Riesgos del maíz transgénico

Por Martha Mejía, Vértigo Político, 10 de marzo de 2013

Los alimentos genéticamente modificados, mejor conocidos como transgénicos, son productos ya existentes a los que se les ha alterado su información genética original mediante sofisticados métodos biotecnológicos, con la finalidad de hacerlos más nutritivos y resistentes a plagas e inclemencias del medio.

En este sentido uno de los cultivos transgénicos más extendidos alrededor del mundo es el maíz, que ha incrementado exponencialmente su superficie de siembra en los últimos años.

Sin embargo, de acuerdo con científicos, académicos y ambientalistas, la siembra de maíz transgénico en nuestro país por parte de diversas empresas transnacionales implicaría posibles daños a la salud, al medio ambiente y a la cadena agroalimentaria.

Divino tesoro

El maíz es actualmente el grano con mayor volumen de producción a nivel mundial, seguido del arroz y del trigo. Además, tiene presencia en un sinnúmero de productos de nuestra vida cotidiana.

En México el proceso de domesticación y mejoramiento del maíz continúa hasta el presente, ya que los agricultores indígenas y mestizos del país cultivan, seleccionan, guardan y usan su propia semilla de maíz año con año.

“El maíz es quizá la planta cultivable con mayor diversidad de usos, aplicaciones, formas y condiciones de producción. Además de sus innumerables usos directos, como alimento y forrajes, se ha convertido en un ingrediente fundamental en algunos productos industriales”, indica Cecilio Mota Cruz, investigador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

Mota resalta que la preservación de esta diversidad de maíces depende de manera sustancial de la labor de domesticación que los seres humanos realizan en ellos. “En México, centro de origen y diversidad, hay tantas variedades de maíz como agricultores de maíces nativos”, menciona el investigador.

Transgénicos

En los últimos dos años, diversos artículos en la prensa internacional comenzaron a señalar los efectos negativos que la liberación de cultivos transgénicos podría ocasionar en la salud humana, el medio ambiente y la cadena agroalimentaria.

El caso que más llamó la atención alrededor del mundo fue un estudio de la Universidad de Caen, Francia, encabezado por el científico Gilles-Éric Séralini, en el que se demostró que el uso de maíz transgénico en la alimentación de organismos vivos es nocivo para la vida.

Esto fue puesto en evidencia gracias a un experimento realizado con ratas, que después de dos años de ser alimentadas con maíz modificado genéticamente, presentaron tumores irreversibles y murieron.

Al respecto, Antonio Turrent, presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), señala que la siembra de maíz transgénico no significa un aumento en la producción de grano: “Para que las semillas puedan comercializarse, antes deben pasar por una fase experimental y una piloto que, en este caso en específico, se dieron de manera muy rápida”.

Por otra parte, la bióloga Alma Pineyro, candidata a doctora en el Instituto de Ecología de la UNAM, advierte sobre la posibilidad de que una vez sembrado en cualquier parte del territorio nacional, el maíz transgénico se extienda y se mezcle con las variedades nativas.

Pineyro señala que en México no se exige un etiquetado de las semillas, por lo cual es imposible distinguir si el maíz transgénico está siendo mezclado o sembrado junto con el nativo.

“El problema es que estas variedades transgénicas están sujetas a derecho de patente; entonces, aquellos agricultores que tengan en sus maíces nativos transgenes, pueden eventualmente ser demandados por infracción de patentes”, destaca la investigadora.

Bajo reserva

Del otro lado del espectro, hay quienes afirman que el uso de maíz genéticamente modificado también supone ventajas desde el punto de vista medioambiental: el método de control más extendido en la actualidad es el uso de plaguicidas de síntesis, que también pueden resultar perjudiciales para nuestra salud.

Al respecto, los científicos Luis Herrera Estrella y Damar López Arredondo, apoyados por la fundación Bill y Melinda Gates, realizan un proyecto de investigación para llevar maíz transgénico a África con el fin de que en cuatro meses se tengan identificadas las principales malezas nocivas a combatir y en seis meses evaluar las primeras líneas transgénicas de maíz, tanto de biomasa como producción de semillas, para mejorar los cultivos en Kenia.

Pese a ello, diversos ambientalistas y académicos señalan que el uso de organismos transgénicos debe hacerse a partir de un riguroso análisis de los riesgos que puedan representar para la salud humana, el medio ambiente y la biodiversidad.

Dado que son productos completamente nuevos en la naturaleza, que no han pasado por la prueba natural de la evolución y porque son resultado de una técnica muy reciente, algunos de los posibles riesgos son: que afecten a insectos benéficos; que las toxinas transgénicas se acumulen y persistan en los suelos; que puedan surgir plagas de insectos resistentes a los pesticidas actuales, aumentando los problemas de salud pública…

Cabe resaltar, dicen los investigadores, que no se ha demostrado que su consumo haga daño a la salud humana, pero tampoco lo contrario… De ahí que diversas organizaciones alrededor del mundo exigen que se investigue más antes de sacarlos al mercado.