AMLO, el glifosato y la revolución agroecológica en México

Por Victor M. Toledo, La Jornada, 09 de abril de 2024

Que una decisión de gobierno se tome sin consultar las evidencias que revelan datos básicos es un riesgo siempre presente, pero que ello suceda al nivel del presidente de una república es algo inexplicable. Esto sucedió con el tema del glifosato, el herbicida cancerígeno que acompaña siempre a los cultivos transgénicos del mundo, ambos producidos por cinco gigantescas corporaciones y que, como se vio en los pasados días, partió en dos al gobierno de la 4T. Sostener que la producción agrícola del país y aún la soberanía alimentaria dependen de un solo agrotóxico constituye una enorme falacia, un invento para justificar su venta. El éxito en la producción de alimentos depende de múltiples factores: el tipo de cultivo, la nutrición de las plantas, las condiciones ambientales (clima y suelos), el tamaño de la parcela, etcétera. Como recordará el lector, el Presidente emitió dos decretos (2022 y 2023) para ir reduciendo la importación del glifosato hasta su total prohibición el 1º de abril de 2024. El mismo AMLO anunció unas horas antes que el uso del glifosato se extendía porque aún no había sustitutos. Lo más contradictorio es que, tras casi seis años de gobierno, ha quedado demostrado que se pueden producir alimentos con mayores rendimientos, utilidades, beneficios ambientales y salud humana no sólo sin glifosato, sino sin ningún agroquímico. Y esto tiene un nombre: agroecología. El alud de datos que existen es abrumador. Para comenzar, del comunicado 503 emitido por Conahcyt como resultado de la conferencia de prensa en la que un grupo de valientes funcionarios mostraron su desacuerdo con tres ministros del gobierno, destacan tres hechos: 1) la Encuesta Nacional del Uso del Glifosato, con 7 mil 988 productores entrevistados, reveló que sólo 44 por ciento usan glifosato; 2) que ya se tienen seis bioherbicidas listos para su escalamiento industrial: tres internacionales y tres nacionales, y 3) que el Conahcyt ha apoyado 85 proyectos de investigación científica, tecnológica y de innovación para sustituir el glifosato en que participaron 700 investigadores y técnicos de varias universidades, más 27 fascículos sobre manejo ecológico integral de arvenses o malezas (https://conahcyt.mx/si-es-posible-producir-alimentos-sin-glifosato-en-mexico-hay-alternativas-y-evidencia-cientifica/).

El grueso de evidencias proceden de tres programas gubernamentales que adoptaron los principios de la agroecología como ejes: Sembrando Vida, Agricultura para el Bienestar y Faros Agroecológicos. Hoy practican Sembrando Vida 455 mil 200 sembradores (70 por ciento) y sembradoras (30 por ciento) de más de mil municipios sobre una superficie de un millón y 200 mil hectáreas organizados en 18 mil 200 cooperativas (Centros para el Aprendizaje Campesino) que disponen cada una de un vivero, una biofábrica y una fuente de agua para riego. Por su parte Agricultura para el Bienestar trabaja con unos 300 mil productores mediante 4 mil 200 Escuelas de Campo, y el Conahcyt impulsa Faros Agroecológicos para la transición de pequeños, medianos y grandes productores de maíz en 14 regiones del país, además de Pies Ágiles, proyecto educativo que ha capacitado a 280 técnicos de campo de 18 estados. La agroecología también se ha disparado en cinco entidades gobernadas por Morena: Veracruz (500 técnicos que abarcan casi todo el estado), Michoacán (con un técnico en cada uno de los 113 municipios), Oaxaca, Colima y Quintana Roo. A lo anterior deben agregarse otras experiencias de la sociedad e instituciones académicas. La Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras (ANEC) logró demostrar mayores rendimientos y utilidades sin glifosato en productores pequeños, medianos y grandes de maíz de 22 regiones del país con un total de 17 mil hectáreas (https://www.anec.org.mx ).La Universidad Autónoma Chapingo tiene un estupendo programa sobre producción agroecológica de naranja iniciado en 2014 adoptado por 3 mil 231 productores de 11 municipios del norte de Veracruz sobre una superficie de 10 mil 350 hectáreas. Coronando lo anterior dos ejemplos de grandes productores son el de Claudio Beltrán y sus 600 hectáreas en el Valle de Culiacán, y el de la empresa Productores Agrícolas, de Mexicali.

Sumando todo lo señalado llegamos a la conclusión de que la pausa es sólo un hecho particular dentro de un proceso indetenible: el rápido escalamiento agroecológico inducido por la 4T, lo que hace que el país supere a Cuba y Brasil en la región latinoamericana, y que a escala mundial se coloque como el segundo país después de India. ¿Qué reacciones, percepciones y sentires llevaron entonces al presidente AMLO y a los titulares de la Sader, Economía y Semarnat a tomar una decisión tan incongruente? ¿Los acuerdos secretos entre Víctor Villalobos y el secretario de agricultura estadunidense? (ver: https://piedepagina.mx/mexico-retrasa-la-prohibicion-del-glifosato-prevista-para-el-1-de-abril/). Ojalá y este ensayo sea leído por tales personajes, pues su decisión fue sobre todo una gran contradicción, un acto inexplicable de deslealtad hacia la propia estrategia general de la 4T.

 

Las legumbres y los suelos: un dúo dinámico

Por FAO, 05/02/24

Son las semillas secas de las plantas leguminosas, son comestibles y se cultivan tanto para consumo humano como animal. Se trata de las legumbres, las cuales, por si no lo sabían, tienen la capacidad de transformar nuestros sistemas agroalimentarios.

Repletas de color y de sabor, menudas pero poderosas, las legumbres comprenden desde las variedades más tradicionales, como los frijoles, las lentejas, los garbanzos y los guisantes hasta las menos conocidas, como el tarhui y el adzuki.

Las legumbres no solo fortalecen nuestra seguridad alimentaria y nutrición, sino que también nutren los suelos y benefician al medio ambiente.

El próximo 10 de febrero se celebra el Día Mundial de las Legumbres y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) quiere poner de relieve el potencial que tienen estos granos —menudos pero poderosos— para mejorar la salud de nuestros suelos y nuestras dietas.

Aquí explicamos cuatro efectos nutritivos que tienen las legumbres para los suelos, que a su vez son fuente de alimento para los seres humanos:

1. Aportan nutrientes esenciales a los suelos.

Es bien sabido que un suelo sano permite cultivar alimentos más saludables y nutritivos. Pero ¿sabían acaso que las legumbres también mejoran la salud del suelo al movilizar y suministrar sustancias nutricias como nitrógeno, fósforo y micronutrientes?

Las leguminosas obtienen más del 60 % del nitrógeno que necesitan del aire. Este nitrógeno pasa luego al suelo, donde también es accesible para los cultivos aledaños, de modo que se reduce la necesidad de aplicar fertilizantes químicos. Esta capacidad singular se denomina “fijación biológica del nitrógeno” y consiste en convertir el gas nitrógeno de la atmósfera en amoníaco (una forma de nitrógeno que pueden aprovechar las plantas).

El fósforo es otro elemento nutritivo muy necesario, fundamental para convertir la energía solar y permitir que la planta crezca, pero muchas veces no está presente en el suelo o se encuentra en cantidades muy pequeñas o en una conformación química que la planta no puede utilizar. Por eso, a fin de compensar esta carencia, los agricultores añaden abonos sintéticos.

Las leguminosas tienen la capacidad natural de movilizar el fósforo y otros nutrientes y micronutrientes esenciales hacia los suelos, lo cual contribuye a que el cultivo rinda más y las plantas crezcan más sanas. Por este motivo, la FAO y su Alianza mundial sobre los suelos promueven el cultivo de leguminosas en rotación con productos básicos, a fin de enriquecer el suelo y contribuir a obtener alimentos más nutritivos. Por ejemplo, en Bangladesh, la FAO ha promovido la rotación del cultivo del frijol mung con el de arroz. Este proyecto pretende combatir el “hambre oculta”, un trastorno carencial que se produce a pesar de ingerir a diario una ración adecuada de calorías, prevalente en las poblaciones de muchos países.

2. Ayudan a preservar la biodiversidad del suelo.

Los suelos albergan más del 50 % de la biodiversidad de nuestro planeta. En un suelo sano conviven lombrices, nematodos, de 20 a 30 especies de acáridos, de 50 a 100 especies de insectos, cientos de especies de hongos y miles de especies de bacterias y actinomicetos. Esta es la biodiversidad del suelo: multitud de organismos que interactúan entre sí y prestan servicios esenciales como el reciclaje de los elementos nutritivos, la retención de carbono por el suelo y la consiguiente reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La biodiversidad de un suelo sano no solo le confiere mayor resistencia a las adversidades y alteraciones, sino que también mejora la capacidad del ecosistema de suprimir enfermedades. Y es aquí donde intervienen las legumbres, porque incrementan la cantidad y la diversidad de la microfauna. Si hay más microorganismos, se reciclan más los nutrientes y se regula mejor la materia orgánica, de modo que mejora la biodiversidad del suelo.

En lugar de hacer un uso inadecuado o excesivo de los productos agroquímicos, que pueden degradar el medio ambiente, las leguminosas incluidas en los sistemas de rotación ayudan a frenar y controlar las plagas y las enfermedades.

3. Mejoran la estructura del suelo.

La estructura del suelo es la disposición física que adoptan las partículas de arena, limo y arcilla. Si el suelo es poroso y se desmigaja con facilidad, permite que las raíces se distribuyan bien, por lo que se considera que está bien estructurado. En cambio, si tiene una consistencia demasiado compacta (y se desmenuza con dificultad), es posible que su estructura no sea buena.

El cultivo de leguminosas mejora la estructura del suelo. Entre otros beneficios duraderos, ensancha sus poros y cohesiona sus componentes, con lo cual el suelo se airea mejor y retiene más agua. Además, dado que las leguminosas tienen un sistema radicular más profundo y un crecimiento más prolongado, la estructura del suelo mejora de forma efectiva.

4. Ayudan a adaptarse al cambio climático y mitigarlo.

Gracias a su capacidad de movilizar nutrientes esenciales hacia el suelo, las legumbres reducen el uso de fertilizantes químicos y la emisión de gases de efecto invernadero, que son importantes factores causales del cambio climático. También favorecen el desarrollo de las raíces, potenciando la retención de carbono y contribuyendo a mitigar el cambio climático.

Por otro lado, las legumbres poseen una enorme diversidad genética, por lo que es posible seleccionar y cultivar las variedades más resistentes al clima. Estas variedades pueden ser útiles a los agricultores en las zonas donde más escasea el agua, en especial ante el estrés térmico que sufren las plantas por el calor.

Al intercalar al menos una leguminosa con un cereal, los campos se adaptan mejor a las adversidades climáticas, como las sequías. Este modelo ya se ha aplicado con un balance muy positivo en Tanzanía, donde se cultivan simultáneamente cereales (maíz, sorgo), legumbres (frijoles) y frutos secos (cacahuetes).

El dúo dinámico compuesto por las legumbres y los suelos desempeña una función primordial para aportar alimentos nutritivos, mejorando la agrobiodiversidad, mitigando el cambio climático y favoreciendo los medios de subsistencia.

Las legumbres aportan nutrientes esenciales al suelo y este, a su vez, nos aporta alimentos y nutrientes esenciales a nosotros, contribuyendo a una dieta más saludable para todos.

Foto por: Anna Tarazevich, Pexels.

La Regeneración es vida: Un paradigma agroecológico para superar la crisis climática

Por Navdanya International, 21 de febrero de 2024

Con motivo de la 28ª COP sobre el Clima, Navdanya International presenta «Regeneración es vida: un paradigma agroecológico para superar la crisis climática«.

Hay dos paradigmas principales para pensar de nosotros mismos en el mundo y de nuestra relación con la Tierra. O nos consideramos separados de la Naturaleza o somos uno y parte de ella.

El paradigma de la agricultura industrial, que ve el mundo como una máquina y no como un sistema vivo autoorganizado, ha devastado el planeta mediante la extracción y la explotación. En conjunto, las prácticas ecológicamente destructivas del paradigma de la agricultura industrial son responsables del 29% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), lo que convierte al sistema alimentario mundial en uno de los principales culpables del cambio climático y la degradación medioambiental. Actuar como si el mundo fuera una máquina debilita y acaba destruyendo los procesos vivos y los sistemas orgánicos.

Como continuación de nuestro libro “La biodiversidad es vida“, que muestra las profundas interconexiones entre nuestra salud y la salud de nuestros ecosistemas y del planeta, este nuevo libro expone cómo, hoy más que nunca, necesitamos que las culturas agroecológicas del mundo tomen la delantera y nos muestren lo que significa estar enraizados en armonía con la Tierra. El objetivo debe ser trabajar en conjunto con la naturaleza para restaurar su biodiversidad y regenerar sus ciclos naturales para producir Alimentos Reales. Estas soluciones ya existen y están siendo aplicadas por diversas comunidades locales en todo el mundo. Mostrándonos que es posible recorrer un camino de vida en armonía con la naturaleza. Somos parte de los sistemas de la Tierra, nuestra alimentación es un continuo de salud de los ecosistemas de la tierra. Estamos profunda e intrínsecamente interconectados.

La verdadera solución a la crisis ecológica y climática no viene por crear sustitutos de los alimentos o ampliar el paradigma industrial, sino por ampliar las iniciativas en todo el mundo que ya trabajan para sanar nuestra conexión con la Tierra a través del cuidado.

Descargue el PDF