Puerto Rico: El Papel de la Prensa, Transgénicos

Según le dijo el economista agrícola Graham Brookes a la redactora, el éxito de las semillas transgénicas en Estados Unidos “es porque los costos de los agricultores son menores, debido a que estas plantas requieren menos agroquímicos, al ser resistentes a insectos, enfermedades, o inmunes a yerbicidas.”

Se presenta aquí uno de los argumentos más comunes y truculentos de la industria de biotecnología: ‘Si los siembran tantos agricultores en tantos millones de acres, entonces los cultivos transgénicos son todo un éxito. Y si son todo un éxito, no pueden ser malos’.

En primer lugar, el agricultor no toma en un vacío sus decisiones sobre qué semilla usar. Esto es particularmente cierto en el caso de agricultores comerciales que venden a las grandes industrias del alimento, los cuales están constantemente expuestos a coerciones y presiones económicas. Si un número creciente de agricultores estadounidenses están sembrando maíz y soya transgénicos es porque no les queda otro remedio.

En las últimas tres décadas el negocio de las semillas ha pasado por una salvaje serie de fusiones y consolidaciones corporativas. Hace unos treinta años había miles de compañías de semillas, casi todas han desaparecido desde entonces, devoradas por competidores mayores. Como resultado, hoy día diez compañías controlan dos tercios de las ventas de semillas. A mediados de la década de los 90 había casi mil compañías de biotecnología, pero hoy día diez compañías reciben tres cuartas partes de los ingresos de la industria.

Por lo tanto, megaempresas como Monsanto- hoy la mayor compañía de semillas del mundo- no llegaron al tope en base al mérito superior de sus productos, lo hicieron comprando a sus competidores para que al agricultor no le quede otro remedio que comprar sus productos. Actualmente la división antimonopolista del Departamento de Justicia y el Departamento de Agricultura federal (USDA) están investigando a Monsanto por prácticas monopolistas y anticompetitivas (5). Empezamos a entender entonces el porque detrás del aumento de cuerdaje y siembra de productos transgenicos, mas alla de una señal de mejor producto.

III. En el artículo se afirma, citando a Brookes, que los cultivos transgénicos requieren de menos agroquímicos (también conocidos como agrotóxicos). Pero una recién publicada evaluación de los datos generados en los pasados trece años de siembra de soya, maíz y algodón transgénico en Estados Unidos realizada por el científico Charles Benbrook demuestra todo lo contrario (6).

Además, datos de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil y del gobierno uruguayo presentados en 2009 muestran que en Brasil y Uruguay respectivamente la introducción de cultivos transgénicos vino acompañada de agudos aumentos en el uso de agrotóxicos (7). Esto es preocupante porque los agrotóxicos son gravemente dañinos al agua, suelos, flora y fauna, son disruptores endocrinos y están vinculados al cáncer y a enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer’s y Parkinson.

Pero es precisamente en el asunto particular de los agrotóxicos que el artículo se contradice. Por una parte dice que estos cultivos requieren de menos agrotóxicos pero por otro lado dice que son resistentes a herbicida. ¿Cómo es posible argumentar que un cultivo resistente a herbicida utiliza menos herbicida? El mismo agrónomo Javier González, empleado de PanAmerican Grain, alardea que son precisamente esta compañias sus mejores clientes de agroquímicos.

La mayor parte de la siembra transgénica mundial consiste de soya genéticamente alterada por Monsanto para resistir su herbicida Roundup- la semilla se conoce como Roundup Ready. La compañía asegura que el Roundup- cuyo ingrediente activo es el glifosato- es ambientalmente beneficioso pues es menos tóxico que otros herbicidas. Sin embargo, el embriólogo argentino Andrés Carrasco, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, investigó en 2009 los efectos del glifosato sobre embriones y encontró efectos adversos sustanciales (8).

Por sus hallazgos, Carrasco sufrió una prolongada campaña de desprestigio y persecución. “Amenazas anónimas, campañas de desprestigio mediáticas y presiones políticas fueron algunas de las consecuencias de un doble pecado, investigar los efectos sanitarios del modelo agropecuario y, más grave aún, animarse a difundirlos”, informa el diario argentino Página 12.

IV. Sepan que hemos presentado un cuadro parcial e incompleto sobre los peligros de la tecnología transgénica, pero por ser breves terminamos aquí nuestra exposición. Para más información les remitimos a la página web del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico y al libro “Balada Transgénica” de Carmelo Ruiz Marrero.