¿Taco con o sin glifosato? Usted elige

Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 31 de mayo de 2023.

“Si usted no quiere residuos de glifosato en su tortilla, su mejor opción, aunque escasa, es adquirir sus tortillas en aquellas tortillerías que nixtamalizan el maíz y no las elaboran a partir de harina industrializada”.

La presencia de restos de glifosato – un herbicida con riesgos de provocar cáncer, de acuerdo con la OMS – se ha encontrado en México en las tortillas industrializadas que contienen maíz transgénico. Sin embargo, la buena noticia es que se pueden encontrar tortillas con mucho menos riesgo de la presencia de restos de glifosato, si las tortillas son elaboradas con maíces cultivados en México. Para dejarlo más claro, si las tortillas fueron elaboradas con harina de maíz de Maseca, en algunos casos de Minsa, pueden contener moléculas provenientes de la descomposición del glifosato, ya que estas empresas suelen utilizar  maíces importados de los Estados Unidos. La mala noticia es que en gran parte de las tortillerías de nuestro país se utiliza harina industrializada de maíz de estas empresas. Así lo demostró un estudio realizado en 2017 titulado “Presencia de transgenes y glifosato en productos derivados de maíz en México”.

En Estados Unidos las demandas contra el glifosato por sus daños en salud, emprendidas por más de 125 mil personas -la mayor parte agricultores- llevaron a Bayer (corporación que había comprado a Monsanto, productora del glifosato) a aceptar pagar 11 mil millones de dólares a los afectados en 2020, esperando con esto cerrar el caso en 2020. Bayer aceptó este pago a los afectados manteniendo su postura de no reconocer que el herbicida puede provocar cáncer. Sin embargo, los casos no terminaron ahí, en 2021 un juez de California condenó a Bayer a pagar 25 millones de dólares a Edward Hardiman que había sufrido linfoma de no Hodgkin, un tipo de cáncer en el sistema linfático.

Si usted no quiere residuos de glifosato en su tortilla, su mejor opción, aunque escasa, es adquirir sus tortillas en aquellas tortillerías que nixtamalizan el maíz y no las elaboran a partir de harina industrializada. La harina de maíz industrializada, además, tiene diversos ingredientes, aditivos, conservadores, blanqueadores y una fibra añadida que no proviene del maíz, entre otros. Otra opción para el consumidor es obtener tortillas elaboradas a partir de masa nixtamalizada proveniente de un molino de nixtamal, molinos que todavía se encuentran en las zonas populares de donde se abastecen parte importante de quienes elaboran, principalmente, sopes, tlacoyos y quesadillas. Otra opción es elaborar las tortillas en casa con una prensa, comprando la masa en un molino de nixtamal.

El glifosato es un herbicida que ya ha sido prohibido en algunas naciones. De hecho, se discute su prohibición en Alemania, país donde reside la propia compañía Bayer, propietaria de Monsanto, productora principal del glifosato. Por estas razones, el decreto presidencial de establecer la prohibición paulatina del glifosato y la prohibición de la importación de maíz transgénico para la elaboración de las tortillas tiene un contexto que lo justifica plenamente, en especial, en un país donde el consumo de maíz es de los más altos del mundo.

Sin duda, estamos inmersos en un mundo repleto de agroquímicos con severos daños en salud, algunos prohibidos en unos países y en otros no, y de los que se desconoce su efecto sinérgico. Esto último, quiere decir que desconocemos cuál es su efecto cuando la exposición no es solamente a una de estas fórmulas, si no a varias, como puede ser la exposición a un herbicida y a un plaguicida al mismo tiempo.

El modelo agrícola que hemos seguido ha sido contra natura, no ha partido del conocimiento, entendimiento y conservación de la riqueza de la tierra, de la vida en ella, de su microbiota, para impulsar una rica producción biológica de alimentos. Lo que ha prevalecido es un modelo basado en compuestos químicos que esteriliza la tierra, que acaba con su vida, que la sustituye con fertilizantes químicos, que protege los cultivos con herbicidas y plaguicidas químicos, cargándose de paso a polinizadores y contaminando tierra, aire y agua.

El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo cuyo uso se disparó con los cultivos transgénicos diseñados, justamente, para resistirlo. Los residuos de maíz transgénico que se han encontrado en productos de maíz en México son principalmente de variedades que son resistentes al glifosato. En el cultivo del maíz transgénico resistente al glifosato, este herbicida puede usarse de manera indiscriminada a lo largo de todo su ciclo de cultivo. Como lo hemos mencionado anteriormente, este uso masivo del herbicida ha provocado, como primeras víctimas, que los agricultores que lo aplican de esta forma hayan presentado severos daños a la salud, demandado a Monsanto, ahora Bayer, y obteniendo pagos multimillonarios por daños a la salud por parte de esta corporación.

La agroecología ya no es una opción basada en buenos deseos, se trata de una necesidad imperiosa para la sustentabilidad, para nuestra salud y la del planeta. La agroindustria, un grupo muy reducido de enormes corporaciones globales, ha tomado el control de organismos nacionales e internacionales para evitar las transformaciones que se requieren de forma urgente en los sistemas alimentarios. El ejemplo más extremo fue la forma en que estas corporaciones tomaron el control de la Cumbre de Sistemas Alimentarios organizado por la FAO, excluyendo al Consejo de Seguridad Alimentaria, uno de los órganos más democráticos de Naciones Unidas, con una representación muy amplia de productores alrededor del mundo. Tanto estas corporaciones de la agroindustria como la de alimentos y bebidas ultraprocesados recurren a su poder económico convertido en político para bloquear los cambios que urgen para evitar llegar a umbrales civilizatorios de no retorno, tanto en términos de salud planetaria como humana.

Sin embargo, la evidencia está enfrente: o actuamos ahora o ya no habrá oportunidad de hacerlo en el futuro.

Y podemos empezar por la defensa de nuestra tortilla.

Foto de Sergio Contreras en Unsplash