Tlatlaya, Ayotzinapa: el asesino es el sistema y su gobierno

La brutalidad de la represión demuestra por otra parte que ha llegado el momento de comprender cuál es el objetivo estratégico de la lucha y el real enemigo y, por consiguiente, de introducir claridad en las ideas y las protestas. Es muy importante pero no basta con que los normalistas aparezcan con vida si después todo sigue igual y, por lo tanto, habrá otros asesinatos de Estado impunes.

Las renuncias de Aguirre y del alcalde de Iguala son imprescindibles, pero tampoco bastan: en Guerrero o Michoacán, como en buena parte del país, la lucha contra el crimen y el narcotráfico debe estar en manos de la policía comunitaria y de las autodefensas, no del poder capitalista enlazado con el narcotráfico y de sus policías corruptas. Los partidos del régimen deben ser repudiados y, conjuntamente, hay que reforzar la organización política de los trabajadores (OPT). Llegó la hora de discutir cuál es la estrategia popular para el próximo periodo.