¿Qué prueba es más efectiva para detectar el COVID, la prueba del olfato o la de temperatura?

Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 24 de julio del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • Los estudios han demostrado que del 25 al 41 % de personas que dieron positivo al COVID-19 presentaron alteraciones en el olfato
  • Algunos expertos solicitan que se incluya una prueba de olor en las evaluaciones, esto de acuerdo con un estudio que demostró que solo el 30.7 % de personas tenía fiebre al estar en el hospital
  • El COVID-19 a menudo afecta el olfato y el gusto, pero no es claro cómo lo hace; el zinc podría estar relacionado con esto
  • Haga esta sencilla prueba en casa para evaluar su nivel de zinc. Si elige usar un suplemento de zinc, considere esta recomendación para reducir el riesgo latente en su sistema inmunológico

A medida que las empresas y los grupos fluctúan entre reunirse o no, muchos han comenzado a hacer una verificación de síntomas con la esperanza de reducir la exposición al SARS-CoV-2. Por lo general, consiste en hacer varias preguntas, tales como si ha estado expuesto a alguien con una infección activa o si ha tenido síntomas.

Los CDC recomiendan realizar evaluaciones de temperatura sin contacto en refugios y campamentos para personas sin hogar. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud y los CDC reconocen que esto puede ser inadecuado, ya que las personas asintomáticas pueden transmitir el virus.

Algunas compañías estadounidenses ordenaron que se practicaran controles de temperatura a los trabajadores que regresan al trabajo. Amazon anunció que hacen esto en más de 100 mil trabajadores por día.

Sin embargo, en un estudio de 5 700 personas que fueron hospitalizadas por COVID-19, los investigadores encontraron que solo el 30.7 % tenía fiebre. El Dr. Amesh Adalja infectólogo del Johns Hopkins Center para la Seguridad de la Salud, habló con un periodista de Health y dijo:

“La detección de fiebre puede ser una parte de un sistema más amplio, pero aún no es claro cuál es el margen de beneficio. Prevenir la infección del nuevo coronavirus es una labor multifacética. Incluso con la prueba en camino, es muy importante lavarse las manos y tener una buena higiene durante el día. Para quienes tienen riesgo alto, también es importante que continúen con el distanciamiento social, incluso en lugares abiertos”.

Los datos demuestran que el deterioro del gusto y el olfato predicen el COVID-19

No ha habido un estudio definitivo sobre el número de personas con COVID-19 que también tienen fiebre. Una nueva investigación publicada en JAMA proporciona una pista de que la fiebre puede no ser tan común con el virus como se creía al inicio.

Hasta que haya más información disponible, los científicos confían en los datos de la epidemia de SARS de 2003, para evaluar a los pacientes con COVID-19. En una revisión de la literatura publicada en 2009 después del SARS, los investigadores encontraron que la fiebre tenía un valor predictivo negativo que oscilaba entre 86.1 y 99.7 %.

Esto significa que las personas sin fiebre probablemente no tenían SARS. Sin embargo, no se puede decir lo mismo del COVID-19, ya que algunas personas son contagiosas antes de tener fiebre y otras simplemente no la presenten. Algunos expertos sugieren que agregar una prueba de olfato a los exámenes sería más efectivo, pues si bien la toma de temperatura puede resultar efectiva para un menor número de personas con una enfermedad viral.

También es importante recordar que se puede tener fiebre por razones distintas al COVID-19. Cada vez hay más pruebas que sugieren que las personas con el virus tienen una tasa más alta de disfunción del olfato y el gusto, incluyendo la pérdida completa, que se denomina anosmia (pérdida del sentido del olfato) y ageusia (sabor). Andrew Badley es líder de un laboratorio de virus en la Clínica Mayo. Y le dijo a un periodista del Stat News lo siguiente:

“Veo que la anosmia es un síntoma previo al COVID-19 en relación con la fiebre y algunas personas infectadas pueden tener anosmia y nada más. Por lo tanto, esto puede ser una prueba más efectiva en pacientes asintomáticos”.


¿Cuáles son los números?

En Abril Badley y sus colegas publicaron un estudio en el que evaluaron las notas clínicas de 77 167 pacientes que se habían sometido a pruebas de PCR para el COVID-19. Compararon esos resultados con los registros de salud electrónicos de los pacientes y encontraron que 2 317 dieron positivo y 74 850 dieron negativo.

Después, el equipo identificó y analizó los síntomas asociados al COVID-19, que incluyen fiebre y escalofríos, dificultad respiratoria, tos, dolor muscular, diarrea y disfunción del olfato. Los que dieron positivo fueron 27.1 veces más propensos a tener disfunción olfativa y gustativa que los que dieron negativo.

Esto resultó más significativo que cualquier otro síntoma analizado. El más contundente fue la fiebre y los escalofríos, que presentaron una probabilidad 2.6 veces mayor de que la persona tuviera el virus. En un estudio separado publicado en the International Forum of Allergy and Rhinology, los investigadores hicieron una revisión retrospectiva de los pacientes que acudieron al sistema hospitalario de San Diego entre el 3 de marzo de 2020 y el 8 de abril de 2020.

Incluyeron a aquellos con una infección positiva confirmada que también tuvieron una evaluación de la función del olfato y el gusto. 128 cumplieron con los criterios. De ellos, el 20.1 % requirió hospitalización. En un análisis más detallado, el equipo demostró:

“La admisión por COVID‐19 se relacionó con la disfunción del sentido del olfato y el gusto, mayor edad, la diabetes y los parámetros subjetivos y objetivos asociados a la insuficiencia respiratoria. En el análisis ajustado, la anosmia se relacionó de forma estrecha e independiente con la atención ambulatoria”.

Los datos recopilados de 220 encuestados en los Estados Unidos, demostraron que el síntoma de pérdida de olfato o sabor fue aún mayor. De los encuestados, el 42 % dio positivo al COVID-19, mientras que el 58 % no. El 37.7 % presentó pérdida o alteración del olfato y el gusto como primer o único síntoma.

Aparte se realizó una revisión de la literatura para incluir 24 estudios de 8 438 pacientes con COVID-19 con diagnostico positivo confirmado por laboratorio de 13 países. Los investigadores encontraron que la disfunción del olfato se encontró en el 41 % y la disfunción del gusto en el 38.2 % de la población.

¿Por qué el olor y el gusto resultan afectados?

El Dr. Justin Turner del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, cree que la prevalencia de anosmia en la población con COVID-19 es del 25 % y puede llegar al 80 %, según los informes subjetivos de los pacientes. También planteó la hipótesis de cómo puede suceder. Él cree que la causa principal es una reacción inflamatoria provocada por el virus dentro de la cavidad nasal cerca del nervio olfativo. Explica que:

“en la enfermedad del COVID-19, creemos que la pérdida del olfato es recurrente, ya que los receptores del COVID-19 que se localizan en el tejido humano se expresan con mayor frecuencia en la cavidad nasal y en las células de soporte del tejido olfativo. Estas células de soporte rodean las neuronas del olfato y les permiten sobrevivir”.

La infección del epitelio nasal también parece ser más recurrente en adultos. Los autores de un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association vincularon la tasa baja de infección en niños (menos del 2 %) con la hipótesis de que tienen una menor expresión de receptores ACE2 que los adultos.

Descubrieron que la edad era un factor de riesgo en la cantidad de receptores ACE2 en la cavidad nasal, “el primer punto de contacto para el SARS CoV-2 y el cuerpo humano”. Su sentido del gusto depende del olfato, por lo que tiene sentido que cuando se altera el olor también tenga una alteración en el gusto.

También me pregunto qué rol desempeña la deficiencia o insuficiencia de zinc con la pérdida del olfato. Los datos recopilados para un estudio publicado en el Foro Internacional de Alergia y Rinología demostraron que aquellos que ingresaron por una enfermedad más grave tenían una disfunción del sentido del gusto y el olfato. Uno de los síntomas de la deficiencia de zinc es la pérdida del sentido del olfato.

Sabemos que el cuerpo usa el zinc de manera intracelular, para detener la replicación viral y ralentizar o detener la infección. Podría ser posible que las personas que introducen más zinc en las células y lo usan para frenar la infección también tengan síntomas de insuficiencia o deficiencia de zinc a medida que su cuerpo usa el oligoelemento para combatir el virus.

Cómo evaluar la deficiencia de zinc

El zinc es importante para todos los órganos y los tipos de células, lo que explica los síntomas variados relacionados con la deficiencia. Alrededor de 100 enzimas lo requieren y es crucial para la función inmunológica, sanación de heridas, división celular y crecimiento y desarrollo. Los investigadores creen que la deficiencia de zinc:

“… es sorprendentemente común, afecta hasta una cuarta parte de la población en los países subdesarrollados, pero también afecta a distintas poblaciones en el mundo desarrollado como resultado del estilo de vida, la edad y los factores mediados por la enfermedad”.

En América del Norte, la deficiencia evidente es poco común y está relacionada con un consumo inadecuado, mayores pérdidas o requisitos. Por ejemplo, la biodisponibilidad es menor con una dieta a base de plantas y algunos han descubierto que los vegetarianos necesitan 50 % más de la cantidad diaria recomendada que las personas que comen carne.

Aunque, no es raro tener una insuficiencia de zinc leve o moderada. Dado que el oligoelemento es importante para combatir los virus, incluido el SARS-CoV-2, podría considerar realizar una simple prueba de zinc en casa para determinar su estado.

En el siguiente video, el Dr. Donald Ozello nos demuestra una prueba de sabor simple que puede decirle su nivel de deficiencia o insuficiencia de zinc. Solo coloque dos cucharadas de una solución de zinc a temperatura ambiente en su boca y sostenga. Los resultados se basan en lo que detecte después de 10 segundos.

  • Grado 1: un mal sabor inmediato, lo que significa que no tiene deficiencia
  • Grado 2: un sabor moderadamente malo, lo que indica que tiene una deficiencia leve
  • Grado 3: un sabor ligeramente desagradable o un sabor tardío, lo que significa que tiene deficiencia
  • Grado 4: sin sabor, lo que significa que tiene una deficiencia severa

Combine la quercetina y el zinc para reforzar de manera fuerte el sistema inmunológico

Para que el zinc funcione, primero debe ingresar a la célula. Su cuerpo usa ionóforos de zinc, o sustancias que abren la membrana celular para que pase. Los medicamentos como la cloroquina y la hidroxicloroquina son ionóforos de zinc, lo que hace posible la explicación de cómo afecta a las personas con COVID-19 cuando dichos medicamentos se combinan con el zinc.

La buena noticia es que hay otras sustancias que tienen la misma acción sin los efectos secundarios. En un estudio de laboratorio publicado en 2014, los científicos evaluaron la quercetina y el galato de epigalocatequina (EGCG encontrado en el té verde) para determinar si la actividad biológica puede aumentar la absorción celular de zinc. Por lo que concluyeron lo siguiente:

“La actividad ionófora de los polifenoles alimenticios podría ser el soporte para incrementar los niveles de zinc activados en las células por los polifenoles y, como consecuencia, mejorar muchas de sus acciones biológicas”.

La quercetina y el EGCG también tienen la ventaja de inhibir una enzima utilizada por el coronavirus para infectar a las células sanas. Además de esto, la quercetina tiene una potente actividad antiviral por derecho propio. Al consumir suplementos, es importante recordar que el consumo excesivo zinc puede aumentar los riesgos en la salud. Los efectos secundarios agudos incluyen náuseas, vómitos, diarrea, calambres abdominales y dolores de cabeza.

Otro factor importante relacionado con la salud inmunológica es el equilibrio entre el cobre y el zinc; incrementar el consumo de zinc podría ayudar. Chris Masterjohn escribe que consumir una cantidad pequeña como 60 miligramos de zinc por día podría causar problemas. Por lo general, el cobre reduce la actividad de la enzima superóxido dismutasa, a veces llamada SOD. Esto es decisivo para su defensa inmune. Él recomienda:

“Zinc, que se ingiere para llegar a los pulmones, como una manera preventiva, en lugar de tomarlo a en cuento empiecen los síntomas, ya que toma mucho tiempo en elevar las reservas sistémicas de zinc.

De manera preventiva prefiero usar de una a tres pastillas de zinc por día, para que los tejidos de la nariz y la garganta tengan reservas en zinc tan pronto como se encuentren con el virus. Sin embargo, a diferencia del zinc ingerido, estas pastillas diseñadas para esparcir el zinc, se pueden tomar en altas dosis para contrarrestar los síntomas, ya que su capacidad de propagar el zinc a través de estos tejidos no está limitada por los transportadores intestinales de zinc”.