¡Todos somos ratas de laboratorio!

Y el experimento no se detiene por una simple razón. Hay un sector, que representa a menos del uno por ciento de la población, humana que se beneficia de él. De acuerdo con Bloomberg, en 2012, de los 100 hombres más ricos del mundo sólo 16 perdieron; el resto ganó, y mucho. C. Slim, B. Gates, A. Ortega, W. Buffet y otros 80 incrementaron sus fortunas en 182 mil 800 millones de dólares. En su fase megamonopólica, el capitalismo sigue dando buenos resultados, aunque sea a cada vez menos.

En el libro arriba citado, A. Koestler hizo notar que además del conjunto de curvas ascendentes, explosivas y exponenciales, había otra serie de curvas que descendían tanto como aquéllas subían. Él las llamó las curvas de la ética. Yo las llamaría las curvas de la sabiduría: las curvas de la moral social, la ética individual, el espíritu cooperativo, la solidaridad, la prudencia, el arte de tolerar, la amistad, la compasión. Ello define la conciencia de especie. Sólo enderezando estas curvas dejaremos de ser lo que la mayoría no se atreve a aceptar: simples ratas de un laboratorio planetario.

Para Emily (1928-2013), quien nos enseñó a vivir con dignidad, a pesar de todo.