Tag Archive for: deforestación

PNUD: Devastación de bosques y selvas está asociada a políticas e incentivos

Por Elizabeth Velasco C., La Jornada, 30 de julio de 2013

No se ha detenido la deforestación, pero se redujo: Conafor Read more

Declaración de La CLOC- Vía Campesina frente a REDD

CLOC, noviembre 9, 2010

La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo – Vía Campesina (CLOC-VC) expresa su rechazo absoluto ante las falsas soluciones al cambio climático y particularmente al mecanismo llamado REDD, REDD+, REDD++ que se pretende imponer en la Conferencia de Cancún pues el mismo representa un paso más en la privatización de la naturaleza y el despojo de nuestros pueblos.

Tal como lo ha expresado la Cumbre de los Pueblos Frente al Cambio Climático realizada en Cochabamba, donde la CLOC-VC tuvo una activa participación “Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones + y ++, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza”.

Los proyectos REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal), son una iniciativa surgida de las negociaciones de cambio climático que pretende incorporar los bosques -y otros ecosistemas- a los mercados internacionales, para lo que necesitan atacar los derechos de los pueblos y las comunidades sobre sus tierras y territorios. Este mecanismo es una profundización y expansión global de la privatización y apropiación de los bosques, paramos y tierras agrícolas por parte de los estados y las empresas privadas. REDD implica la creación y el comercio global de servicios ambientales en desmedro de la soberanía alimentaria y demás derechos de los pueblos promoviendo su control por grandes corporaciones, el control de los territorios y la militarización de los mismos.

Los daños sufridos por las comunidades ya son visibles allí donde se impulsan proyectos de este tipo, siendo una pequeña muestra de la amenaza de REDD los impactos sobre los campesinos de Ecuador, Brasil, Indonesia y Kenia donde ya existen proyectos implementados.

Rechazamos estas formas de interferencia en nuestras tierras y territorios que, aprovechando las necesidades de las comunidades, utilizando estrategias de división y falsas consultas, pretenden involucrarlas en estos mecanismos REDD.

REDD una forma mas de traspasar la responsabilidades de los países que han contaminado la atmósfera hacia los pueblos del Sur que históricamente hemos cuidado el planeta y de ninguna manera podrá ser reformulado para que este al servicio de la verdadera protección de los bosques y a favor de los pueblos.

Exigimos que se enfrente el Cambio Climático con la única salida posible que es la reducción en el consumo y extracción de combustibles fósiles y el apoyo a la agricultura campesina, lo que significa consiguientemente un cambio de relación entre los seres humanos y la naturaleza, inspiradas en aquellas que los pueblos indígenas y campesinos mantienen hasta el día de hoy.

Alertamos a los campesinos del continente que toda intención de incorporar los llamados estandares social y ambientales los proyectos REDD no resuelven los problemas, pues REDD no detiene el cambio climático, ni frena los intereses de apropiación definitiva de nuestras tierras.

Los bosques, los manglares, páramos, humedales y la agricultura campesina están protegiendo al planeta pues, a mas de ser espacios ricos en biodiversidad, son reservorios naturales de agua y carbono y así mantienen el equilibrio climático. Estos ecosistemas junto a prácticas tradicionales constituyen fuente de vida y hogar de comunidades campesinas, pueblos indígenas, pescadores o afrodescendientes, que hemos permanecido en estos territorios y los hemos cuidado desde siempre.

Sin embargo estas tierras están siendo destruidas por actividades petroleras, la minería, la explotación industrial de madera, la conversión de bosques y tierras agrícolas en plantaciones forestales y monocultivos para agrocombustibles y agroexplotación. Todo esto contribuye a acelerar la contaminación y el deterioro de las condiciones de vida en el campo así como a empeorar el cambio climático, puesto se emiten grandes cantidades de C02 y otros gases de efecto invernadero.

Por lo tanto combatir el cambio climático implica, en primer lugar, cambiar el modelo de desarrollo basado en el sobre consumo y extracción de combustibles fósiles, enfrentar seriamente la deforestación lo que significa terminar sus causas subyacentes, apoyar la agricultura campesina y familiar y respetar y favorecer los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades sobre sus tierras y territorios.

Hacemos un llamado a construir amplias alianzas en el campo y la ciudad para que desde la unidad logremos derrotar esta nueva amenaza para nuestros pueblos.

¡Nuestro Clima no está en venta!

¡Los campesinos y campesinas están enfriando el planeta!

REDD y Pueblos Indígenas

Ana de Ita, La Jornada, Septiembre 18, 2010

El gobierno mexicano promoverá el Programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD), en la 16 Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP16), que se realizará en Cancún a finales de noviembre y principios de diciembre.

Las más de 170 corporaciones trasnacionales que han promovido desde la firma del Protocolo de Kyoto los mercados de carbono como un mecanismo viable para comprar créditos por reducción de emisiones a partir de los bosques de los países del sur (mientras mantienen sus industrias contaminantes en el norte) requieren una señal positiva de que los mercados del gas progresan. Estos mercados existen aun sin el REDD y tienen como trasfondo la privatización del aire, que hasta ahora es un bien común. Por más ciencia ficción que parezca, a partir de contratos de compraventa los países industrializados están adquiriendo de los países del sur la capacidad de sus bosques de capturar carbono. Es decir, están comprando y vendiendo aire.

Las corporaciones y gobiernos que han invertido en los mercados de carbono han sido enfáticos en que el carbono debe ser una mercancía totalmente comercializable. Los bonos de carbono deben poder venderse en los mercados secundarios y de derivados, participar en los índices de precios y cotizaciones junto con el petróleo o el trigo, y comprarse tantas veces como se quiera, cotizar en bolsa y entrar a mercados de especulación. Para algunos analistas, el carbono puede ser el próximo activo tóxico.

Las comunidades y gobiernos que vendan sus certificados de carbono por reducción de emisiones en el mercado primario pueden verse imposibilitadas de recuperar sus bosques puestos como garantía, cuando sus certificados sean parte de los mercados de derivados.

Pero además este programa tendrá efectos directos sobre la vida de las comunidades forestales y pueblos indígenas que habitan y dependen de los bosques. En los países del sur los bosques en su mayoría son propiedad de los estados: en África, 98 por ciento; en Asia, 66 por ciento; en Latinoamérica, 33 por ciento, mientras que una mínima parte es propiedad de comunidades y pueblos indígenas. No obstante, esos bosques de propiedad estatal son el hogar de miles de pueblos nativos, que dependen de ellos para reproducirse como tales. México es una excepción, ya que como conquista de las luchas sociales, 59 por ciento de los bosques son propiedad de las comunidades y pueblos indígenas; 34 por ciento están en manos privadas, y sólo 8 por ciento son propiedad del Estado.

Entre otras implicaciones, el REDD++ afecta los derechos de uso de los pueblos nativos sobre sus bosques, y depende de qué tan autoritario es un país para imaginar sus efectos. De ahí que la Red Indígena sobre el Medio Ambiente denunció que a partir del REDD se prevé la mayor usurpación de tierras de la historia. Las experiencias ocurridas a los pueblos ogooni en Nigeria, los ogiek de Kenia y las comunidades de guaraqueçaba en Brasil son una muestra de la política de bosques cercados, con expulsión e incluso genocidio de los pueblos indígenas que los consideraban su hogar. Al aumentar el valor económico de los bosques, el interés de agentes estatales y privados por enajenarlos de las comunidades que los habitan crece.

No obstante, en México algunas organizaciones forestales están interesadas en promover el REDD++, que incluye un componente de manejo sustentable de los bosques y de conservación de reservas de carbono. Aunque sería justo y deseable que las comunidades forestales fueran compensadas por su excelente manejo y cuidado de los bosques y por el importante papel que éstos cumplen en tiempos de crisis climática, los efectos de la política ambiental sobre los pueblos nativos prenden focos rojos que atender. La política ambiental parte del supuesto de que la conservación viene de fuera, a pesar de la evidencia histórica que demuestra que los sitios naturales mejor conservados coinciden con los territorios indígenas en el país. Es la cosmovisión de los pueblos indígenas la que ha permitido la conservación de su hábitat y no las reglas ni prohibiciones de los administradores de la política ambiental internacional y nacional.

Las áreas naturales protegidas son el corolario de una política de colonización y despojo. Atentan directamente contra la propiedad social y son un instrumento moderno para expropiar el derecho de los pueblos indígenas sobre sus territorios. En un país que continúa negando el derecho a la autonomía de los más de 56 pueblos indígenas, el REDD++ se coloca como un nuevo instrumento de enajenación del control de los pueblos indígenas sobre su territorio. Las áreas protegidas de carbono que el REDD++ establecerá tendrán los mismos efectos que cualquier otra área natural protegida, en tanto que los pagos por manejo sustentable del bosque son el señuelo para que las comunidades y pueblos indígenas lo acepten.

Vendiendo Aire

Por Silvia Ribeiro, La Jornada, Septiembre 11, 2010

Avanza uno de los más increíbles ataques a los bienes comunes del planeta y la humanidad: la privatización del aire. La principal herramienta para ello es un mecanismo llamado cínicamente REDD (reducción de emisiones por deforestación y/o degradación evitada de bosques), que está entre los puntos clave que promueve el gobierno mexicano en las negociaciones internacionales sobre el clima.

La propuesta de los programas REDD es que como la deforestación es un factor importante de la crisis climática, hay que compensar económicamente a quienes ya no lo hagan. Por ello se llama deforestación “evitada”: primero hay que deforestar para luego vender el dejar de hacerlo. Un típico escenario “ganar-ganar”, como dicen los empresarios y sus ONG amigas. Ganan los talamontes al deforestar y ganan por dejar de hacerlo. Quienes más se benefician de estos programas son los que más bosque y selva hayan destruido. Y que podrán seguir haciéndolo, ya que REDD acepta que dejando apenas 10 por ciento del área original se cuente como “deforestación evitada”.

Al programa original se le agregaron versiones llamadas REDD++, que incluyen pagos por “acrecentar los inventarios de carbono” y pagos por “conservación” y “manejo sustentable del bosque”. En el primer caso se trata de, además de deforestar, establecer en su lugar monocultivos de árboles, otra fuente de lucro adicional, con fuertes impactos ambientales y sobre las comunidades.

Lo más perverso de este mecanismo es lo que llaman “conservación y manejo sustentable”, porque apunta directamente a despojar a las comunidades indígenas y campesinas de sus derechos y territorios.

La propuesta de REDD es que “como se paga”, lo que se haga con el bosque y su capacidad de absorción de dióxido de carbono debe ser “verificable”, es decir, definido por agentes externos a las comunidades. Para éstas y los ejidos significa pagar caro a “expertos” para que les digan qué pueden o no hacer en sus propios bosques y territorios, y firmar “voluntariamente” (o engañados por instituciones gubernamentales y ONG que gestionan estos programas) la alienación de su manejo autónomo del territorio, para poder cobrar unos pesos por la supuesta capacidad de absorción de sus bosques. Esa capacidad la compran empresas altamente contaminantes y grandes emisores de gases de efecto invernadero, para seguir contaminando con la justificación (no probada científicamente, pero muy lucrativa) de que en otra parte del mundo habrá un bosque que absorberá sus emisiones. A su vez, esto entra en un mercado secundario de créditos de carbono donde la misma empresa puede revender a otros por un precio mayor, recuperar toda su inversión y además ganar dinero extra. El mayor volumen monetario de los mercados de carbono es la especulación secundaria, es decir, la venta y reventa de, literalmente, puro aire.

Este tipo de mercantilización y especulación ya existía antes de REDD, con el pago y comercio de servicios ambientales. Con REDD, se trata de consolidar globalmente una nueva forma de “derechos de propiedad”. No la propiedad directa del bosque, sino la de “derechos de emisión” de éstos, para comerciarlos en un mercado altamente especulativo.

Así, las empresas más criminales del planeta, además de devastar enormes zonas con sus actividades, calentar el planeta y maquillarse de verde con esta compra de “créditos de carbono”, reclamarán la propiedad de facto de los bosques, porque aunque las comunidades sigan teniendo sus títulos de propiedad, no podrán tocarlos ni decidir nada sobre ellos.

Un ejemplo reciente: el 7 de septiembre, la Red Indígena Ambiental y Amigos de la Tierra Internacional denunciaron que el proyecto REDD más grande hasta el momento, 100 mil hectáreas en Rimba Raya, Borneo, es financiado por la Shell, Gazprom y la Fundación Clinton. En realidad no es “financiación”, sino inversión, ya que Shell y Gazprom seguirán lucrando con sus actividades contaminantes (que producen más calentamiento global) y además ganarán millones de dólares con la venta de esos créditos de carbono en el mercado secundario. Reuters estimó que en ese proyecto se podrían captar más de 750 millones de dólares en 30 años.

Tom Goldtooth, de la Red Indígena Ambiental, declaró: “Shell ya cometió genocidio del pueblo Ogoni, en Nigeria, y ecocidio de la cuenca del Níger. REDD hace posible que ésta y otras empresas sigan con la extracción de combustibles fósiles mientras continúan destruyendo el clima y a los pueblos indígenas. La mayoría de los bosques del mundo están en territorios nativos. Los proyectos tipo REDD han resultado en despojos de tierras, violaciones de derechos humanos, amenazas a la sobrevivencia de nuestras culturas, militarización, engaños y servidumbre.”

En México, los que promueven este lucrativo negocio de las trasnacionales junto al gobierno, antes gestionaban contratos de biopiratería, luego metieron a comunidades a la venta de servicios ambientales y ahora, consecuentemente, promueven REDD++.

Por todo esto, la Vía Campesina, en su convocatoria a movilizarse frente a las negociaciones sobre el clima, que se realizarán en diciembre en Cancún, llama a denunciar y oponerse a los programas REDD y a los mercados de carbono, una demanda que también expresó claramente la Cumbre Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático, en Cochabamba.

* Investigadora del Grupo ETC