México: Un panel del T-MEC falló en contra de México en el caso del maíz transgénico

Escrito por Mercedes López Martínez, Representante de la Colectividad Demandante contra el Maíz Genéticamente Modificado

La derrota del gobierno de México ante el  panel de controversias de Estados Unidos, era una derrota anunciada, por la propia naturaleza de la demanda, con un sentido estrictamente comercial: defender los intereses de empresas transnacionales contra la soberana decisión de México de decidir qué compra y su soberanía alimentaria.

No obstante, el fondo de la controversia es falso, porque la prohibición del uso de maíz genéticamente modificado en el consumo humano no ha implicado una afectación comercial, al contrario, de 16 millones de toneladas de maíces amarillos genéticamente modificados que México importaba a inicios de 2024, incrementó su compra a casi 20 millones.

Lo importante es que a pesar de esa resolución negativa para México, continúa la prohibición de la siembra comercial de maíz genéticamente modificado por una medida precautoria dictada en septiembre de 2013 a favor de una demanda colectiva civil representada por Mercedes López, integrante de Vía Orgánica; además de que está por aprobarse una reforma constitucional que prohibe la siembra de maíz GM en México y prohibe su consumo humano.

Desde Vía Orgánica y la sociedad civil demandante seguiremos luchando y defendiendo los maíces nativos mexicanos que son cultura, tradición, gastronomía, cosmogonía, artesanía, preservación del medio ambiente, derechos humanos y soberanía alimentaria.

Escucha la entrevista realizada a Mercedes López en Radio Bilingüe el 10 de enero de 2025:

VIERNES 10 DE ENERO – PROGRAMA N.° 10651 12:00 PM PT

Edición México.

Un panel del T-MEC falló en contra de México en el caso del maíz transgénico, alegando que la prohibición mexicana no está basada en la ciencia y socava el acceso al mercado acordado en el T-MEC. En respuesta, la presidenta mexicana Sheinbaum destacó la relevancia del maíz como patrimonio cultural y biológico, los riesgos que enfrenta por las variedades transgénicas y propuso una legislación que prohíba el cultivo de maíz transgénico en el país. “Sin maíz, no hay país”, afirmó. Expertos debaten los próximos pasos.

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Artifical Lights at Night Do More Harm Than You Realise: Here’s How to Light Your Garden Responsibly

by Molly Blair, Gardens Illustrated

Lighting is a crucial part of garden and landscape design. Lights are used to extend the hours of use in the garden, light driveways and pathways to make them safe and for general security. However, all artificial lighting has an effect on wildlife and the local ecosystem, so it is important to light gardens responsibly.

“All living things, including animals, plants and microbes, have evolved under a natural rhythm of night and day,” says garden designer Rachel Bailey MSGD. “As the world has rapidly become urban and light pollution extends into rural and offshore areas, the distinction between night and day has become blurred.”

Artificial light at night, also known as ALAN, has wide-reaching effects on the organisms around it. DarkSky International, the global organisation combatting light pollution, said in its annual report that “ALAN is one of the most pressing and imminent threats to global biodiversity.”

Adding that “studies suggest clear impacts on wildlife populations due to artificial light, even from indirect exposure.” Insects and birds are particularly susceptible to the effects of artificial lighting, but the impacts are felt across all types of animal and in plants too.

Llama Sin Maíz No Hay País, publicar Reglamento de la Ley de Alimentación

Por Eduardo González Silva, MexiCampo, 23/10/2024

Ciudad de México, 23 de octubre.- El Movimiento Nacional sin Maíz No Hay País (MNSPNHP), observó que es impostergable la publicación del reglamento de la Ley General de Alimentación Adecuada y Sostenible (LGAAS), misma que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado  17 de abril del año en curso, mismo que entró en vigor al día siguiente.

El movimiento social junto con otras 18 organizaciones sin fines de lucro, refirió que pese a ser una larga demanda histórica del pueblo mexicano, aún no se ha emitido el Reglamento para su debida implementación, subrayó que de acuerdo con el Transitorio Segundo de la LGAAS, el pasado martes 15 de octubre de 2024, venció el plazo para la emisión del Reglamento.

Ante ello, hizo el exhorto a las instancias gubernamentales responsables de la elaboración, revisión, discusión y consenso del Reglamento de la LGAAS, para que sea publicado a la brevedad posible.

Precisó que el Artículo Transitorio Segundo de la LGAAS, mandató dentro de los 180 días naturales posteriores a la entrada en vigor de dicha Ley, que “la persona titular del Poder Ejecutivo Federal deberá emitir su respectivo Reglamento, incluyendo al menos las disposiciones necesarias”.

Entre estas destacan: la integración, instalación y funcionamiento del Sistema Intersectorial Nacional de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (SINSAMAC)

El adecuado ejercicio de las competencias que esta Ley confiere al SINSAMAC, es permitir que la autoridad competente determine el contenido de las canastas normativas

La integración de los órganos y mecanismos de fiscalización, de transparencia y rendición de cuentas con los que contará el SINSAMAC, también permitir la constitución de las reservas estratégicas y el establecimiento de los programas para su operación, y la adecuada instrumentación de los mecanismos de compras públicas y del programa de desarrollo de proveedores, a los que se refiere el artículo 37 de la Ley que se expide.

Sin embargo, el plazo determinado para aprobar, emitir y difundir el Reglamento de la LGAAS venció. La LGAAS pone énfasis en que, para garantizar el derecho a una alimentación que sea adecuada en cantidad y calidad, y culturalmente respetuosa, es necesario abordar el problema de la buena alimentación desde una perspectiva integral, interinstitucional y transexenal.

Después de 13 años de la reforma al artículo 4to. de la Carta Magna, que establece que “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”, y que “el Estado lo garantizará”, “reafirmamos que la LGAAS permitirá la exigibilidad, justiciabilidad y garantía de este derecho humano. Además, proporcionará a la actual administración un nuevo marco institucional para continuar impulsando la transformación ecológica del sistema agroalimentario y nutricional del país”.

La Ley es resultado de años de luchas y demandas de la sociedad civil organizada, de movimientos campesinos, ambientalistas y más, para mejorar las condiciones de vida y salud de la población desde el enfoque de justicia social, derechos humanos, respeto y cuidado al ambiente.

Aprobar y difundir el Reglamento de la LGAAS es el progreso necesario en la realización del derecho a la alimentación para evitar muertes prevenibles, reducir rezagos en poblaciones vulnerables y restablecer condiciones para lograr un sistema agroalimentario conforme a derecho y respeto a la naturaleza.

La comida saludable, sabrosa y sostenible es una inversión que rinde frutos desde el momento de nacer y sienta bases sólidas de una política pública de avanzada sostenida por la participación ciudadana a favor de la vida.

Por tanto, exhortamos a las instancias gubernamentales responsables de la elaboración, revisión, discusión y consenso del Reglamento de la LGAAS, bajo el mandato de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, para que sea publicado a la brevedad posible.

Entre las organizaciones firmantes del llamado se encuentran: Alianza por la Salud Alimentaria, Asociación de Consumidores Orgánicos, Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo – ANEC, A.C., COA Nutrición, Colectivo Zacahuitzco, COMCAUSA A.C., El Poder del Consumidor, FIAN México, Frente Parlamentario contra el Hambre Capítulo México, Fundación Semillas de Vida, A.C., entre otras. (Redacción MEXICAMPO).

Modelo agrotóxico, glifosato y los que no la quieren ver

Por Anabel Pomar, Tierra Viva Agencia de Noticias, 29 de octubre de 2024
Se acumulan las pruebas de los efectos negativos del herbicida glifosato, pilar del modelo de agronegocio. A pesar de miles de estudios científicos independientes, y de millones de víctimas en los territorios, las grandes empresas imponen la supuesta “duda” y los gobiernos permiten que los negocios se impongan por sobre la salud de la población. La propia Bayer-Monsanto reconoció los efectos nocivos de su agrotóxico.

Por Anabel Pomar

El refrán popular es conocido: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. El escritor y periodista Upton Sinclair, por su parte, en su cita más célebre aseguraba: “Es difícil conseguir que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”. Cuando se trata de abordar la peligrosidad del glifosato, ambas frases van de la mano. Y para continuar la discusión pública del modelo agrotóxico, deben sumarse las ya suficientes evidencias de cómo sus fabricantes han influenciado para evitar que la verdad sobre la afectación del herbicida para la salud y la biodiversidad sea conocida.

Algunos estudios dicen que sí es peligroso. Otros no. Un Estado lo prohíbe, pero otros no. Y así… El uso del veneno insignia del modelo agrotóxico hegemónico continúa aumentando exponencialmente. El resultado: este presente que encuentra a la Argentina en el podio de los países más pulverizados del mundo y, por ende, sufriendo las consecuencias de serlo.

Entonces, surge una noticia relacionada al glifosato o sus impactos y obliga a repasar, nuevamente, cómo es que, pese a la evidencia sobre su peligro, el agrotóxico continúa aplicándose. Si permanece en el mercado no es por la falta de pruebas sobre los daños que genera sino por la enorme presión económica y corporativa para sostenerlo.

Una década sin políticas estatales ante el peligro del glifosato

El herbicida fue introducido en el mercado hace cinco décadas por Monsanto, que desde 2018 es propiedad de la multinacional alemana Bayer. Hace menos, nueve años para ser exactos, el principio activo fue categorizado cómo clase IIA (Probable Cancerígeno en Humanos) por la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud)El informe de ese organismo añade además que hay fuertes evidencias de que la exposición a las formulaciones con base glifosato son genotóxicas, que puede haber daños cromosómicos en las células sanguíneas y que tanto el herbicida como el ácido aminometilfosfónico (AMPA, producto de degradación del glifosato) inducen procesos de estrés oxidativo, que pueden provocar muerte celular y disfunción en los tejidos orgánicos.

La demorada por el lobby de sus fabricantes clasificación de la IARC fue producto de un trabajo que, por primera vez, tomó investigaciones y trabajos científicos sin conflictos de intereses. Ese corpus creció en esta última década y documentó los daños, exponiendo los estudios financiados por las empresas o realizados por ellas mismas. En la génesis de la aprobación de las sustancias biocidas de síntesis química se toma como suficiente lo que dicen quienes venden el producto. La confianza ciega en las corporaciones rige el sistema regulatorio global. La primera respuesta a cómo se sostiene aún su uso.

En Argentina, tras la reclasificación de la IARC, el Equipo de Trabajo de Ambiente y Carcinogénesis del Instituto Nacional del Cáncer del Ministerio de Salud, realizó el informe “Glifosato-Grupo 2A”. En ese trabajo puede leerse, entre otras cosas, que “se observó una asociación positiva para el riesgo de Linfoma No-Hodgkin y exposición al glifosato”, que “hay suficiente evidencia en animales de experimentación de la carcinogenicidad del glifosato” y que una “fuerte evidencia indica que la exposición a glifosato o formulaciones a base de este es genotóxica”.

Con ese conocimiento en su poder, el Estado sigue sin desarrollar una política pública nacional destinada a proteger a la ciudadanía de ese veneno. La falta de una política nacional y de un debate al respecto es una ecuación a medida para las ganancias corporativas y en detrimento de la salud y el ambiente.

Glifosato, Gualeguaychú y la perpetuidad de la duda

Esa recategorización no es “concluyente” para que las autoridades nacionales actúen. La legislación vigente para proteger a la población del glifosato u otros agrotóxicos se dio, en muy pocos casos, a través de normativas provinciales de prohibición –Chubut y Misiones– o distancias mínimas de aplicación –San Luis–u ordenanzas municipales que marcan zonas de resguardo, como así también fallos judiciales conseguidos por la lucha de las nunca atendidas víctimas de ese modelo tóxico, los pueblos fumigados, organizados en defensa propia.

Está extensamente probado cómo Monsanto (Bayer) junto a otras corporaciones tóxicas diseñaron una campaña para poner en duda el trabajo de la IARC, desprestigiar a sus miembros y sobre todo evitar que otras agencias regulatorias siguieran sus pasos a la hora de categorizar el producto cómo probable cancerígeno.

Cuando las empresas logran perpetuar las dudas, mantener el tema “en discusión” y alimentar la idea de “las dos bibliotecas”, habilitan las idas y vueltas en la erradicación del herbicida, como ocurrió en septiembre pasado en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.

“Toda la artimaña consiste en hacer creer que existen dos posiciones científicas cuando, de hecho, de un lado hay un conjunto de conclusiones científicas y, del otro, su contestación por parte de los mismos actores que comercializan el producto”, apunta Mathias Girel, doctor en filosofía de la Escuela de París, quien trabaja sobre la “articulación social de la duda”. Desde la Universidad del Litoral, el ingeniero químico e investigador Horacio Beldoménico sostiene que “no hay dos bibliotecas” y grafica: “La evidencia está en la ciencia universal, la otra está encerrada en las empresas de agroquímicos”.

El 30 de septiembre pasado, luego de más de 6 años, la Cámara en lo Contencioso Administrativo N° 2 de Concepción del Uruguay —con la firma positiva de los jueces Mariano Alberto López, Federico José Lacava y la abstención de María Fernanda Erramuspe— declararon “inconstitucional” y anularon algunos aspectos de la Ordenanza 12216, que, desde 2018, prohibía el expendio, almacenamiento, transporte y comercialización del glifosato y sus formulaciones en la ciudad. La presentación había sido impulsada por la Sociedad Rural y la sentencia habilitó nuevamente la circulación del herbicida.

La Cámara consideró la “inconstitucionalidad” indicando que, si no se podía demostrar que dichas actividades eran nocivas para la salud y el medio ambiente, la prohibición resultaba arbitraria. La ordenanza que recibe este golpe no es cualquier ordenanza. En sus fundamentos, señalaba con claridad la peligrosidad del glifosato, desprendiéndose del mecanismo de la duda instalado por las empresas del agronegocio.

Desde las carteras de Ambiente y Comunicaciones del Municipio de Gualeguaychú, gobernado por Mauricio Davico (Juntos por Entre Ríos), confirmaron a Agencia Tierra Viva que no apelarán la sentencia. Y que el uso sigue prohibido en zona urbana y “regulado” en en zonas rurales por ordenanza 12253/2018.

“En su Artículo 5 manifiesta que ‘queda prohibida la utilización y aplicación de agroquímicos con medios de aplicación aérea en el ejido de la ciudad. Asimismo, queda prohibido dentro de la zona urbana, quintas, chacras e industrial todo tipo de aplicaciones terrestres de agroquímicos y, respecto de la zona rural, el Artículo 7 de la misma establece el procedimiento a seguir para realizar aplicaciones en dicha zona. La cual se puede no autorizar”, señaló la directora de Ambiente de Gualeguaychú, Ivana Zecca.

Tras esa decisión del Poder Judicial entrerriano, la Cámara de Diputados provincial dio media sanción a un proyecto de ley de “buenas prácticas agrícolas”, que vuelve a la carga y reduce al mínimo los límites para la aplicación de agrotóxicos. Las organizaciones socioambientales repudiaron la medida y no dudaron: “Profundiza las enfermedades de nuestro pueblo y territorio”.

Controversias fabricadas para vender

En el libro La duda es su producto, el investigador David Michaels señala cómo actúan las corporaciones con técnicas probadas y perfeccionadas por la industria del tabaco. “Estas industrias han aprendido que al enfocar la discusión sobre las incertidumbres en la ciencia (y la necesidad de más investigación), es posible evitar el debate sobre las políticas públicas. Esto puede retrasar por años lo necesario para proteger la salud de la gente y el medio ambiente”.

El fallo judicial entrerriano es un claro ejemplo de esa estrategia. La Sociedad Rural logró voltear parcialmente la prohibición contra el glifosato y los jueces eligieron agarrarse de la duda instalada por la industria: nunca es suficiente ni concluyente.

En sus argumentos, los demandantes cuestionaron que se plantee como un hecho cierto la vinculación entre glifosato y cáncer por el solo hecho de haber sido clasificado como “probable carcinógeno” por la IARC. “No existen evidencias científicas que vinculen al glifosato con el cáncer”, sostuvieron. Por su parte, quienes buscaban sostener la medida (la Intendencia, a cargo en ese momento de Esteban Martín Piaggio) adjuntaron la extensa bibliografía que confirma lo hallado por la IARC y otros científicos libres de intereses.

Los jueces concluyeron que “faltan estudios que acrediten esos daños en ese territorio particular y que, si bien no desconocen ese estudio de la IARC, otras ‘voces regulatorias’ afirman que no es cancerígeno”. En el fallo, los jueces también citan la decisión tomada en 2023 por la Unión Europea, que “calificando de improbable ese nexo oncológico, prorrogó en su territorio por diez años más el uso y aplicación” del glifosato. La decisión citada en la sentencia fue tomada por el Comité de Evaluación del Riesgo de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas, pero quienes utilizan la renovación por parte de la UE cómo argumento omiten mencionar las partes que les resultan inconvenientes.

En primer término, menciones importantes del Comité europeo como la que convoca a los Estados miembros a “establecer condiciones o restricciones específicas de uso para los productos fitosanitarios que contengan glifosato, teniendo en cuenta, en particular, si existen otros métodos prácticos de control o prevención con un impacto menor en la biodiversidad”.

También olvidan un detalle crucial detrás de la renovación de la UE hasta 2033. La doctora Pauline Cervan, toxicóloga de Generations Futures (Francia), una de las organizaciones europeas que están judicializando ese nuevo permiso, lo resume: “A primera vista, la evaluación parece exhaustiva y abarca numerosos estudios. Sin embargo, de los 1.628 estudios sobre glifosato revisados por pares (muchos de los cuales destacan impactos adversos para la salud o el medio ambiente) publicados durante la última década, sólo 30 (1,8 por ciento) se consideraron relevantes y confiables para su evaluación. Estos estudios se ven eclipsados por la investigación de la industria en la evaluación general de la evidencia, y ninguno sirve como estudio clave en la reevaluación de lo aprobado”

Monsanto-Bayer lo confesó

Lo que las empresas del agronegocio afirman en sus comunicaciones públicas para sostener la comercialización del glifosato no es lo que dicen sus empleados en “la cocina” de la empresa responsable de introducir el herbicida base de glifosato. “No se puede decir que Roundup(formulación comercial del glifosato)no sea cancerígeno”, escribió la toxicóloga de Monsanto, Donna Farmer, empleada de la corporación desde 1991, en un correo electrónico enviado el 22 de noviembre de 2003. “No hemos hecho las pruebas necesarias en la formulación para hacer esa declaración”, agrega.

También, en una declaración testimonial, bajo juramento, durante uno de los cientos de juicios que la empresa enfrenta en Estados Unidos, William Heydens, gerente de asuntos regulatorios de Monsanto admitió la peligrosidad cancerígena de la formulación. Durante ese interrogatorio de enero de 2017, reconoció como cierta la información que había escrito en un correo electrónico años antes, el 17 de marzo de 2015. En ese correo enviado a su colega Josh Monken, Heydens dice que el Roundup tiene niveles “bajos” de formaldehído cancerígeno y compuestos nitrosos cancerígenos.

Además, escribe otro dato que estremece: “Muchos estudios toxicológicos para glifosato se han realizado en un laboratorio (IBT – Industrial Biotest) que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) descubrieron que generaba datos fraudulentos desde la década de 1970”.

Heydens fue el responsable también de ocultar los peligros genotóxicos de la formulación. Esos estudios, comprobados como fraudulentos, se siguen citando como evidencias de la seguridad del producto, incluso en papers científicos actuales y en renovaciones de agencias regulatorias. Esa admisión de la peligrosidad de la propia empresa es omitida en toda discusión sobre su uso.

El argumento que permitió ganar numerosos juicios en Estados Unidos contra el Roundup, por cancerígeno, y contra la empresa por ocultar con “malicia” ese conocimiento, sigue siendo ignorado por funcionarios argentinos que deben velar por la salud.

“Monsanto clasifica al glifosato como peligroso para la salud”

Quienes no se dejan atrapar por la propaganda ni por las falsas controversias son un grupo de accionistas de la propia Bayer. Integrantes del Comité Ejecutivo de la Coordinación de Riesgos de la empresa,que ha sufrido pérdidas multimillonarias producto de las condenas contra su herbicida estrella, han sido concluyentes sobre los peligros. Toda la información está disponible en el sitio web oficial de la corporación tóxica, en las memorias de reuniones donde se registran los documentos presentados en reuniones internas. No dejan dudas de la necesidad de la suspensión de su uso.

Con fecha 27 de febrero de 2020, en una contramoción para la Asamblea Anual de Accionistas del Grupo Bayer, a realizarse en abril de ese año, se pueden leer textualmente las siguientes afirmaciones: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas clasifica al glifosato como ‘probablemente cancerígeno’. Incluso el propio Monsanto clasifica esta sustancia como peligrosa para la salud”.

Para ilustrar esas afirmaciones, el grupo de accionistas disidentes mencionan los documentos internos de la toxicóloga Donna Farmer y los de su colega William Heydens cuándo afirman: “El producto formulado es el que causa el daño. Por ejemplo, tiene efectos adversos sobre el material genético. Cuando un estudio encargado por la empresa a este respecto no proporcionó suficientes pruebas exculpatorias e incluso amenazó con confirmar los hallazgos, Heydens simplemente sugirió buscar otros científicos”.

En otra cita textual del documento interno de Bayer, se lee: “Los científicos de Monsanto también conocían la relación entre el glifosato y el linfoma No-Hodgkin. El estudio de casos y controles encontró un odds ratio (OR) de 2,02 para la exposición (dos veces la probabilidad de contraer la enfermedad) al glifosato”. La toxicóloga Farmer reaccionó a estos hallazgos con otra confesión: “Hemos estado al tanto de este documento por un tiempo y sabíamos que sólo sería cuestión de tiempo antes de que los activistas lo retomaran”.

El grupo de accionistas no sólo relevó las pruebas de la propia empresa sino que condenó también la estrategia legal que lleva adelante ante las demandas presentadas en Estados Unidos y otras partes del mundo. “La empresa ahora está buscando llegar a un acuerdo en este asunto. Estos acuerdos suelen concluirse ‘sin admisión de culpabilidad’ y, por lo tanto, dejan sin abordar cuestiones cruciales relativas a la responsabilidad por el sufrimiento de las partes afectadas”, apuntaron. Y dieron un paso más: “Tras la conclusión de los acuerdos, Bayer podrá seguir vendiendo el producto cancerígeno Roundup. Por tanto, el envenenamiento futuro de las personas y del medio ambiente es inevitable”.

Y concluyen sobre el modo de proceder de la cúpula corporativa: “Hasta ahora, sin embargo, el Consejo de Administración se ha limitado a intentar negar las consecuencias mortales que tiene el uso de glifosato para las personas y el medio ambiente”.

Con esa presentación, exhortaron a los directivos del grupo Bayer a dejar de fabricar el herbicida estrella a base de glifosato en vez de seguir negando el peligro: “El Consejo de Administración de la empresa tiene la obligación de suspender la producción del producto cancerígeno Roundup y reconocer los efectos devastadores que tiene”.

Agricultura regenerativa: cultivar el futuro

El activista medioambiental Wendell Berry afirmó: “La tierra es lo que tenemos en común; es lo único que podemos compartir sin reducir su valor. Por eso, la agricultura que daña la tierra daña todo lo demás”. Este es el principio en el que se basa la agricultura regenerativa, un enfoque que busca no solo minimizar el impacto ambiental de la agricultura, sino también restaurar y mejorar los ecosistemas.
La agricultura tradicional, en particular las prácticas intensivas que dependen del uso excesivo de productos químicos y la explotación continua de los recursos del suelo, es altamente perjudicial para la salud de la tierra y los ecosistemas. Esta forma de agricultura degrada el suelo a través de la erosión, la pérdida de materia orgánica y la contaminación por pesticidas y fertilizantes.

Según la FAO, hasta un tercio de los suelos a nivel mundial ya están degradados, lo que afecta no solo a la producción de alimentos, sino también a la capacidad de los ecosistemas para secuestrar carbono y mitigar el cambio climático. La erosión del suelo podría llevar a una disminución del 10% en la producción de cultivos para 2050, y la degradación del suelo ha liberado ya hasta 78 gigatoneladas de carbono a la atmósfera, exacerbando el calentamiento global.

El uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas también contamina las fuentes de agua y afecta la vida silvestre. Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente subraya que la intensificación agrícola ha sido una de las principales causas de la disminución de la biodiversidad en Europa, ya que altera los hábitats naturales y elimina especies nativas de plantas y animales.

En palabras de la científica y activista Vandana Shiva, «la agricultura industrializada está destruyendo la biodiversidad y creando un colapso en la cadena alimentaria. Necesitamos una agricultura que regenere los ecosistemas”. Revertir esta tendencia es la razón por la que surge la agricultura regenerativa, un concepto cada vez más popular entre científicos, responsables de políticas públicas y empresas privadas. Sin embargo, las interpretaciones del término son tan diversas como los intereses que lo promueven, lo que aumenta las posibilidades de greewashing.

En la literatura científica la agricultura regenerativa se asocia en gran medida con la restauración de los suelos, el secuestro de carbono, el aumento de la biodiversidad y el uso más eficiente del agua. Técnicos y profesionales tienden a enfatizar el uso de determinadas prácticas que se asocian con resultados específicos, como el uso de cultivos de cobertura, la rotación de cultivos, el compostaje, la reducción del uso de productos químicos y la integración de animales de pastoreo en los sistemas agrícolas. Sin embargo, lo que casi siempre se omite es el hecho de que los aspectos socioeconómicos y políticos del sistema son tan importantes como las prácticas agronómicas, si la meta es lograr impactos duraderos a medio o largo plazo.

 

A nivel europeo, la agricultura regenerativa está recibiendo cada vez más atención como parte de los esfuerzos para alcanzar los objetivos climáticos de la Unión Europea. Según se recoge en el Informe del Parlamento Europeo sobre Agricultura Regenerativa de 2024, la Comisión la considera una herramienta clave para aumentar la sostenibilidad de la agricultura, y se ha fijado como objetivo que el 25% de las tierras agrícolas de la UE se dediquen a la agricultura ecológica de aquí a 2030, lo que supone un salto significativo con respecto al 10,5% de 2022.

Esta es la razón por la que, en 2023, la Comisión adoptó un paquete de medidas para un uso sostenible de los recursos naturales clave, que también reforzará la resiliencia de la agricultura y los sistemas alimentarios europeos. El paquete incluye una nueva ley sobre el suelo, que pretende ayudar a tener suelos sanos en la UE de aquí a 2050, un reglamento sobre las plantas producidas mediante técnicas genómicas y medidas para reducir los residuos alimentarios y textiles.

Otra de las iniciativas más relevantes en este ámbito es el programa Horizon 2020, que ha financiado numerosos proyectos de investigación relacionados con la agricultura regenerativa. Por ejemplo, ‘SoilCare’, que reúne a expertos de varios países para evaluar cómo diferentes prácticas regenerativas pueden mejorar los rendimientos agrícolas, al tiempo que restauran los ecosistemas. Estas iniciativas, junto con la Estrategia de Biodiversidad para 2030 de la UE, refuerzan el compromiso de Europa para transformar el sector agrícola hacia un modelo más regenerativo, resiliente y sostenible​.

Norman Borlaug, científico y premio Nobel de la Paz, lo resumió así: «Si deseamos cosechar alimentos abundantes y nutritivos de la tierra en el futuro, debemos aprender a tratarla con respeto y cuidarla como nuestro mayor recurso”.

La Unión Europea se ha fijado como objetivo que el 25% de las tierras agrícolas se dediquen a la agricultura ecológica de aquí a 2030.

La agricultura regenerativa en España

También en nuestro país son numerosas las voces que piden este tipo de iniciativas. Joaquín Araújo, naturalista y divulgador ambiental, afirma que “trabajar la tierra es la mejor manera de comprender el equilibrio natural. La agricultura debe ser una alianza con la naturaleza, no una guerra contra ella”.

Afortunadamente, la situación es cada vez más prometedora. Uno de los proyectos más importantes en España es el de AlVelAl, una asociación que, mediante la colaboración entre agricultores locales, busca regenerar los suelos degradados en una zona especialmente afectada por la desertificación, mejorar la retención de agua y restaurar la biodiversidad, todo ello mientras se incrementa la productividad agrícola. Este proyecto ha sido reconocido a nivel europeo y se ha convertido en un ejemplo de cómo la agricultura regenerativa puede ayudar a combatir la desertificación y restaurar paisajes agrícolas.​

Otra iniciativa en plena expansión es la de la Fundación Entretantos y sus iniciativas de pastoreo regenerativo, que ya abarca 15 explotaciones ganaderas de cinco comunidades autónomas: Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Comunidad Valenciana y Extremadura. Este proyecto trabaja por impulsar modelos productivos sostenibles, que se alejan de la concepción del suelo como un mero espacio físico en el que crecen alimentos, sino que es el escenario en el que la interacción de especies vegetales y animales permite la regeneración natural de los recursos.

También hay en marcha iniciativas desde el ámbito empresarial. Involucrarse en proyectos de agricultura regenerativa permite a las compañías no solo cumplir con sus compromisos medioambientales y de responsabilidad social, sino también fortalecer su posición en el mercado y reducir costes.

Empresas como Florette han adoptado prácticas agrícolas regenerativas en sus cultivos de vegetales frescos, destacando la importancia de reducir la presión sobre los recursos naturales y conservar la biodiversidad. Utilizan, por ejemplo, técnicas de solarización para desinfectar los suelos de manera natural, lo que reduce el uso de productos químicos perjudiciales y fomenta la sostenibilidad a largo plazo. Además, cuentan con proyectos para minimizar las emisiones de CO2 mediante la reutilización del agua de lluvia y el uso de energía 100% renovable en sus instalaciones​.

El proyecto español AlVelAl ha sido reconocido a nivel europeo y es un ejemplo de cómo la agricultura regenerativa puede ayudar a combatir la desertificación y restaurar paisajes agrícolas.​

Otra empresa española, CO2 Revolution, está innovando en la reforestación con drones y semillas inteligentes. Estos avances permiten la siembra eficiente y a gran escala, ayudando a restaurar los ecosistemas y compensar las emisiones de carbono​. Juan Carlos Sesma, su fundador, que cuando empezó a buscar la forma de materializar un tipo de semillas inteligentes acudió a la sabiduría del monje Enrique Carrasco, responsable de las viñas y los huertos del Monasterio de la Oliva desde hace más de 60 años, recuerda: “En el monasterio siempre decían que el único objetivo en esta vida tiene que ser dar buenos frutos y que tiene que ser en la mayor escala posible. Aquello que desarrolles tiene que generar utilidad para los demás, para el medio ambiente y para la sociedad”.

Desde 2010 Unilever y el Grupo Conesa en Extremadura, trabajan en la producción de tomates sostenibles para los productos de la marca Knorr, y desde 2021 han reforzado su enfoque adoptando técnicas regenerativas. Este proyecto se basa en la reducción de fertilizantes sintéticos y combustibles fósiles, regeneración del suelo mediante cultivos de cobertura como leguminosas y crucíferas, y el uso de tecnologías avanzadas, como la teledetección satelital para optimizar el uso del agua. Así, han logrado reducir el consumo de agua en un 35% y aumentar el rendimiento de los cultivos en un 30%, además de mejorar la estructura del suelo​.

Los beneficios de la agricultura regenerativa van más allá de la simple producción de alimentos. Al restaurar la salud del suelo, se mejora la capacidad de retención de agua, lo que es crucial en un país como España, donde la sequía es un problema creciente. Además, esta agricultura contribuye a la captura de carbono, lo que ayuda a mitigar el cambio climático y mejora la resiliencia de los cultivos frente a eventos climáticos extremos.

Tal y como defiende el agricultor y filósofo japonés Fukuoka Masanobu, “el objetivo final de la agricultura natural no es cultivar cultivos, sino cultivar y perfeccionar a los seres humanos”.