Un especialista en corazón pide un reposicionamiento de las grasas saturadas, ya que no son la causa de la enfermedad cardiaca

Una de las razones de este exceso de azúcar en los alimentos procesados ​​se debe al hecho de que al quitar la grasa, el alimento tiende a perder su sabor.

Las compañías de alimentos lo compensan al agregar fructosa procesada, sal y otros condimentos propios. Para empeorar las cosas, los azúcares refinados son muy adictivos y causan disfunción metabólica que conduce a comer en exceso y al aumento de peso.

Una alimentación alta en azúcar aumenta drásticamente el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón al promover el síndrome metabólico, que incluye el siguiente conjunto de condiciones de salud:

  • Presión arterial alta
  • Resistencia a la leptina e insulina
  • Triglicéridos elevados
  • Acumulación de grasa visceral

 

En resumen, cuando se reduce la grasa saturada y aumenta los carbohidratos refinados, termina promoviendo la obesidad, diabetes y enfermedades del corazón. Este es un ejemplo perfecto de cómo podría tomar DÉCADAS para que los establecimientos médicos convencionales se pongan al día con la verdad, y estoy contento de ver que este tema está, merecidamente, llamando la atención de los medios de comunicación.

Sin embargo, me temo que faltan muchos años antes de que la sabiduría médica convencional reconozca plenamente el valor de las grasas saturadas… En cuanto a las acciones que promueven las enfermedades provocadas por el azúcar, dos brillantes investigadores en esta área son Dr. Robert Lustig y el Dr. Richard Johnson. Según el Dr. Lustig:3

“El problema con el azúcar no es sólo el aumento de peso…Un creciente cuerpo de evidencia científica demuestra que la fructosa puede desencadenar procesos que conducen a la toxicidad hepática y una serie de otras enfermedades crónicas. Poco no es un problema, pero mucho mata – poco a poco”.

Terminando con el mito de las calorías

Otro mito relacionado es que el consumo de grasas causa aumento de peso y problemas de salud asociados. Esto también ha sido firmemente desmentido (ver la investigación de abajo). Comer grasas saludables no causa aumento de peso. Comer carbohidratos refinados/azúcar, grasas trans,  aceites vegetales altamente procesados ​​SI lo engordan. Y el trabajo del Dr. Johnson muestra que mientras que el exceso de azúcar en cualquier forma es perjudicial, la fructosa es la peor de todas. Hasta ahora, los estudios científicos han vinculado a la fructosa a casi 78 diferentes enfermedades y problemas de salud.4

La fructosa eleva los niveles de ácido úrico, lo que genera típicamente ácido úrico en cuestión de minutos después de la ingestión, lo que a su vez puede causar estragos en la presión arterial, producción de insulina y la función renal. El aumento de ácido úrico también conduce a la inflamación crónica de bajo nivel, lo que tiene consecuencias de largo alcance para su salud. Por ejemplo, los vasos sanguíneos crónicamente inflamados provocan enfermedad del corazón y  derrame cerebral.

Otra parte importante de por qué la fructosa es peor que otros azúcares es debido a que es “isocalórica pero no isometabolica.” Esto significa que puede consumir la misma cantidad de calorías de fructosa o de glucosa, fructosa y proteína, o fructosa y grasa, pero el efecto metabólico de su cuerpo será totalmente diferente a pesar de la cantidad de calorías idénticas. En el editorial destacado,5 el Dr. Malhotra también aborda esto, diciendo:

“La notoriedad de la grasa se ​​basa en su mayor contenido de energía por gramo en comparación con la proteína y carbohidratos. Sin embargo, el trabajo del  bioquímico Richard Feinman y el físico nuclear Eugene Fine sobre la termodinámica y la ventaja metabólica de diferentes composiciones alimentarias, mostró que el cuerpo no metaboliza diferentes macronutrientes de la misma manera.

Kekwick y Pawan realizaron uno de los primeros experimentos sobre la obesidad, publicado en la revista The Lancet en 1956. Compararon grupos que consumieron 90 por ciento de grasa, 90 por ciento proteínas, y 90 por ciento carbohidratos y mostraron que la mayor pérdida de peso fue en el grupo que consumió grasa. Los autores concluyeron que al parecer la “composición de la alimentación sopesa la importancia del consumo de calorías”.

La teoría de que “una caloría no es nada”, ha sido confirmada aún más por un reciente estudio publicado en JAMA que muestra que una alimentación “baja en grasas” dio lugar a una mayor disminución en el gasto energético, perfil lipídico poco saludable, y una mayor resistencia a la insulina en comparación con una alimentación baja en carbohidratos y bajo índice glucémico. “[El énfasis mío]