“Taki, el Camino Sagrado” del Buen Vivir, Según Fernando Huanacuni

Vivir bien significa mirar bien el horizonte, reconocer que la vida humana no es el único parámetro, ni la forma de entender a través de lo racional es la única. En aymara decimos: sin perder la cabeza caminemos la senda sagrada del corazón. Es abrirnos a la vida, es comprender que la vida tiene facetas importantes para reconstituir la vida misma.

Reconstituir nuestra identidad

El estado que estamos cuestionando, humanista, individualista, jerárquico, depredador, homogenizador, emerge de una cosmovisión y esa cosmovisión tiene un carácter individual, machista y humanista. Por lo tanto, para reconstituir la cultura de la vida en el horizonte del vivir bien, tenemos que reconstituir nuestra cosmovisión y eso significa nuestra identidad. Significa hacernos las preguntas fundamentales: quiénes somos realmente, qué corazón tenemos, quiénes han sido nuestros abuelos y con qué fuerza han caminado.

Este es un tiempo de reordenamiento de la vida, pachakuti decimos en aymara y quechua. Reordenamiento no solamente para alcanzar el poder político sino esencialmente para reconstituir la vida. Ese es el mensaje de los abuelos y abuelas y hoy repercute con más fuerza ante las condiciones adversas de la humanidad en que el modernismo y el capitalismo nos han sumergido.

Hay que diferenciar vivir bien del vivir mejor. Vivir mejor significa ganar a costa del otro, es acumular por acumular, es tener el poder por el poder. Pero vivir bien es devolvernos el equilibrio y la armonía sagrada de la vida. Todo lo que vive se complementa en un ayni que es una conciencia de vida, el ayni es la conciencia de que todo está interrelacionado. El árbol no vive para sí mismo; el insecto, la abeja, la hormiga, las montañas, no viven para sí mismos sino en complementariedad, en reciprocidad permanente: a eso llamamos ayni.

Tiempo del Pachakuti

La gran pregunta es: para qué vivimos nosotros. Porque desde la visión occidental pareciéramos el virus que está deteriorando la vida misma en su conjunto, sin saber que el deterioro de cualquier especie, pequeña o grande, es el deterioro de todos nosotros y de la vida misma. Hoy nuestra generación despierta al llamado de una responsabilidad generacional, saber que nosotros no somos seres individuales, somos los ojos de los abuelos, somos la voz de los abuelos, por lo tanto también somos la acción y la esperanza de los abuelos. También somos la semilla de quienes van a venir después de nosotros, la semilla que va aportar a que la cultura de la vida se fortalezca.

Ante las condiciones antinatura, se fortalecen y se revitalizan las fuerzas naturales: ese es el tiempo en que estamos viviendo. Pachakuti, reordenamiento de la vida, un buen tiempo. Nosotros tenemos un abuelo que se llama Tata Avelino Siñani que ha hecho la escuela ayllu, mostrando la pedagogía y el sistema comunitario de educación. El decía que el mejor tiempo para ver es la oscuridad. En aymara decía: ahora es cuando, no mañana y no pasado: ahora. Por lo tanto toda esta sabiduría del vivir bien, nuestro horizonte, camino, fuerza del vivir bien, nos está mostrando la grandeza de la vida de nuestros abuelos y abuelas hoy reflejada en la esperanza de nuestra generación.

Vivir bien es devolvemos el equilibrio y la armonía, comprender que hay ciclos de la madre tierra, por lo tanto hay que sembrar y cosechar en su época y no en otras épocas, salir del monocultivo que ha destrozado nuestra vida, como la fertilidad de la madre tierra, salir del monocultivo mental que no nos permite ver tanta diversidad de la vida.”