México y Monsanto: Tomando precauciones para enfrentarse a la contaminación genética

Por Timothy A. Wise, Food Tank, 21 de mayo de 2014, Traducción de Mariana Escalante, Vía Orgánica A.C.

Al escuchar los actuales debates sobre las controvertidas peticiones de Monsanto y otros gigantes de la biotecnología para cultivar maíz genéticamente modificado (GM) en México, pensarías que el peligro para la rica biodiversidad del maíz es hipotético. Pero sucede todo lo contrario.

Diversos estudios han descubierto la presencia de genes transgénicos en casi la mitad de los estados mexicanos. Una investigación sobre la diversidad del maíz en los confines de la creciente ciudad capital de México, encontró maíz transgénico en un 70 por ciento de las muestras del área de Xochimilco y un 49 por ciento en las de Tlalpan.

México es el “centro de origen” donde el maíz fue domesticado de su ancestro salvaje, el teocintle. El país es el último lugar donde se debe arriesgar que un amplio rango de semillas nativas sean socavadas por lo que la gente indígena ha llamado “contaminación genética” del maíz GM.

En octubre pasado, un juez levantó una moratoria para detener toda la siembra experimental y comercial, hasta que se pueda probar que las variedades de maíz nativo no son amenazadas por el “flujo genético” del maíz GM. La medida precautoria llega una década tarde.

En 2001, investigadores localizados en E.U.A. descubrieron la presencia de rasgos transgénicos en variedades de maíz nativo en el estado del sureño de Oaxaca. Una queja ciudadana formal provocó un estudio exhaustivo por la comisión ambiental creada por el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN). Los investigadores reconocieron que el “flujo genético” había ocurrido, así como otros estudios también demostraron una contaminación amplia y pidieron políticas precautorias, incluyendo restricciones a las importaciones de los Estados Unidos.

El gobierno mexicano enterró el estudio y rápidamente aprobó una ley de bioseguridad que le abrió la puerta al maíz GM.

“Es algo Orwelliano que esta historia no sea conocida,” dijo Antonio Serratos, uno de los investigadores responsables del estudio por el TLCAN, así como de los estudios en la Ciudad de México del maíz nativo. Dijo que estaba sorprendido por dos cosas en la Ciudad de México. “Primero, que encontramos tanta diversidad. En un área tan pequeña, tan urbanizada, era tan poco probable,” dijo. “La otra sorpresa fue encontrar transgénicos.”

“En los campos mexicanos,” advirtió Serratos, “el maíz nativo transgénico está siendo creado.”

Esa posibilidad no parece preocupar a los representantes de Monsanto en México, aparte de una mención rápida. “Somos muy sensibles al hecho de que México es centro de origen y al significado cultural del maíz,” me dijo Jaime Mijares Noriega, Director de Monsanto Latinoamérica para Asuntos Corporativos, en su oficina de la Ciudad de México. “¿Pero si hay un flujo de polen hacia el maíz nativo qué pasa? Existen muy pocas razas puras en México en estos días. Muchas ya han obtenido genes de los híbridos. Y las semillas nativas son preservadas en bancos genéticos.”

De acuerdo a Oscar Heredia, jefe de los Tratos Regulatorios Agroeconómicos de la compañía, los campos de prueba patrocinados por la compañía en el norte de México, mostraron un flujo genético del maíz GM al maíz no-OGM en lotes fronterizos, menor al 0.5 por ciento de las plantas. Pregunté si la meta de la compañía era obtener un cero por ciento de flujo genético. Dijo que eso sería irreal.

Sí lo sería, es por eso que la gente está preocupada. Serratos me dijo que se sabe que el polen del maíz viaja más de un kilómetro.

Me explicó el peligro. Una hectárea tendrá alrededor de 40,000 plantas. La mitad de uno por ciento son 200 plantas. Cada planta tiene como 400 granos en unas cuantas pencas de maíz, con cada grano polinizado separadamente a través de los hilos de seda de la planta. Si 200 plantas obtienen un nivel de contaminación, se afectarían casi 80,000 granos. Y si alguno de esos granos es plantado como semilla, producirá polen, aún si no produce pencas de maíz usables. Ese polen viaja con los vientos, expandiendo aún más los transgenes.

Serratos señaló que ese flujo genético transportado por el viento, ni siquiera es la fuente más persistente de contaminación. Las semillas viajan lejos y ampliamente, en los bolsillos de los campesinos. Los campesinos a pequeña escala son experimentadores incansables, probando cada semilla que obtienen para ver si produce algo útil. Así es como el maíz ha evolucionado hasta el amplio y útil rango de variedades que vemos hoy. Así es como el maíz GM importado viajó a Oaxaca, fue plantado por un campesino sin saber y expandió transgenes a las plantas nativas.