diseño de coronavirus que datan de hace unos 20 años.”

El Dr. Peter Breggin dice que en 2015, investigadores de los E.U. y el Instituto de Virología de Wuhan en China colaboraron para transformar un coronavirus animal en uno que puede atacar humanos. El  provocativo ensayo incluye un enlace directo al estudio original el cual fue publicado en el Diario Británico Nature.

Recientes reportajes investigativos, incluyendo un artículo explosivo del Washington Post del 14 de abril por Josh Rogin seguido por más cobertura silenciada por CBS News, CNN, el Wall Street Journal, Newsweek y otros, han alertado a millones de personas sobre el hecho de que la historia oficial del “murciélago en el mercado” de China/Industria Farmacéutica/ONU/NIH sobre los orígenes del COVID-19 ya no podría ser creíble.

Como lo señala un artículo del Rogin, funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Beijing visitaron el Instituto de Virología de Wuhan varias veces a principios de 2018, e intentaron advertir a la Administración de Trump de que había violaciones de seguridad serias en el manejo del laboratorio de los coronavirus de murciélago. Los funcionarios estaban especialmente preocupados de que el personal entrenado de manera inadecuada y procedimientos de seguridad laxos en el laboratorio, financiado en conjunto por China y E.U., representaba un riesgo grave de liberar una “nueva pandemia parecida al SARS.”

De hecho, en el 2004, presagiando el desastre actual, hubieron dos accidentes bastante serios en el laboratorio de Virología de Beijing de alta seguridad, infectando a dos investigadores con el peligroso virus SARS.

Ebright, que se ha pronunciado sobre la seguridad de laboratorios desde que a principios de los años 2000, dijo esto sobre los procedimientos de seguridad peligrosos en los laboratorios de Wuhan:

“… los coronavirus de murciélagos en Wuhan (los Centros de Control de Enfermedades) y el Instituto de Virología de Wuhan eran recolectados y estudiados en BSL-2 (Bioseguridad Nivel 2), el cual provee con sólo protecciones mínimas contra la infección de trabajadores de laboratorio. La recolección de virus, cultivo, aislamiento o infección animal en BSL-2 con un virus que tiene las características de transmisión del virus del brote, plantearía un riesgo sustancial de infección de un trabajador de laboratorio, y del trabajador de laboratorio, al público.”

Los políticos más infames

La Administración de Trump no hizo nada sobre las repetidas advertencias de la Embajada de E.U. en Beijing en 2018, concernientes a las prácticas peligrosas en el Laboratorio de Wuhan. Ni los científicos del Instituto Nacional de la Salud o la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que supuestamente monitoreaban los experimentos de coronavirus del laboratorio actuaron ante las advertencias. Después de que sucedió el brote, el Partido Comunista Chino (CCP) silenció o “desapareció” a científicos y periodistas que antes habían publicado artículos de investigación o noticias que indican que el virus del COVID-19 se filtró de un laboratorio gubernamental e investigadores infectados.

El periodista canadiense Andrew Nikiforuk escribió:

“Enfrentadas con la amenaza del coronavirus, las autoridades chinas, de acuerdo a los reportes completos por el Wall Street Journal y el New York Times, suprimió informantes, ignoró evidencia crítica y respondió tan tardíamente al brote que se movieron para compensar sus fallas con un confinamiento draconiano…”

Frenéticamente cubriendo sus huellas, el Partido Comunista Chino (PCC) removió cada artículo científico y reporte de noticias del internet y registros públicos que contradecían su historia oficial. Asistiendo y en complicidad con el encubrimiento del PCC/Industria Farmacéutica estaban los guardianes en Facebook (ahora con grandes inversiones en la Industria Farmacéutica), que censuró y removió un artículo de Steve Mosher, publicado por el NY Post el 22 de febrero, que cuestionó la historia oficial. Facebook finalmente desbloqueó el artículo del NY Post después de que fue revelado que la “verificadora de hechos” objetiva de Facebook, Danielle E. Anderson, de hecho había sido una investigadora pagada en el mismo laboratorio de Wuhan cuya laxa seguridad alarmó tanto a los funcionarios del Departamento Estatal.

Intentando arduamente encubrir el hecho de que ignoraron las repetidas advertencias del Departamento de Estado y funcionarios de inteligencia, la Administración de Trump y el Establishment de la Biofarma de E.U. y vacunas están haciendo todo lo posible para mantener la historia oficial escrita por China. Especialmente perturbador para los poderes existentes es el hecho de que los experimentos de laboratorios de Wuhan con murciélagos estaban siendo financiados por lo menos en parte, por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas del Dr. Fauci, junto con el Laboratorio Nacional de Galveston en la Rama Médica de la Universidad de Texas – aún después de que estos tipos de experimentos de guerra con gérmenes habían sido prohibidos en los E.U.

El Comandante en Jefe, el mismísimo Trump, entre sugerir que las personas tal vez querrían ingerir o inyectarse algunos desinfectantes para la protección del COVID-19, va de aquí para allá con la teoría del “murciélago en el mercado”, dividido entre enardecer a su base populista al denunciar al “Virus Chino”, y alineándose con su buen amigo, y el socio de negocios más importante de Estados Unidos Corporativo, Xi Jinping, el Dictador Chino, que ocurre que controla no sólo billones de dólares en los Bonos del Tesoro de E.U., y exportaciones, sino el equipo médico, las drogas farmacéuticas y químicos de laboratorio tan escasos en los E.U.

Trump también tiene millones de dólares en préstamos de bienes raíces cuyo plazo expira en los bancos chinos el próximo año.

En un post de Instagram, Robert Kennedy Jr. expone la complicidad del Dr. Anthony Fauci, la supuesta “voz racional” de la Administración de Trump sobre el COVID-19, en el desastre de Wuhan:

“El Daily Mail hoy reporta que ha descubierto documentos que muestran que el Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Anthony Fauci le dio $3.7 millones de dólares a los científicos en el Laboratorio de Wuhan en el centro del escrutinio por la filtración del Coronavirus. De acuerdo con el documento británico, ‘el subsidio federal financió experimentos en murciélagos de las cuevas donde se cree que el virus se originó.’ Antecedentes: siguiendo el brote del SARS coronavirus del 2002-2003, el Instituto Nacional de la Salud (INS) financió una colaboración por científicos chinos, virólogos del ejército de E.U. del laboratorio de bio-armas en el Fuerte Detrick y científicos del INS del NIAID para prevenir futuros brotes de coronavirus al estudiar la evolución de cepas virulentas de murciélagos en tejido humano. Esos esfuerzos incluyeron investigación de aumento de funcionalidad que usó un proceso llamado de ‘evolución acelerada’ para crear los súper bichos de la Pandemia del COVID: mutantes COVID mejorados, nacidos de murciélagos más letales y transmisibles que el COVID silvestre. Los estudios de Fauci alarmaron a científicos alrededor del mundo que se quejaron, de acuerdo con un artículo del NY Times de diciembre del 2017 de que ‘estos investigadores arriesgan crear un germen monstruo que podría escapar del laboratorio y germinar una pandemia.’ El Dr. Mark Lipsitch del Centro de Enfermedades Contagiosas de la Escuela de Salud Pública Harvard le dijo al Times que los experimentos del NIAID del Dr. Fauci ‘nos han dado algo de conocimiento científico modesto y han hecho casi nada para mejorar nuestra preparación para pandemias, y aún así arriesgaron el crear una pandemia accidental.’ En octubre de 2014, luego de una serie de accidentes en el laboratorio federal que apenas evitó liberar estos virus mortales diseñados, el presidente Obama ordenó frenar todo el financiamiento federal para los peligrosos experimentos de Fauci. Ahora parece que el Dr. Fauci podría haber evitado las restricciones federales al cambiar la investigación al laboratorio militar en Wuhan. El Congreso necesita lanzar una investigación de los daños de NIAID en China.”

Kennedy también expone a dos de los otros supuestos “expertos de salud” en el equipo de Trump, Robert Redfield y Deborah Birx:

“Redfield, Birx y Fauci lideran el grupo de trabajo #coronavirus de la Casa Blanca. En 1992, dos investigadores militares acusaron a Redfield y Birx de participar en ‘un patrón sistemático de manipulación de información, análisis estadísticos inapropiados y presentación de información engañosa en un aparente intento de promover la utilidad de la vacuna GP160 AIDS.’ Un tribunal de la Fuerza Áerea encargado de fraude y mala conducta científica concluyó que la información ‘engañosa o, posiblemente falsa’ de Redfiel ‘amenaza seriamente su credibilidad como investigador y tiene el potencial de impactar negativamete la financiación de la investigación de VIH para las instituciones militares como una unidad. Su supuesto comportamiento poco ético crea falsa esperanza y podría resultar en un despliegue prematuro de la vacuna.’ El tribunal recomendó investigación por un ‘cuerpo investigativo exterior completamente independiente.’ El Dr. Redfield confesó a los interrogadores de la D.O.D. (Departamento de Defensa de los Estados Unidos) y al tribunal, que sus análisis eran defectuosos y engañosos. Acordó corregirles publicamente. Después, continuó haciendo sus falsas aseveraciones en 3 conferencias internacionales de VIH, y se implicó en testimonio ante el Congreso, jurando que su vacuna curaba el VIH. Su maniobra funcionó. Basado en su testimonio, el Congreso se apropió de $20 millones de dólares para el ejército para apoyar el proyecto de investigación de Redfield/Birx. La organización sin fines de lucro Public Citizen se quejó en una carta de 1994 ante Henry Waxman de la Comisión del Congreso de que ese dinero ocasionaba que el Ejército matara la investigación y ‘blanqueaba’ los crímenes de Redfield. El fraude impulsó a Birx y a Redfield a carreras estelares como funcionarios de salud. Documentos obtenidos vía Tom Paine.

Aunque el gobierno chino y la mayoría del establishment político de los E.U. continúa apoyando la historia oficial del “murciélago en el mercado”, la mayoría de los estadounidenses, no. Como se reportó en el Sunday Times del Reino Unido:

“De acuerdo a la encuesta de la Investigación de Pew, sólo 43 por ciento piensan que el virus surgió naturalmente, mientras un 29 por ciento cree que fue creado en un laboratorio.”

El periodismo más infame

Es frustrante, y alarmante, que tan pocos periodistas independientes, científicos, activistas y funcionarios públicos hasta ahora han estado dispuestos a cuestionar la “historia oficial.”

Desde hace ya unos 30 años venimos advirtiendo sobre los peligros de los alimentos, cultivos y organismos genéticamente modificados (OGMs) en general, incluyendo las bio-armas de genes alterados, impulsores de genes y las nuevas tecnologías de edición de genes CRISPR.

Ahora parece que nuestros peores miedos se han materializado.

Necesitamos una investigación global pública, liderada por científicos independientes, para reunir evidencia sobre lo que realmente sucedió con el COVID-19, seguido de un Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra Biológica, para que podamos llevar a la justicia a los gobiernos chino, estadounidense y a otros perpetradores de esta pandemia, y prevenir que este tipo de desastre vuelva a suceder.

Es hora de cerrar cada laboratorio de Bioseguridad/Guerra Biológica en el mundo (incluyendo el laboratorio de Bayer y Monsanto) e implementar una verdadera prohibición en armas de destrucción masiva (WMD, por sus siglas en inglés), incluyendo todas las armas atómicas, químicas y biológicas y experimentación WMD.

Hasta que hagamos esto, ninguno de nosotros estará seguro.

Los llamados medios de comunicación progres de Estados Unidos, con unas cuantas excepciones, han fallado hasta ahora en investigar las verdaderas causas de la pandemia del COVID-19, en parte por ignorancia de las maquinaciones e imprudencia arrogante de los ingenieros de genes y científicos de guerra biológica, en parte por miedo de parecer que están de acuerdo con los desvaríos racistas de Trump, o aún peor, ser etiquetados como “teóricos de la conspiración” por demócratas del establishment y los medios de comunicación masiva.

Hablando de conspiraciones y el crimen más infame, casi todo el mundo parece haberse olvidado del pánico nacional cuando fueron los ataques bioterroristas de antrax post 9/11 – usados para justificar la invasión a Irak – contra los miembros liberales de los medios y el Congreso de E.U. En ese entonces y ahora, era claro que esos ataques fueron realizados no por terroristas árabes, ni un individuo aislado, sino por un aún no identificado grupo que diseñó y convirtió en armas esporas del laboratorio de guerra biológica del ejército estadounidense en el Fuerte Detrick, Maryland.

Tal vez piensas que no deberíamos de preocuparnos mucho, dado que una superproducción de vacunas anti-COVID están en camino, financiadas por el gobierno chino, la industria farmacéutica y la Fundación de Bill y Melinda Gates, probablemente incluyendo a algunos de los mismos ingenieros que convirtieron en arma el COVID-19.

No importa que Bill Gates, Monsanto, los gigantes genéticos y la industria farmacéutica parezcan dispuestos a unirse con Facebook y Google para implementar una vigilancia médica totalitaria las 24 horas del día, inyectándonos con una vacuna COVID-19 obligatoria y cara, mientras los dictadores del mundo, los criminales corporativos y los billonarios se esconden en un bunker con sus mansiones subterráneas.

No importa que la mayoría de las vacunas contra la gripe hasta ahora no funcionan tan bien, especialmente contra virus que mutan constantemente como el COVID-19, o que están rutinariamente envenenadas con adyuvantes de aluminio y preservativos de mercurio.

No importa que tal vez nuestra única defensa real contra la guerra biológica es dejar de comer los productos venenosos de la industria agrícola y alimentaria, y en su lugar fortalecer nuestra salud y sistemas inmunes, limpiar el aire, agua y ambiente de la Tierra, cerrar las granjas industriales, dejar de destruir el hábitat de la vida salvaje y rezar porque la inmunidad de grupo eventualmente pare la expansión del COVID-19, dado que tantos de nosotros ya hemos sido infectados, pero somos asintomáticos.

Mientras tanto, por favor no crean todo lo que leen en los medios de comunicación corporativos, Facebook o hasta la prensa progresista. Manténganse en contacto y apoyen a aquellos determinados a buscar y defender la verdad, luchar por la libertad y justicia, y organizarnos por un futuro y clima regenerativo.

No olvides comer alimentos sanos, orgánicos, agroecológicos, regenerativos, tomar tus suplementos impulsores del sistema inmune, hacer ejercicio, obtener tanto aire fresco y luz del sol como sea posible, lavar tus manos frecuentemente, mantenerte seguro, y lejos de aquellos más vulnerables.

Venceremos.

Ronnie Cummins es co-fundador de la Organic Consumers Association (OCA) y Regeneration International, y el autor de “Grassroots Rising: A Call to Action on Food, Farming, Climate, and a Green New Deal.” Para seguir informada(o) de las noticias y alertas de OCA, suscríbete aquí.

Traducción por Mariana Escalante, Asociación de Consumidores Orgánicos.

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