Sociólogo critica artículo sobre transgénicos en México de la revista Nature

Por Anastasia Gubin, La Gran Época, julio de 2014

El artículo publicado por la bióloga mexicana y periodista Laura Vargas Parada en la revista Nature sobre los intereses de las compañías transnacionales para cultivar maíz transgénico, recibió fuertes críticas por parte del sociólogo Renzo D’ Alessandro, quien anteriormente publicó una tesis sobre el tema “las formas indígenas de conservación de maíces nativos”

El artículo de Nature fue publicado el 3 de julio al igual que el comentario de D’Alessandro.

En primer lugar el sociólogo recordó a la bióloga, que la posición científica en contra de Monsanto y los transgénicos lleva 13 años y no un año como señala en el documento publicado por Nature el 3 de julio, además destacó que la autora, retrató como “activistas” a los investigadores y catedráticos que se oponen a los transgénicos, “cuando, se sabe que los científicos opositores a esta biotecnología no se presentan con argumentos ideológicos o de activistas, sino que han producido y juntado evidencias para defender con datos duros su postura”, escribió el sociólogo, según Ecoportal.

Hace 13 años el ecólogo y Microbiólogo Ignacio Chapela, de la Universidad de California en Berkeley y el investigador de su grupo David Quist, desmintieron a las afirmaciones de la biotecnología en relación al maíz transgénico. Su artículo, publicado en Nature en el año 2001 demostró la presencia de transgenes en cultivos de sierra norte de Oaxaca, muy lejos de los sitios donde la transnacional experimentaba sus productos, de acuerdo a un reporte de La Jornada el 14 de febrero de 2012, cuando entrevistó al científico.

El medio mexicano explicó que Chapela y Quist “fueron víctimas de una virulenta campaña de desprestigio dentro y fuera de los campus universitarios” y citó las palabras: “Fue algo dañino para mi carrera, eso hay que aceptarlo. Al mismo tiempo fue muy educativo y permitió ver el trasfondo de la situación”, dijo Chapela.

Pese a que hay muchas investigaciones y nuevos estudios que observan lo que denunciaron los científicos hace 13 años, las compañías continúan en descartar estos hechos públicos.

Chapela declaró a La Jornada que la gran revelación de todo lo que sucedió fue la corrupción en torno al problema de los transgénicos.

“En ese momento tuvimos la oportunidad de levantar la sotana a la religión de la biotecnología. Probamos que lo que prometían no estaba ahí, sobre todo el control. Nos dimos cuenta de la influencia de fuerzas corruptas que nada tienen que ver con la ciencia ni con la economía. Ésa fue la gran revelación”, dijo el científico.

En su crítica, D’Alessandro explicó que no se puede llamar a estos científicos como activistas. En 2012 Chapela concluyó además que después de 40 años, “la biotecnología no solo no ha dejado nada”, sino que además “sigue empujando sus productos con artimañas”. De hecho los investigadores que impulsaron una campaña de desprestigio con cartas en contra Chapela y Quist hace 13 años fueron personas al servicio de la publicidad de Monsanto, según La Jornada. A raíz de las cartas, el científico fue despedido de su cátedra, pero luego la recuperó. Quien lo acusaba estaba envuelto en otro tema en conflicto de intereses con Berkeley y la compañía farmacéutica Novartis, que invirtió 25 millones de dólares, denunció Chapela en 2002, según La Jornada.

La “artimaña” que dice Chapela que ocurrió se evidenció con el tiempo. Se pidió a los miembros del Instituto Nacional de Ecología (INE) con quienes él trabajaba, para que corroboraran el estudio previo. “Los investigadores Sol Ortiz y Exequiel Ezcurra, adscritos al INE y Jorge Soberón, secretario ejecutivo de la Conabio en aquel momento, “con quienes trabajábamos, decidieron separarse de la investigación, asignar recursos independientes a un proyecto paralelo”, dijo el científico.

Elena Álvarez Buylla, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM explicó que en 2005 la revista PNAS publicó su reporte sobre la inexistencia de transgenes en la misma zona donde los detectaron”. Sin embargo. La Jornada expone que cuando la revista Science le pidió a Álvarez comentar el artículo, se evidenció que las conclusiones que puso eran contrarias a las evidencias.

El INE encontró posteriormente nuevas “evidencias de que había transgenes no sólo en las razas de maíz que habían detectado Quist y Chapela, sino también en Yucatán, Guanajuato y varias zonas de Oaxaca. El artículo no fue publicado PNAS pero fue hecho en la revista Molelecular Ecology.