¿Podría el sol disminuir el riesgo de COVID?

Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 18 de junio del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • Las muertes por COVID-19 disminuyeron a fines de abril y principios de mayo
  • Varios estudios han sugerido que el COVID-19 puede disminuir durante el verano, debido a una mayor cantidad de humedad y otros factores
  • Se pronosticó que una disminución del 1 % en la humedad aumentaría en un 6.11 % el número de casos de COVID-19
  • La gravedad de la enfermedad del COVID-19 se relaciona con niveles de vitamina D más bajos que están vinculados con enfermedades más graves
  • Si el COVID-19 es estacional, es probable que se produzca un nuevo brote, por lo que ahora es el momento adecuado para optimizar su nivel de vitamina D

El conteo provisional de muertes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos para el COVID-19 demuestra un gran cambio. Aunque en febrero de 2020 comenzaron con 0 muertes, hubo un aumento de más de 5 000 muertes por semana en las personas adultas (85 años o más) y 111 entre las personas de 25 a 34 años a fines de abril.

En las personas de 85 años y más, hubo 199 muertes por COVID-19 en la semana del 30 de mayo de 2020, mientras que solo se informó 1 muerte entre las personas de 25 a 34 años, un descenso muy rápido de abril a mayo. Según algunos expertos, lo que sucedió para que las muertes se detuvieran podría ser el mismo flujo y reflujo estacional que ocurre con muchas infecciones respiratorias: es posible que el verano lo haya matado.

Durante el verano, disminuyen muchas infecciones respiratorias

Aunque es posible contraer infecciones respiratorias como la influenza en cualquier época del año, es más común durante el otoño y el invierno, por eso, esos meses se consideran como la “temporada de gripe”. El virus respiratorio sincitial (VSR) también es más común en otoño e invierno y es una de las principales causas de enfermedad respiratoria grave en niños pequeños y en personas mayores de 65 años.

Existen al menos cuatro coronavirus estacionales que tienen una transmisión similar a la influenza. Aunque estos no están relacionados con el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, está relacionado de forma genética con el coronavirus responsable del brote del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2003.

Esto es notable porque, como lo señaló el profesor Paul Hunter de la Universidad de East Anglia en Inglaterra, “los SARS se propagaron en los hospitales, pero se extinguieron durante el verano en el hemisferio norte”. Existen varias razones por las que el SARS se contuvo tan rápido en casi ocho meses, pero el verano con una temperatura más alta y un mayor nivel de humedad, es una de ellas.

¿Por qué el verano es menos propicio para la infección respiratoria?

El aire frío y seco del invierno favorece la propagación de la gripe e influenza, y se sabe que esta propagación se ve afectada tanto por la temperatura como por la humedad. Durante el invierno, las personas también pasan más tiempo dentro de casa, en espacios cerrados con menos ventilación y tienen menos espacio en comparación con estar al aire libre durante el verano.

En la escuela, las clases continúan durante el otoño e invierno, y durante el verano, los estudiantes permanecen en casa. Los términos escolares se han relacionado con una mayor transmisión de virus respiratorios, mientras que las vacaciones conducen a una reducción del 20 % al 29 % en la tasa de transmisión de la influenza en los niños. Por lo tanto, el hecho de que los niños estén en la escuela durante el invierno, podría aumentar las tasas de transmisión.

Además, como señaló Marc Lipsitch, profesor de epidemiología y director del Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles de Harvard T.H. Escuela de Salud Pública TH Chan:

“Es posible que la condición del sistema inmunológico de una persona promedio sea peor en invierno que en verano. Una hipótesis se ha centrado en la melatonina, que tiene algunos efectos inmunológicos y está modulada por el fotoperiodo, que varía según la estación. Otra prueba con más evidencia, es que los niveles de vitamina D, que dependen de la exposición a la luz ultravioleta (mayor en verano) modulan nuestro sistema inmunológico de manera positiva”.


Los estudios sugieren que el COVID-19 podría ser estacional

Varios estudios han sugerido que el COVID-19, podría disminuir durante el verano. Un estudio preliminar monitoreó la estacionalidad de los virus de la influenza y los coronavirus humanos endémicos durante ocho años. La actividad de los coronavirus humanos alcanzó su punto máximo la primera semana de enero, con una transmisión más fácil por baja humedad relativa en espacios cerrados (HR) de 20 % a 30 %.

Los investigadores citaron estudios previos que encontraron que un aumento de la humedad relativa al 50 % redujo la transmisión de la influenza y los coronavirus animales. Además, el estudio encontró que los casos disminuyeron en un 50 % a principios de marzo, un 75 % a principios de abril y más del 99 % a fines de abril. De acuerdo con el estudio:

“Debido a que es un virus envuelto ligado a lípidos con características de tamaño similares a los coronavirus humanos endémicos, el SARS-CoV-2 debería estar sujeto a la misma dinámica de viabilidad y transmisión reducidas con mayor humedad. Además del distanciamiento social y la transición de una HR interior más baja a una más alta con el aumento de las temperaturas exteriores podría existir un efecto adicional en la disminución de los casos de SARS-CoV-2 en mayo.

Durante los 8 años de este estudio, la actividad del coronavirus humano tuvo una reducción de cero o >99 % en los meses de junio a septiembre, y la consecuencia sería que el SARS-Cov -2 podría seguir un patrón similar”.

La humedad podría ser un factor importante

Un estudio realizado en Sydney, Australia, encontró una conexión similar entre la humedad y el COVID-19. Se pronosticó que una disminución del 1 % en la humedad aumentaría el número de casos en un 6.11 %, y los investigadores declararon: “Durante los períodos de baja humedad relativa, el sistema de salud pública debería anticipar un mayor número de casos de COVID-19”.

El profesor Michael Ward, epidemiólogo de la Facultad de Ciencias Veterinarias de Sydney en la Universidad de Sydney, dijo en un comunicado de prensa que la humedad parecía ser un factor importante:“Cuando se trata del clima, encontramos que el principal impulsor es el nivel más bajo de humedad, y no las temperaturas más frías. Significa que en invierno existe un mayor riesgo, ya que podríamos tener una menor humedad. Pero en el hemisferio norte existen áreas con menor humedad o períodos en los que la humedad es menor, y el riesgo ahí puede ser durante los meses de verano.

Cuando la humedad es más baja, el aire es más seco y hace que los aerosoles sean más pequeños. Cuando estornuda o tose, esos aerosoles infecciosos que son más pequeños, pueden permanecer por más tiempo suspendidos en el aire. Eso aumenta la exposición para otras personas. Cuando el aire es húmedo y los aerosoles son más grandes y pesados, caen y tocan las superficies más rápido”.

La humedad podría afectar las tasas de transmisión y la supervivencia de los virus. Según un estudio, la adición de un humidificador portátil con una producción de 0.16 kilogramos de agua por hora en el dormitorio aumentó la humedad absoluta en un 11 % y la humedad relativa en un 19 % durante las horas de sueño en comparación con la ausencia del mismo. Cuando aumentó la humedad, disminuyó la supervivencia del virus de la influenza, de 17.5 % a 31.6 %.

La humedad también influye en las defensas inmunológicas innatas contra las infecciones virales. En un estudio realizado en animales, se encontró que el aire seco comprometió la resistencia de los ratones a la infección, y los que se alojaron a niveles de humedad más bajos tenían una mala depuración mucociliar, mala defensa antiviral innata y mal función de reparación de tejidos.

La relación de la vitamina D

La otra razón por la cual el verano podría reducir las muertes por COVID-19, es porque el verano equivale a una mayor exposición a los rayos del Sol, lo que aumenta los niveles de vitamina D. Existe evidencia científica que demuestra que la vitamina D es un factor muy importante para la respuesta inmunológica y para combatir infecciones. En un análisis realizado a 212 personas con COVID-19 confirmado por laboratorio, se demostró que la gravedad de la enfermedad está relacionada con los niveles de vitamina D más bajos que están vinculados a una enfermedad más grave.

Una revisión publicada en la revista Nutrients también concluyó que la vitamina D podría ser efectiva para reducir el riesgo de infección con COVID-19 y para el tratamiento:

“La evidencia que respalda la importancia de la vitamina D para reducir el riesgo de COVID-19 incluye que el brote ocurrió en invierno, un momento en que las concentraciones de 25-hidroxivitamina D (25 (OH) D) [vitamina D] son mucho menores; mientras que el número de casos en el hemisferio sur cerca del final del verano son menores; se ha descubierto que la deficiencia de vitamina D contribuye al síndrome de dificultad respiratoria aguda; y que las tasas de letalidad aumentan con la edad y con la comorbilidad de enfermedades crónicas, las cuales están relacionadas con una concentración menor de 25 (OH) D”.

Si el COVID-19 es estacional, es probable que exista un nuevo brote, por lo que ahora, es el momento adecuado de optimizar su nivel de vitamina D. Es necesario aumentar los niveles de vitamina D entre 60 ng/ml y 80 ng/ml, para mejorar la función inmunológica y reducir el riesgo de infecciones virales. En Europa, los niveles se posicionan entre los 150 nanomoles por litro (nmol/L) y 200 nmol / L.

¿Por qué tantos expertos se equivocan?

El profesor de Harvard Lipsitch es uno de los que dijo que el COVID-19 “probablemente no” desaparecería solo en los climas más cálidos. “En pocas palabras, aunque podríamos esperar menos contagios por el SARS-CoV-2 en climas más cálidos y húmedos, y tal vez con el cierre de escuelas en regiones templadas del hemisferio norte, no es razonable esperar que estas disminuciones sean suficientes como para generar un gran impacto”, dijo.

El conteo provisional de muertes de los CDC parece sugerir lo contrario, pero algunas personas han advertido que el COVID-19 es muy nuevo para ser estacional. En otras palabras, debido a que pocas personas tienen inmunidad, un nuevo virus tiene la ventaja de prosperar en condiciones menos óptimas, es decir, el verano.

Los “virus viejos”, dijo Lipsitch, “que han estado en la población por más tiempo, operan con un margen más delgado: la mayoría de las personas son inmunes y el virus se tiene que conformar con transmitirse entre las pocas personas débiles”.

Del mismo modo, un estudio en Science usó un modelo de computadora para sugerir que, aunque el COVID-19 podría caer en patrones estacionales, es posible que esto no ocurra hasta que más personas desarrollen una inmunidad, señaló que el “suministro susceptible” limita el papel del clima en los primeros casos de COVID -19.

La drástica disminución de las muertes por COVID-19 que ocurrió de abril a mayo sugiere un componente estacional, pero aún no se comprende por completo qué la provocó. Es probable que se trate de una combinación de humedad, calor, comportamientos humanos, niveles de vitamina D y, tal vez, otros aspectos de exposición a los rayos del sol que provocan esta disminución.

El verano en los Estados Unidos, puede ayudarlo a pasar tiempo al aire libre, optimizar sus niveles de vitamina D y obtener una exposición a los rayos del sol, y de esa forma apoyar la salud y reducir su susceptibilidad a las infecciones virales.