Ferias del Maíz

Por Lorena Paz Paredes

La Jornada del Campo Numero 23

Tlaxcala

Hace 12 años, en 1996, en la comunidad tlaxcalteca Vicente Guerrero nacen las ferias del maíz a iniciativa del grupo del mismo nombre, una explosión de alegría y de saberes sobre el grano nativo de Tlaxcala, donde campesinos de distintas regiones comparten una rica variedad de semillas y hacen gala de su gastronomía milpera. En este espacio se valora la milenaria cultura del maíz y se alerta a la población contra la pérdida de nuestra soberanía alimentaria, de los riesgos de la contaminación con granos transgénicos, y se muestra cómo recuperar la identidad maicera de Tlaxcala.

La primera feria reunió apenas a 18 productores en la escuelita primaria de Vicente Guerrero, en la segunda se juntaron 30, después 60 y ya en este año fueron 67 expositores y 400 visitantes. Con las ferias el grupo de la Vicente empezó a promover fondos de semillas para que los campesinos se aseguraran frente a las contingencias climáticas. Esto ayudó a que los malos temporales de 1997 y 1998 no sorprendieran a quienes tenían sus guardaditos de semilla, la mejor garantía contra los caprichos del clima. El grupo difundió un manual sobre conservación y mejoramiento de semillas recogiendo tradiciones y costumbres regionales, y es que algunos guardan maíz en trojes, en tambos, en cuexcomates, y le ponen cal revuelta con vena de chile y ceniza, práctica común en la zona oriente del estado. Además se hicieron estudios de las variedades de maíz en las 30 comunidades de la organización repartidas en cinco municipios, y se identificaron las más resistentes a las heladas, a la sequía, a los inclementes temporales o los recios vientos, maíces de ciclo corto, maíces perezosos, tardados pero rendidores, y los lugares y productores que las guardan tanto en Vicente Guerrero, como en Nanacamila, Ixtenco, Tepetitla, Ixtacuixtla o Españita.

Otras organizaciones cercanas y amigas del grupo Vicente Guerrero, como Campesino, AC o Ceduam, colaboraron en esta tarea en Calpulalpan o Benito Juárez y juntos han venido tejiendo una red apretada de intercambios y trueques campesinos de semillas que hoy atrae a rurales de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Jalisco, y a investigadores y estudiosos de universidades y centros académicos como el Instituto Tecnológico del Altiplano de Tlaxcala.

En las ferias anuales se lleva un minucioso registro de semillas y productores, un valioso inventario del maíz nativo y sus lugares de origen. Así, se han encontrado variedades como el arrocillo azul, arrocillo blanco, bolita, cacahuacintle, chalqueño, cristalino norteño, tuxpeño, palomero, ancho, ancho pozolero, elote cónico, pepitilla, tabloncillo, olotillo, Nal tel y vandeño. Y año con año se les sigue la pista y se ven resultados: rendimientos, modo de responder a plagas, vientos, temporales, etcétera. Hoy se sabe bien cuál variedad conviene sembrar según vengan las lluvias. No se promueven en cambio semillas de alta productividad, pues interesa la calidad y no el volumen, interesan los maíces con alto contenido proteínico, antioxidantes, los más sanos y completos para la nutrición familiar. Como en Tlaxcala los hay de muchos colores y sabores: azules, blancos, pintos, morados, el grupo de la Vicente enseña los valores y propiedades de cada uno, para que no se discrimine ninguno, que todos se cultiven, que todos se cocinen y se saboreen en distintas formas y guisos, y así también se educa el gusto y el paladar de la gente. Asistir a estas ferias puede darnos idea de lo que se empobrecería la vida de las comunidades tlaxcaltecas y de México si llegaran a perderse los granos nativos y esta cultura agrícola y culinaria.

El grupo de la Vicente también promueve la diversificación de la milpa pues además de los tradicionales compañeros del maíz en la parcela: frijol, calabacita, quelites, hoy también esta sembrándose haba, maguey, nopal, frutales y otras verduras. Porque se trata ­aseguran las socias­ de fortalecer el autoconsumo con productos más sanos y variados, y a la vez tener excedentes para vender y sacar algún ingreso que mejore la economía familiar. Por eso muchos cultivan el tomate de milpa, que aparte de dinero, da mucho empleo y ayuda a que los jóvenes no migren.

Gracias al empeño del grupo en la agricultura sustentable, se ha mejorado la ecología y la biodiversidad de la zona, y puede afirmarse que las 160 familias y los 112 productores asociados a la organización han avanzado notablemente en la diversificación de cultivos y en la recuperación de la flora y fauna endémicas. Pero también han crecido sus procesos organizativos y de gestión comunitaria para la educación, la salud, el empleo y el mejoramiento de sus condiciones de vida, porque la experiencia de las ferias, los fondos de semilla en la Vicente Guerrero y la voluntad por recuperar los maíces nativos y mejorar la vida rural, ha sido ejemplar para muchas comunidades de Tlaxcala.