Miel y exportación: Marco Buenrostro y Cristina Barros

Por La Jornada, 19 de abril de 2016

La miel mexicana es muy apreciada. Seguramente influye en esto la gran variedad de flores que se encuentran donde las abejas pecorean.

Un mapa de la Conabio (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad) muestra la gama de tonalidades de las diferentes mieles, lo que es un valor en sí mismo.

En 2010, la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) difundió datos interesantes.

México ocupa el sexto lugar como productor de miel de la abeja Apis mellifera en el mundo y el tercero como exportador; Europa recibe 85 por ciento de la miel que se exporta. Es indispensable mantener la alta calidad de la miel mexicana.

Sin embargo, recientemente miles de productores de miel y sus familias han tenido los problemas que describen Remy Vandame y Eric Vides Borrell en el artículo Miel y cultivos transgénicos en México (Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México, México, noviembre 2015-abril 2016, números 118-119).

En Europa hay una oposición generalizada al cultivo de plantas transgénicas. Se oponen a ello poco más de 60 por ciento de los europeos. Por eso las normas para la importación de productos vinculados con los cultivos son cada vez más estrictas.

La Unión Europea exige que sea señalado explícitamente en la etiqueta si un producto contiene más de 0.9 por ciento de ingredientes producidos por un cultivo transgénico.

Países como Austria y Suiza son más exigentes, pues “aplican tolerancia cero a la presencia de polen de cultivos genéticamente modificados en la miel…”

Para entender lo delicado de la situación, Vandame y Vides aportan datos interesantes sobre el comportamiento de las abejas. Éstas suelen pecorear en un radio de entre uno y dos kilómetros, que representan 300 hectáreas.

Cuando escasean las flores, las abejas pueden extender su radio de acción hasta tres kilómetros en busca de néctar (más de 2 mil 800 hectáreas) y en condiciones extremas hasta 12 kilómetros (unas 45 mil hectáreas).

Además de las afectaciones que sufran las abejas, es imposible que un apicultor controle a los agricultores vecinos, que pueden sembrar semillas transgénicas dañando la calidad de la miel.

Este ha sido el caso de los apicultores de la península de Yucatán que han sido afectados por la autorización que contradictoriamente ha dado la propia Sagarpa, para que se siembre soya transgénica en la región.

Diversos investigadores han demostrado que hay miel contaminada por polen de abejas que pecorean en esos campos. Por ello los autores del artículo recomiendan, entre otras cosas, aplicar el principio de precaución prohibiendo los cultivos transgénicos.

marcri44@yahoo.com.mx