Sustitución de cultivos transgénicos y responsabilidad científica

Se ha supuesto que con un gen de ratón en el maíz, éste será más adaptable y resistente a determinada plaga, o que insertando un gen de araña en las vacas, la leche al pasteurizarla y deshidratarla conservará su elasticidad. Es la abominación de la curiosidad humana, es algo que rompe los límites éticos y morales de la ciencia. Comprender el genoma vegetal, sin cambiarlo, nos llevará a saber más de las plantas y anticipar su comportamiento. Descubrir la larga lista de “switches hormonales” en las plantas nos llevará a saber, así como en el cuerpo humano, que la Vitamina C debe tomarse para ayudar al organismo a fijar el Hierro, o que al tomar un poco de sol fijamos mejor ciertas vitaminas (son apenas dos ejemplos de “switches hormonales”). Las plantas funcionan de manera más o menos parecida. Se han descubierto y explicado algunos “switches hormonales” en las plantas. Sabemos que el nitrógeno (que inducen el verdor y follaje) no es bien asimilado por la planta si ésta no es inducida primero con Calcio (preferiblemente Carbonato de Calcio). El vigor, salud y capacidad reproductiva que aporta el fósforo no lo capta ni metaboliza bien la planta si antes ella no fue alentada con magnesio. La floración que induce el potasio no despierta nada en la planta hasta que no la hacemos reaccionar (previamente) con azufre. En fin, son tantos “switches hormonales”, pero lamentablemente conocemos apenas una minúscula parte de ellos.

PREMISA 5: LA CLAVE ESTÁ EN EL SUELO. Si sabemos que la planta no tiene boca y qué sólo absorbe agua como el ascensor, el vehículo de los alimentos y los refrigerantes en su organismo, entonces ¿cómo se alimenta? La planta adquiere la mayor parte de sus alimentos vía electrólisis en las minúsculas vellosidades en la raíz. Por eso, si el suelo no tiene suficiente capacidad de conducir la electricidad, la planta no se alimentará bien. El suelo es mucho más que un sostén para la planta. Es el principal medio que ella tiene para relacionarse con los demás elementos que hacen posible la vida. Si un suelo no está suficientemente restaurado en su fertilidad, los cultivos a duras penas podrán desarrollarse. La regeneración de los suelos es la clave que condiciona el comportamiento de los cultivos y es nuestro principal medio para comunicarnos con ellos. Hay que revertir las prácticas que degradan los suelos, las técnicas erosionantes, aquellas que tienden a convertirlos en desiertos (desertización, no desertificación), antes que sea demasiado tarde. Sin embargo, hemos conocido científicos que han logrado recuperar hasta los suelos más estériles (a despecho de los profetas del desastre), lo cual es un gran aliciente para la vida en el planeta. La composición física, química y biológica del suelo es la base de esta tecnología, el adecuado pH, la soltura, suficiencia de materia orgánica (no sólo compostada sino humificada), la capacidad de intercambio iónico, por tanto la conductividad eléctrica, todo lo cual es vital para echar a andar lo que sigue.

PREMISA 6: LA NUTRICIÓN DEBE SER ESPECÍFICA, NO GENÉRICA. Una vez restaurado el suelo con fines de fertilidad. Pasamos a programar los requerimientos nutricionales de la planta. Si hemos dicho que la planta tiene un genoma más complejo que el que tenemos los humanos, entonces deberíamos saber que ella requieren una enorme variedad de alimentos, en su mayoría disponibles por vía órgano-mineral en la naturaleza (si los sabemos aprovechar). No basta desarrollar las fórmulas alimenticias por familia botánica, hay que hacerlo por rubro en específico. Por ejemplo dentro de las solanáceas tenemos, entre otros rubros, a las papas, los tomates y el tabaco, tres cultivos de los que se cosechan partes muy distintas de la planta por tanto el programa nutricional no puede ser de la familia botánica (solanáceas), tampoco del género botánico, sino de la especie. A su vez, la planta tiene fases fenológicas o etapas en su crecimiento que requieren nutrimentos para efectos muy distintos: brote de la semilla, enraizamiento, crecimiento o encañado, desarrollo de follaje, floración, fructificación, cuajado de frutos, llenado o engorde de frutos, cosecha, recuperación de energía, producción de semillas, etc. Son muchas especies y son muchas fases, entonces son tantas más las formulaciones (más de ciento cuarenta y cinco). La agricultura de síntesis química emplea formulaciones de N-P-K muy limitadas y jamás desarrolladas para rubros específicos y según fases de crecimiento específicas. Por su parte, los ecologistas por años hemos cometido el error de incorporar a los suelos y rociar las plantas con compuestos orgánicos sin percatarnos primero de su composición química, para saber si es lo que está requiriendo el cultivo según su especie y fase fenológica, como ya se explicó. La nutrición orgánica y mineral (ecológica) siempre será lo ideal, pero hay que tener a mano el respectivo análisis de su composición física y química antes de dosificárselo al cultivo.