¿Por qué la Cofepris lanza alerta sanitaria en contra de la copa menstrual?

Por Ecoosfera, 13 de abril de 2016

Su importancia para la salud y el medio ambiente es tal que organizaciones como Femme International, distribuyen copas menstruales a estudiantes de África Occidental a través de programas como Manejo de Salud Femenina.

Durante décadas, las compañías de las toallas sanitarias y los tampones se han encargado de monopolizar –y inclusive, satanizar– medidas de control de la menstruación, usando productos fabricados con plástico, sustancias tóxicas y componentes no biodegradables que ponen en riesgo tanto la salud como el medio ambiente.  A continuación te compartimos el impacto que generan estos productos sobre el cuerpo humano y el planeta:

Salud del planeta

  • Cada tampón o compresa tarda en desintegrarse entre 500 y 800 años.
  • Cada mujer utiliza y desecha entre 10 mil y 16 mil tampones o compresas en su vida, en promedio.
  • Multiplícalo por la población femenina mundial y comprenderás el impacto en el medio ambiente, debido a esta mentalidad de usar-desechar.
  • También piensa en todo lo que requiere la industria para fabricar estos productos plásticos: la utilización de químicos, energía y otros recursos, además de los desechos que dejan en el medio ambiente.

Salud propia

  • Muchos de los materiales de las toallas y tampones causan infecciones e irritaciones a la piel.
  • Por ejemplo, los componentes que se utilizan para blanquear el algodón y las fibras, es tóxico y puede ser cancerígeno.
  • Los tampones absorben el flujo natural de la vagina, lo que provoca resequedad en sus paredes. También desequilibra su flora natural, lo que predispone a infecciones vaginales y al síndrome de choque tóxico (SST).

Por estas razones, se han desarrollado alternativas ecológicas para la menstruación; como por ejemplo, la copa menstrual. Se trata de un recipiente que se inserta en la vagina, y que una vez que se llena –entre cuatro y doce horas de uso–, se retira, se vacía, se enjuaga y se vuelve a colocar. Tienen una vida de entre cinco y diez años, por lo que rompe la costumbre de comprar-usar-tirar.

Su importancia para la salud y el medio ambiente es tal que organizaciones como Femme International, distribuyen copas menstruales a estudiantes de África Occidental a través de programas como Manejo de Salud Femenina: “junto con educación sexual que ayuda a las poblaciones de niñas a asistir a la escuela ininterrumpidamente durante sus menstruaciones. La copa también permite que las familias ahorren al no tener que gastar en toallas sanitarias.”

La cofundadora de Femme International, Sabrina Rubli, explica que la copa menstrual en países desarrollados es una opción más ecológica, sencilla, económica y dinámica, mientras que en los países de desarrollo, es una solución que alivia cargas económicas y abre la puerta a una mejor educación sexual y una mayor calidad de vida.

Sin embargo, el pasado 3 de febrero, la COFEPRIS –Comisión Federal para la protección contra riesgos sanitarios–, en México, emitió una alerta sanitaria en contra de la copa menstrual. La razón principal de este ataque es que este dispositivo, no desechable, pone en riesgo el mercado de grandes empresas como Kimberly Clark.

La Cofepris emitió una alerta sanitaria en la que argumenta que la copa menstrual no cuenta con un registro sanitario en México que avale la calidad de los materiales empleados en su fabricación. Según el comunicado la copa menstrual “carece de evidencia científica avalada por la Cofepris”. Sin embargo, este dispositivo hecho regularmente de silicón quirúrgico o elastómero termoplástico, no posee ningún factor de riesgo relacionado con infecciones vaginales.

En palabras de la educadora sexual mexicana, Ileana Cruz, esta alerta sanitaria de la Cofepris es un intento por causar miedo y desprestigio hacia un producto que atenta contra el uso indiscriminado y constante de desechables: “La alerta por sí misma no especifica cuál es el riesgo a la salud que constituye la copa”.