México, segundo país en AL que más redujo área para cultivar maíz

Alertan organismos de la ONU sobre incrementos de la pobreza y de precios de alimentos Centroamérica, América del Sur y naciones del Caribe aumentaron las tierras agrícolas

Por Susana González G., La Jornada, 11 de noviembre de 2012

México es el segundo país de América Latina y el Caribe que más redujo el número de hectáreas dedicadas al cultivo de maíz en cinco años en un porcentaje de 5 por ciento, en contraste con la tendencia adoptada en diversas naciones de la región de incrementar hasta 17 por ciento la superficie de siembra para sus productos básicos como respuesta a la crisis alimentaria y para reducir la pobreza, revelan la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).“Como respuesta a la crisis alimentaria, diversos países de la región han buscado mejorar el autoabastecimiento de productos agrícolas, incrementando la superficie destinada a productos de relevancia fundamental en la dieta de sus habitantes… Los que experimentaron aumentos significativos en la superficie sembrada de maíz no fueron aquellos con vocación maicera (Canadá, Argentina, México, Brasil y Estados Unidos), sino algunos de los que presentaban alta dependencia a las importaciones de cereales”, indican en el estudio Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas 2013.

Frente al incremento que han registrado 15 países de América Latina y el Caribe en las hectáreas que destinan al cultivo de maíz, lejos de que México hiciera lo mismo en la misma proporción y velocidad redujo la superficie para el que es su principal grano básico en 5 por ciento, sólo superado por Guatemala que registró un desplome de más de 10 por ciento entre 2005 y 2009, último periodo del que los organismos tienen cifras comparables de la mayoría de las naciones de la región.

Desarrollo agrícola evita miseria

En cambio, 15 de 26 naciones analizadas aumentaron las tierras para maíz y el nivel máximo de 17 por ciento correspondió a Guyana, seguido de Honduras, República Dominicana, Paraguay, El Salvador, Cuba, Argentina, Trinidad y Tobago, Belice, Costa Rica, Colombia, Perú, Venezuela, Estados Unidos y Ecuador.

En otro comparativo más extenso referido al porcentaje anual en que creció la superficie agrícola de cada país entre 1990 y 2009, México también se ubicó entre las naciones que reportaron resultados negativos. Mientras República Dominicana, Nicaragua y Paraguay aumentaron cada año las hectáreas para todos sus cultivos entre uno y 2 por ciento, seguidos por otras 11 naciones que lo hicieron en menor proporción, México reportó una reducción anual de 0.20 por ciento al respecto. En ese periodo, por ejemplo, Argentina y Brasil triplicaron la superficie dedicada a la soya, aprovechando el encarecimiento de los alimentos.

La Cepal, FAO y el ICCA hacen hincapié en que la agricultura de la región afronta como principales retos la desaceleración económica mundial y los cambios climáticos, toda vez que por ellos se prevé que en el corto plazo haya mayor incertidumbre y volatibilidad en los precios internacionales, así como un incremento de la pobreza e indigencia rural.

El buen desempeño del sector agropecuario y de la economía son importantes para evitar que la pobreza rural se incremente, indican en el estudio y recuerdan que durante la crisis de 2007-2008 la pobreza se redujo en países en donde creció el sector agrícola y el producto interno bruto (PIB).

Sin embargo, apuntan que en este año varios países del continente, entre ellos México, tuvieron bajos rendimientos y altas tasas de pérdida en sus cosechas agrícolas, principalmente por la sequía y por efectos del fenómeno de La Niña.

Los organismos incluyen a México entre cuatro naciones de la región donde resulta notable la disminución del empleo rural. Además 45 por ciento de quienes todavía se dedican a las actividades agrícolas son asalariados, no dueños de sus propias tierras que trabajan por cuenta propia, a pesar de que las unidades productivas se incrementaron casi 8 por ciento porque persiste la costumbre de subdividir la propiedad entre las familias.