Soya transgénica contamina miel mexicana

Por Elva Mendoza, Contralínea, marzo de 2013

La Sagarpa autorizó a Monsanto la siembra comercial de soya transgénica sobre 235 mil hectáreas. En el territorio liberado habitan 41 mil familias, en su mayoría indígenas y campesinas, que sobrevien de la miel que cosechan. México es el tercer exportador y sexto productor de miel de abeja. La autorización es apenas la última de 15 autorizaciones de siembra de cultivo en las regiones. Los resultados: miel contaminada con polen de organismos genéticamente modficiados y el rechazo por parte de su principal mercado, los consumidores de la Unión EuropeaBajo el argumento de que la liberación al ambiente de soya genéticamente modificada no implica riesgo alguno, el 11 de mayo de 2012 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales emitió un dictamen favorable. Y el 6 de junio, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación aprobó a Monsanto Comercial, SA de CV (proveedor global de tecnología y productos para la agricultura), el cultivo a escala comercial de su semilla en la Península de Yucatán, la Planicie Huasteca y Chiapas (Contralínea 325).

El permiso se otorgó a pesar de que la siembra piloto y experimental de soya genéticamente modificada habría contaminado 40 toneladas de miel producidas en la Península de Yucatán, como lo demostraría el desvío que hicieron los comercializadores del cargamento dirigido originalmente a la Unión Europea, ocurrido en 2012. También, los siete amparos que interpusieron organizaciones y comercializadoras de miel para evitar la nueva autorización.

El riesgo, ahora, es mayúsculo. “Existe una coincidencia geográfica entre las zonas de producción de miel en la Península de Yucatán y los polígonos propuestos de liberación al ambiente de soya genéticamente modificada”, observó la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (Conabio) en el Análisis de riesgo 007/2012. En éste se lee: “recomendación final: no se considera viable la liberación en los polígonos solicitados”.

México es el sexto productor y tercer exportador mundial de miel de abeja después de Argentina y China. El 85 por ciento de la producción nacional se destina a la Unión Europea, principalmente a Alemania, donde goza de prestigio.

Alrededor de 41 mil apicultores mexicanos, en su mayoría campesinos e indígenas, dependen de la actividad. En 2010 produjeron 55 mil 684 toneladas de miel con un valor de casi 1 mil 726 millones de pesos.

Tan sólo en la Península de Yucatán se contabilizan al menos 17 mil productores apícolas. “La miel para los campesinos de la región es una de las principales fuentes de ingreso, una de las formas de sobrevivencia. El año pasado no se logró la cosecha de maíz por la sequía. La esperanza es la miel que se cosecha”, dice Álvaro Mena, representante campesino de Campeche.

De acuerdo con información de la Conabio, en esa entidad, en Quintana Roo y Yucatán existen 162 organizaciones de apicultores. Tres de ellas agrupan a más de 1 mil socios y 11 cuentan con un número de socios que oscila entre 100 y 1 mil. El resto, 148, son organizaciones de pequeños productores con menos de 100 adherentes.

El 90 por ciento de la producción de miel de la Península se exporta y corresponde a cerca del 60 por ciento de toda la miel que sale del país.

La expansión de los cultivos de maíz y soya transgénica en la Península de Yucatán ya era objeto del rechazo en las comunidades mayas desde que llegaron las siembras experimentales y piloto.

De 2005 a 2012, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria ha otorgado al menos 15 autorizaciones para la siembra de soya transgénica en las fases previas a la comercial (experimental y piloto) en Chiapas y la Península de Yucatán (Quintana Roo, Yucatán y Campeche).

“En esta zona de la Península de Yucatán se siembra principalmente maíz en el sistema milpa. Si se viera únicamente desde la cuestión productiva, el maíz como una cosa, como un objeto, como un producto comercial sería más sencillo, pero para nosotros el maíz no es solamente un producto comercial, un cultivo de alimentación. El maíz para nosotros es bebida, es nuestro hermano, nuestra madre, nuestro padre, nuestra relación con Dios. En todos los altares ponemos el maíz como ofrenda. Cuando queremos celebrar a nuestros muertos ponemos maíz en sus altares.”