Tomando la Vía Orgánica

Ejemplo de integración vertical en México

Vía Orgánica cuenta con 15 hectáreas de producción.

Productores de Hortalizas visita las instalaciones de Vía Orgánica A.C., una organización mexicana sin fines de lucro con integración vertical, cuya misión es promover la buena alimentación mediante una agricultura orgánica, el comercio justo, un estilo de vida saludable y la protección del Planeta.

Susanne Stover, editora asociada de la revista Productores de Hortalizas, tuvo la oportunidad de visitar las instalaciones en San Miguel, y de recopilar ella misma información sobre la empresa.

¿Qué es Vía Orgánica?

Vía Orgánica tiene como objetivo principal poner en contacto a productores, proveedores, tianguis, asociaciones municipales y procesadoras de alimentos para crear una verdadera vía orgánica que conecte los diferentes aspectos de la cadena alimentaria a través de conocimiento y recursos compartidos. De esta manera se espera fortalecer el movimiento orgánico en México.

La granja y la escuela agrícola Vía Orgánica están ubicadas cerca del pueblo histórico de Atotonilco, contiguo a la ciudad de San Miguel de Allende, en Guanajuato, México.

¿Por qué se estableció Vía Orgánica en México?

Vía Orgánica fue establecida a fin de fortalecer la producción mexicana de productos orgánicos. La meta de la organización es crear un sistema de producción donde los productores puedan ahorrar en insumos, sin sacrificar la calidad de su producción.

¿Cuál es la meta de mercadeo de Vía Orgánica?

Presentemente la empresa sólo abastece el mercado nacional de México.

¿Qué tan conectado está Vía Orgánica a la comunidad de San Miguel?

Vía Orgánica emplea trabajadores locales cuya remuneración está 20% por encima del salario normal. Además Vía Orgánica promueve la distribución de productos orgánicos producidos por otras fincas, tales como Toyan Rancho Orgánico, una operación de 78 ha que ha sido certificada orgánica desde hace 14 años, convirtiéndose en una de los primeros productores orgánicos de México.

¿Bajo qué marca se venden los productos?

Los productos se venden bajo la marca Vía Orgánica.

¿Cómo le va a la empresa?

Vía Orgánica ya goza de mucho éxito tanto en los cultivos y los talleres de agricultura orgánica como en el cafe-tienda

El invernadero de Vía Orgánica y los campos ya se encuentran entregando verduras orgánicas frescas a restaurantes locales incluyendo Bajo Fondo, Tapas, y Sollano 16. Vía Orgánica también ha puesto en marcha la distribución al mayoreo, con el objetivo de hacer que los alimentos orgánicos producidos por los agricultores de la región estén disponibles en los restaurantes y tiendas de San Miguel y Querétaro.

¿Cuál sería la estrategia de negocio más eficientemente implementada por Vía Orgánica?

Vía Orgánica tiene como objetivo ser una operación integrada verticalmente, sirviendo como líder en la industria de orgánicos en México.

¿Cuáles son algunos de los esfuerzos hechos por Vía Orgánica para conectar la agricultura orgánica de México?

Estamos tratando de desarrollar un directorio de producciones ecológicas, que nos permita compartir recursos y asesoría a nivel nacional.

Además, Vía Orgánica ofrece cursos de 4 días en agricultura y permacultura popular (todas las semanas de jueves a domingo), servicios de hospedaje y comida orgánica todos los días. Para información sobre precios y reservaciones llamar por teléfono a Vía Orgánica (415) 185-2194 / o escribir a: maya@viaorganica.org

“Vía Orgánica, la forma orgánica de alimentarse y la agricultura, no es una importación extranjera diseñada para gente rica en San Miguel, sino más bien, la forma tradicional y ancestral de cosechar el fruto de las tierras y cocinar como lo hacían nuestros abuelos, sin productos químicos ni aditivos.” — Rosana Álvarez Martínez, originaria de San Miguel, dueña de Casa Angelitos B & B (Calle Faroles # 3) en la colonia Atascadero, y Vicepresidenta de Vía Orgánica

¿Cuándo toman lugar los Días de Campo?

Vía Orgánica A.C. ofrece talleres gratuitos a los campesinos cada mes. El próximo taller está programado para el sábado 19 de septiembre. Para más información llamen al (415)185-2194.

¿Qué planes de futuro tiene Vía Orgánica?

Vía Orgánica está tratando de crear un almacén de semillas orgánicas a través de las variedades más exitosas durante sus pruebas en campo abierto.

Hortalizas, 19 de agosto, 2009 – Directo a la fuente

Ferias del Maíz

Por Lorena Paz Paredes

La Jornada del Campo Numero 23

Tlaxcala

Hace 12 años, en 1996, en la comunidad tlaxcalteca Vicente Guerrero nacen las ferias del maíz a iniciativa del grupo del mismo nombre, una explosión de alegría y de saberes sobre el grano nativo de Tlaxcala, donde campesinos de distintas regiones comparten una rica variedad de semillas y hacen gala de su gastronomía milpera. En este espacio se valora la milenaria cultura del maíz y se alerta a la población contra la pérdida de nuestra soberanía alimentaria, de los riesgos de la contaminación con granos transgénicos, y se muestra cómo recuperar la identidad maicera de Tlaxcala.

La primera feria reunió apenas a 18 productores en la escuelita primaria de Vicente Guerrero, en la segunda se juntaron 30, después 60 y ya en este año fueron 67 expositores y 400 visitantes. Con las ferias el grupo de la Vicente empezó a promover fondos de semillas para que los campesinos se aseguraran frente a las contingencias climáticas. Esto ayudó a que los malos temporales de 1997 y 1998 no sorprendieran a quienes tenían sus guardaditos de semilla, la mejor garantía contra los caprichos del clima. El grupo difundió un manual sobre conservación y mejoramiento de semillas recogiendo tradiciones y costumbres regionales, y es que algunos guardan maíz en trojes, en tambos, en cuexcomates, y le ponen cal revuelta con vena de chile y ceniza, práctica común en la zona oriente del estado. Además se hicieron estudios de las variedades de maíz en las 30 comunidades de la organización repartidas en cinco municipios, y se identificaron las más resistentes a las heladas, a la sequía, a los inclementes temporales o los recios vientos, maíces de ciclo corto, maíces perezosos, tardados pero rendidores, y los lugares y productores que las guardan tanto en Vicente Guerrero, como en Nanacamila, Ixtenco, Tepetitla, Ixtacuixtla o Españita.

Otras organizaciones cercanas y amigas del grupo Vicente Guerrero, como Campesino, AC o Ceduam, colaboraron en esta tarea en Calpulalpan o Benito Juárez y juntos han venido tejiendo una red apretada de intercambios y trueques campesinos de semillas que hoy atrae a rurales de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Jalisco, y a investigadores y estudiosos de universidades y centros académicos como el Instituto Tecnológico del Altiplano de Tlaxcala.

En las ferias anuales se lleva un minucioso registro de semillas y productores, un valioso inventario del maíz nativo y sus lugares de origen. Así, se han encontrado variedades como el arrocillo azul, arrocillo blanco, bolita, cacahuacintle, chalqueño, cristalino norteño, tuxpeño, palomero, ancho, ancho pozolero, elote cónico, pepitilla, tabloncillo, olotillo, Nal tel y vandeño. Y año con año se les sigue la pista y se ven resultados: rendimientos, modo de responder a plagas, vientos, temporales, etcétera. Hoy se sabe bien cuál variedad conviene sembrar según vengan las lluvias. No se promueven en cambio semillas de alta productividad, pues interesa la calidad y no el volumen, interesan los maíces con alto contenido proteínico, antioxidantes, los más sanos y completos para la nutrición familiar. Como en Tlaxcala los hay de muchos colores y sabores: azules, blancos, pintos, morados, el grupo de la Vicente enseña los valores y propiedades de cada uno, para que no se discrimine ninguno, que todos se cultiven, que todos se cocinen y se saboreen en distintas formas y guisos, y así también se educa el gusto y el paladar de la gente. Asistir a estas ferias puede darnos idea de lo que se empobrecería la vida de las comunidades tlaxcaltecas y de México si llegaran a perderse los granos nativos y esta cultura agrícola y culinaria.

El grupo de la Vicente también promueve la diversificación de la milpa pues además de los tradicionales compañeros del maíz en la parcela: frijol, calabacita, quelites, hoy también esta sembrándose haba, maguey, nopal, frutales y otras verduras. Porque se trata ­aseguran las socias­ de fortalecer el autoconsumo con productos más sanos y variados, y a la vez tener excedentes para vender y sacar algún ingreso que mejore la economía familiar. Por eso muchos cultivan el tomate de milpa, que aparte de dinero, da mucho empleo y ayuda a que los jóvenes no migren.

Gracias al empeño del grupo en la agricultura sustentable, se ha mejorado la ecología y la biodiversidad de la zona, y puede afirmarse que las 160 familias y los 112 productores asociados a la organización han avanzado notablemente en la diversificación de cultivos y en la recuperación de la flora y fauna endémicas. Pero también han crecido sus procesos organizativos y de gestión comunitaria para la educación, la salud, el empleo y el mejoramiento de sus condiciones de vida, porque la experiencia de las ferias, los fondos de semilla en la Vicente Guerrero y la voluntad por recuperar los maíces nativos y mejorar la vida rural, ha sido ejemplar para muchas comunidades de Tlaxcala.

Antiguas Técnicas Indígenas para Salvar al Campo

Por Jesús Ibarra

Atención San Miguel, 14 Agosto, 2009

Directo a la fuente

México está perdiendo a sus campesinos ante a los cambios climáticos y ante la agricultura industrializada. Son pobres y no tienen dinero para invertir en maquinaria, semilla, fertilizantes y pesticidas para sus cultivos.

Muchos abandonan su tierra, arruinada por químicos, la erosión o la desertificación, para buscar una vida mejor en las grandes ciudades tanto en México como en Estados Unidos. Esta es la triste realidad de la Mixteca, en el empobrecido estado de Oaxaca, al norte de la ciudad capital del estado, habitada por indígenas herederos de la antigua cultura Mixteca. Según la ONU, esta región tiene uno de los índices de erosión más altos en el mundo, y un 83 por ciento de la tierra ya no es arable.

“Cuando un campesino deja su parcela para convertirse en obrero, es un cambio dramático y terrible,” dice Jesús León Santos, líder campesino y ambientalista, originario de Tilantongo, Oaxaca, quien trabaja para mejorar la tierra de la Mixteca con un programa a base de antiguas técnicas indígenas e implementando un programa de agricultura sustentable para las familias campesinas de la región. “Estamos realmente preocupados porque toda la tradición y conocimiento del campo mexicano se está perdiendo. Sólo se está quedando la gente anciana, y no habrá herederos para todo este conocimiento que ha pasado de generación en generación entre las comunidades indígenas”.

León visitó San Miguel de Allende para participar en el primer taller en agricultura orgánica, que se llevó a cabo el 8 de agosto, en el Rancho Vía Orgánica. Además de ofrecer una plática en el taller, León visitó algunas comunidades rurales en el área para escuchar los problemas de los campesinos y compartir sus experiencias con ellos. Recientemente, fue galardonado con el Premio Ambiental Goldman por sus esfuerzos para proteger el ambiente.

Salvando la tierra a la manera prehispánica

En los 80, un grupo de refugiados guatemaltecos llegaron a Oaxaca cuando las condiciones sociales y políticas en su país se volvieron inestables. Desde hacía diez años, los guatemaltecos habían desarrollado un sistema agrícola de producción basado en principios orgánicos y conocimiento nativo. “Gente que había participado en estos programas salieron de Guatemala durante la crisis y llegaron a nuestra región, comenzando a capacitar a la gente con su técnicas. Yo fui uno de los que recibieron esas capacitaciones,” relata León. “Más tarde creamos todo un movimiento con gente interesada en cuidar el ambiente y en agricultura sustentable, y fundamos el Centro de Desarrollo Integral Campesino de la Mixteca, CEDICAM”.

Según León, el principal objetivo de CEDICAM es rescatar las tierras erosionadas y convertirlas en suelo fértil y productivo. “La Mixteca es un área muy erosionada, pero estamos desarrollando técnicas basadas en zanjas, que llamamos acequias de laderas, para retener el agua y evitar la erosión”. Es este un sistema muy antiguo que era usado para regar los cultivos durante la época prehispánica. El conocimiento de este sistema casi se había perdido, pero ahora, dice León, es ampliamente aceptado en el área e instituciones gubernamentales como SEMARNAT (Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales), lo están actualmente promoviendo. En la zona de la Mixteca, casi el 80 por ciento del agua de lluvia se pierde por escurrimiento sin que se filtre en el suelo. Se ha demostrado que cinco kilómetros de zanja pueden capturar 800,000 litros de agua durante un aguacero torrencial. León y CEDICAM han trabajado con campesinos locales para construir cientos de kilómetros de zanja en la zona.

Semillas nativas; campesinos a sus parcelas

Para León, es de gran importancia que las familias en el campo tengan suficiente que comer. Para lograr esto, deben trabajar su propia tierra y producir su propio alimento. “Al principio de los 50, la tendencia era desarrollar sistemas modernos de producción agrícola,” comenta León. “Puesto que los sistemas tradicionales no estaban produciendo como deberían, el conocimiento de los indígenas y campesinos fue reemplazado por tecnología. Esto ocasionó una gran dependencia en fertilizantes y conocimientos externos, lo que hace a las comunidades rurales más vulnerables.

Durante los 80, en un intento por mejorar sus cosechas, los campesinos mixtecos empezaron a sembrar variedades de maíz que requería un uso intensivo de fertilizantes y pesticidas. Después de que el Tratado de Libre Comercio entró en vigor, se cayó el precio del maíz y los campesinos no pudieron seguir afrontando los gastos de los químicos. Ante las pobres cosechas y la tierra degradada, miles de ellos abandonaron sus tierras.

León y CEDICAM se enfocan actualmente en el desarrollo de un sistema de agricultura integral llamado “sistema de milpa”. “También es un antiguo sistema usado por los antiguos mixtecas,” comenta León. “Hoy está casi olvidado pues ha sido reemplazado por sistemas de monocultivo –sólo un cultivo en el campo”. León explicó que el sistema de milpa combina deferentes cultivos como maíz, frijol, calabaza, y hierbas silvestres comestibles, en el mismo campo. “Este sistema podrá no producir las ocho toneladas por hectárea que produciría un campo de monocultivo en Sinaloa, con una gran inversión de químicos y maquinaria, pero le dará al campesino 1,800 kilos de maíz para su familia y sus animales. Le proveerá además de otros alimentos como frijol, calabaza o cualquier otra cosa que haya sembrado en su parcela, sin una gran inversión, usando sólo abonos verdes y semillas nativas, y probablemente les quede un excedente para vender”.

León dice que “hay una tendencia en contra de las semillas nativas, a pesar de que durante siglos nos han provisto de comida y se han venido adaptado al clima local. De repente, queremos reemplazarlas con semillas genéticamente modificadas de las que no sabemos lo suficiente. Esto preocupa no sólo a los campesinos y agricultores sino también a los consumidores. Son los consumidores quienes deben de exigir el uso de estas semillas nativas. Además de ofrecer un mejor sabor, ayudar a mantener la cultura, tradición y el antiguo conocimiento campesino vivos.”

No fue fácil para León convencer a la gente de usar este sistema. “Es complicado cambiar de un sistema basado en químicos a un sistema natural. No podemos dejar de usar los fertilizantes de un solo golpe. Tiene que hacerse poco a poco, reduciendo los fertilizantes químicos e incrementando los abonos verdes, y así no se afectará la producción drásticamente. La gente vive de sus parcelas; si los forzamos a cambiar drásticamente de un sistema a otro, pueden sufrir bajas severas en su producción y desmotivarse. El cambio debe de ser gradual”.

Actualmente, León trabaja regularmente con 12 comunidades rurales en Oaxaca y esporádicamente con otras 30, ayudando a 700 familias.

Maíz Criollo Orgánico

Por Emanuel Gómez
La Jornada del Campo Numero 23
Chiapas

Cada año Chiapas ocupa el tercer o cuarto lugar como productor de maíz de México, el primero o segundo en riqueza biológica, hídrica y patrimonio cultural. Tierra rica y pueblo pobre: las condiciones de explotación, los programas de ganaderización y desmonte del trópico húmedo, la urbanización cada vez más acelerada y la explotación desmedida de sus recursos han llevado a la tierra de los antiguos pueblos del maíz a ocupar cada año, desde hace décadas, el primero o segundo lugar en pobreza extrema, desastres ambientales, conflictos políticos y, recientemente, expulsión de población migrante.

Doscientas mil familias integradas por cinco a diez hijos por mujer en edad fértil dependen del maíz de autoconsumo, de la madera de monte para cocinar, de los ríos ­regados por plaguicidas y drenaje­ para abastecerse de agua, todos los días. La tierra resulta ser insuficiente: una hectárea por familia en promedio, donde se siembra maíz, frijol, calabaza con el sistema tradicional milpa, que desde hace siglos, y pesea las políticas de liberación comercial, sigue siendo base de la economía campesina y fuente de diversidad biológica local.

La milpa en riesgo.

Ante la reducción de bosques y selvas, se calcula que en menos de 30 años (una generación) los únicos ecosistemas que sobrevivan serán las unidades de producción campesina: las milpas, los cafetales y potreros, pero el uso indiscriminado de fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, semillas híbridas y ahora transgénicas hace evidente que estos agroecosistemas también están en un deterioro acelerado. El sistema milpa, subsidiado por programas como Maíz Solidario y Alianza para el Campo con paquetes tecnológicos de fertilizantes, herbicidas y semillas híbridas, requiere su transformación a la producción orgánica de semillas criollas. Las semillas híbridas hacen dependiente al campesino de las empresas y de los programas que les surten este insumo. Incluso con el Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA), se promueve la distribución de semillas híbridas de /Quality Production Maize /(QPM), que los campesinos aceptan sin saber que si estos granos reemplazan las semillas criollas o nativas, aumentan los costos de producción y la dependencia de empresas o programas de gobierno que les regalen las semillas. Es tan absurdo como pensar en sustituir agua por refrescos, y regalar el popote.

Estrategia orgánica.

Ante este escenario, los productores de regiones indígenas como Los Altos, Fronteriza, Selva y Sierra Madre de Chiapas han promovido desde 2003 la transición del autoconsumo a la agricultura orgánica. La base es el reconocimiento del trabajo campesino de selección de semillas, conocido técnicamente como fitomejoramiento y sistematizado como metodología por técnicos del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas de Cuba (INCA) con el nombre de fitomejoramiento participativo. La Red Maíz Criollo, integrada por organizaciones de productores de todo el estado, ha impulsado desde 2007 que l programa Maíz Solidario se transforme de ser un esquema de distribución de agroquímicos a ser parte del proceso de transición a la agricultura orgánica y se articule con otros programas en una estrategia integral sintetizada en el documento ³Iniciativa popular maíz criollo Chiapas², entregada a las dependencias de gobierno en marzo de 2008 y respaldada por más de 20 organizaciones y seis mil 500 campesinos.

La propuesta técnica de la Red Maíz Criollo, aprobada por la Secretaría del Campo (Secam) desde 2008 como opción orgánica de Maíz Solidario, se basa en la sustitución de fertilizantes químicos por abonos orgánicos comerciales derivados de algas marinas, humus de lombriz, bacterias como a /zospyrillum /y micorrizas como /rizodium/. Así como la aplicación de abonos producidos por los campesinos con base en excrementos de todo tipo de animales (cerdos, gallinas, borregos, caballos, vacas, murciélagos, hormigas), compostas de residuos vegetales, cal y cenizas, abonos verdes (frijol, nescafé o terciopelo, leguminosas, hierbas del terreno, alfalfa y chaya).

Presupuestos pendientes.

Este proceso ha sido avalado por investigadores de Ecosur, CIESAS, INIFAP, Chapingo, UAM, UNACH y por funcionarios de Secam, Sepi, Banchiapas, Semarnat, CONANP, SNICS-Sagarpa, CDI, así como por comisiones legislativas, pequeños empresarios de abonos orgánicos y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y se conoce en las comunidades indígenas como ³el proyecto de maíz criollo orgánico², sin que se traduzca en una política pública con recursos etiquetados desde el Congreso, por lo que sigue siendo un proceso piloto.

La producción de semillas resulta ser la primera revolución tecnológica, tan antigua como el descubrimiento de la rueda, y sin embargo, sigue sin ser valorada: año con año los campesinos seleccionan el maíz por color, tamaño, textura y lo vuelven a sembrar, garantizando así la agrobiodiversidad, sin que esto sea reconocido por su trabajo. Hay serias dificultades institucionales, particularmente entre técnicos y funcionarios de la vieja escuela de la Revolución Verde , para reconocer el valor de las semillas criollas y la producción orgánica de abonos. Pero no queda otra salida: las crisis ambiental, alimentaria, energética y financiera actual tienen un factor común en la aplicación de agroquímicos: contaminan suelos, bosques y aguas, liberan gases de efecto invernadero, dependen de la petroquímica para su producción y soncada vez más costosos pues con la privatización de Fertimex, el Estado perdió su soberanía en la producción de insumos y ahora requiere importarlos de Ucrania, cuando entre los campesinos hay infinidad de experiencias en aprovechamiento de recursos y una demanda creciente por generación de empleos.

La pobreza es otro factor estructural que dificulta este proceso: se requiere capacitación, organización, transporte a lomo de /mecapal /por caminos intransitables, inversión en obras para construcción de aboneras, centros de acopio regionales, mochilas nuevas para aplicar los abonos líquidos, programas de control de la erosión, diversificación de la milpa tradicional, ferias de semillas criollas, cambios institucionales, alianza con pequeños empresarios honestos, organizaciones de la sociedad civil de nueva generación y visión de largo plazo. Y sin embargo, se mueve.

Olvide el gas y las baterías: La orina es la nueva fuente de energía

Por Eric Bland

MSNBC, Julio 8 del 2009

Carros con combustible de orina, casas y artículos electrónicos podrían estar disponibles en seis meses gracias a la nueva tecnología desarrollada por los científicos de la Universidad de Ohio.

Usando un electrodo de níquel, los científicos pueden producir grandes cantidades de hidrogeno a bajo costo usando la orina que puede ser quemada o usada en células combustibles. “Una vaca puede proveer suficiente energía para suplir 19 casas con agua caliente”, dijo Gerardine Botte de la Universidad de Ohio quien desarrollo la tecnología. “Los soldados podrían cargar su propio combustible”.

El poder de la orina como combustible se basa en el hidrogeno, uno de los elementos más comunes del universo pero también uno que ha resistido los esfuerzos para producirlo, almacenarlo, transportarlo y usarlo económicamente.

Conservar hidrogeno puro requiere alta presión y bajas temperaturas. Nuevos materiales nano diminutos con vastas áreas pueden absorber hidrogeno. Pero aun no se producen a escala comercial.

La adherencia química del hidrogeno a otros elementos como el oxigeno para formar agua hace fácil su almacenamiento y transporte, pero la obtención del hidrogeno cuando es necesario requiere cantidades económicamente prohibidas de electricidad,

Botte y colegas se dieron cuenta que adhiriendo el hidrogeno a otro elemento, se puede almacenar hidrogeno sin exóticos medios y condiciones, y luego liberarlo usando menos electricidad, 0.037 voltios frente a los 1.23 voltios que se necesitan con el agua.

Una molécula de urea, el mayor componente de la orina, contiene cuatro átomos de hidrogeno adheridos a dos átomos de nitrógeno. Introduciendo un electrodo de níquel en un depósito de orina y aplicando una corriente eléctrica despide gas de hidrogeno.

El prototipo usado por Botte mide 3x3x1 pulgadas y puede producir 500 voltios de energía. Sin embargo Botte y colegas están tratando de comercializar versiones más amplias de esta tecnología.

Un vehículo con combustible de orina, podría teóricamente recorrer 90 millas por galón. Una unidad del tamaño de una refrigeradora podría producir un kilovatio de energía por unos $5000 dólares, aunque este “es solo un estimado por ahora” dijo Botte.

Los desechos de una granja de pollos podrían ser usados para producir su propia energía, declaro John Stickney, un profesor de química de la Universidad de Georgia.

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