Nuevo libro de Naomi Klein – el capitalismo y el cambio climático

 

El “derecho a regenerar” es una palabra clave de este libro. Su autora quiere contribuir con este libro al movimiento por la justicia climática global. No da instrucciones detalladas sobre la forma de ponerlo en marcha y cómo debamos proceder. ¿Hay que ir a París en 2015? No hay necesidad de esto porque ya existen muchos movimientos ambientales de resistencia en cualquier lugar donde estemos viviendo. Sin embargo, tal vez algunos de nosotros también debe ir a las calles de París, ¿un millón de personas pacíficas y hacerse cargo de la COP?

 

El movimiento contra el cambio climático debe estar abierto a otros movimientos – por ejemplo, el movimiento en los distintos países que defiende un ingreso universal de ciudadanía que cuestiona todo el sistema socio-económico. El movimiento ha de ser tan vigoroso y exitoso como fue el movimiento contra la esclavitud de africanos y como el feminismo lo ha sido, y aún más. El movimiento debe ser consciente de sí mismo, poniendo el cambio climático en el centro, “la cosa que lo cambia todo”, como ella misma se dio cuenta después haber publicado sus dos famosos libros anteriores No Logo y La doctrina del shock.

Si debemos sufrir todavía las reuniones insufribles de las COP, si las tesis de la deuda climática y la deuda ecológica (y ahora, tal vez, en un nuevo vocabulario, los enormes “daños y perjuicios”, loss and damage) no son aceptadas por los países ricos en las reuniones oficiales internacionales, eso es debido a que el movimiento se debilitó o fue comprado.

Naomi Klein sostiene que el ecologismo de las décadas de 1960 y 1970 fue más fuerte que en décadas posteriores. En América del Norte después de Rachel Carson en 1962, logró algunos éxitos legislativos y prácticos, que se enumeran en este libro, y fue reforzado en los inicios de la década de 1980 por el movimiento en Estados Unidos de la Justicia Ambiental contra el “racismo ambiental”.

Su fuerza se pierde en la era neoliberal de Ronald Reagan y posteriormente con Stephen Harper en Canadá, que es el país de Naomi Klein. El mercado autorregulado se convirtió en un eslogan político triunfante, aunque muy debilitado después de la crisis financiera y económica de 2008. En Europa, los mercados de crédito de carbono han fallado. Es hora de que haya políticas más radicales. Pero ellas no vendrán de políticos ineficaces como Obama o de la ONU.

La tarea histórica y muy urgente de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero recae sobre todo en los numerosos movimientos de base que forman redes, en la fuerza de sus batallas en el terreno frente a las empresas privadas o estatales de combustibles fósiles, en contra de pozos de petróleo y minas de carbón, sus poliductos y sus transportes marítimos, sus refinerías y centrales térmicas. Paren de una vez, por el bien de la humanidad y otras especies.

El libro tiene 570 páginas, contiene explicaciones cuidadosas de la química y de la economía política del cambio climático, y lleva 70 páginas de notas al pie y referencias en letra pequeña. Es un libro muy serio y también un libro inspirador que uno debe leer de golpe (en una noche tranquila o un fin de semana) para absorber toda su fuerza en la propia sangre para estar listo para la acción local. En las últimas páginas hay una anécdota más, resumida aquí.

En diciembre de 2012, “Brad Werner… se abrió paso entre la multitud de 24.000 científicos de la reunión de otoño de la Unión Geofísica Americana en San Francisco… la propia sesión de Werner… fue titulada “¿Está la Tierra J*d*da?” … De pie en frente de la sala de conferencias, el profesor de la Universidad de California, San Diego, hizo seguir su conferencia al público a través del modelo de computadora avanzada que estaba usando… habló de los límites del sistema, las perturbaciones, la disipación, los atractores, las bifurcaciones… en la teoría de sistemas complejos.

Pero el resultado final fue bastante claro … Cuando un periodista presionó a Werner para una respuesta clara a la pregunta ¿Está la Tierra J*d*da”?, él dejó la jerga de lado y respondió: “Más o menos”. Sin embargo, había un factor dinámico en el modelo que ofrecía alguna esperanza. Werner lo describió como la “resistencia”, aclarando que esto incluye “la acción directa de los ambientalistas, la resistencia desde fuera de la cultura dominante, como en las protestas, bloqueos y sabotajes de los pueblos indígenas, obreros, anarquistas y otros grupos de activistas”. Se necesita tal “fricción” para detener la máquina económica que se precipita fuera de control”.