Vía Campesina: Carta de Solidaridad con Las Luchas de Las Mujeres del Mundo

Esta “Carta de solidaridad con las luchas de las mujeres del mundo” fue elaborada por una comisión de trabajo compuesta por mujeres de diferentes organizaciones a partir de los debates realizados durante El Foro Social Mundial en Dakar, en febrero 2011. Agradecemos al comité de equidad y género senegalés por organizar El espacio “Village des Femmes”, y por haber realizado diversas actividades de debates sobre los derechos de las mujeres que contribuyeron al contenido de esta carta.

Este mismo contenido fue presentado como propuesta de declaración a la Asamblea de Convergencia de Mujeres en la mañana del 11 de Febrero. No fue posible llegar a un acuerdo durante el debate pues un sector minoritario pero muy activo de la Asamblea se opuso a la mención del derecho de autodeterminación de las mujeres saharauies. Varias organizaciones presentes en la Asamblea decidieron difundir este contenido en forma de carta de solidaridad y recoger firmas, sin desconocer que para que esta carta existiese muchas más mujeres y organizaciones han contribuido también y que el comité de género y equidad sigue enfatizando la perspectiva de una declaración consensuada entre varias organizaciones presentes en la Asamblea.

Carta de Solidaridad con La Lucha de Las Mujeres del Mundo Realizada el 9 de Febrero de 2011, en Dakar, Senegal, durante el Foro Social Mundial

En este año, en que el Foro Social Mundial se une a los pueblos de África por tercera vez después de Malí (2006) y de Kenia (2007), nosotras, las mujeres de diferentes partes del mundo, reunidas en Dakar, conscientes de que la unión de nuestras fuerzas permitirá con el tiempo provocar un cambio, reafirmamos nuestra solidaridad y admiración por las luchas llevadas a cabo por las mujeres de Senegal, de África y del mundo entero. Sus luchas, junto con las luchas de todos, hombres y mujeres, fortalecen la resistencia existente en todas partes en contra del sistema capitalista y patriarcal globalizado.

Al día de hoy, seguimos sufriendo las mismas crisis mundiales a nivel económico, alimentario, ambiental y social, y constatamos con preocupación que estas crisis perduran y se profundizan. Reformulamos aquí nuestro análisis según el cual estas crisis no son aisladas sino que son la expresión de la crisis del modelo caracterizado por la sobreexplotación del trabajo y del medio ambiente, y por la especulación financiera en la economía. Es la razón por la cual nosotras, las mujeres, seguimos afirmando que debemos cambiar este modelo de sociedad, este modelo económico, este modelo de producción y de consumo, que genera más pobreza en nuestros pueblos, especialmente en las mujeres.

Nosotras, las mujeres, en el afán de respetar y defender los principios de justicia, paz y solidaridad, tenemos que avanzar en la construcción de alternativas para hacer frente a estas crisis. Pero no nos interesan las propuestas paliativas basadas en la lógica del mercado.

No podemos aceptar que los intentos por mantener el sistema actual se realicen a expensas de las mujeres.

En este sentido, decimos no a la intolerancia y a la persecución de la diversidad sexual, así como a las prácticas culturales que atentan contra la salud, el cuerpo y el alma de la mujer.

Condenamos toda forma de violencia contra las mujeres, en particular el femicidio, la trata de mujeres, la prostitución forzada, el abuso físico, el acoso sexual, la mutilación genital femenina, los matrimonios precoces, los matrimonios forzados, la violación, la violación utilizada sistemáticamente como arma de guerra y la impunidad de quienes cometen estos actos de terror contra las mujeres.

También decimos no a una sociedad que no respete los derechos de las mujeres, que no les permita el acceso a los recursos, a la tierra, al crédito, al trabajo en condiciones dignas, donde el capital, para reproducirse, precarice los empleos de las mujeres.

Condenamos toda forma de acaparamiento y de colonización de tierras pertenecientes a campesinas y campesinos, por Estados o por empresas transnacionales, y condenamos los cultivos transgénicos que son perjudiciales para la biodiversidad y la vida.

Decimos no a la carrera armamentista y a la carrera nuclear que se llevan a cabo a expensas de la inversión, por parte de los Estados, en favor de programas sociales, de salud y de educación.

Condenamos una sociedad que no permite el acceso de las mujeres al conocimiento y a la educación, donde las mujeres son discriminadas y marginadas en los procesos de toma de decisiones.