México prohibió la comida chatarra para combatir al COVID-19

Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 28 de septiembre del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • Los problemas de salud subyacentes como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes han surgido como factores importantes en la gravedad y las muertes por COVID-19. La obesidad duplica el riesgo de ser hospitalizado por COVID-19 y aumenta el riesgo de muerte de 3.68 a 12 veces, según el nivel de obesidad
  • Más de una decena de estados en México han decidido combatir la pandemia al prohibir la venta de comida chatarra a menores de edad
  • Dos tercios de los mexicanos que murieron por complicaciones relacionadas al COVID-19 padecían problemas médicos subyacentes como obesidad, diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares. Los funcionarios explican que es necesario realizar cambios en la alimentación para proteger a los jóvenes de desarrollar comorbilidades que aumentan la gravedad del COVID-19 y el riesgo de muerte
  • Una investigación demuestra que la obesidad era la afección subyacente más prevalente entre las personas hospitalizadas por COVID-19 de 18 a 49 años. Los alimentos procesados, la comida chatarra y las sodas son los principales culpables de la obesidad
  • En Huntington, Nueva York, los funcionarios de la ciudad han fomentado a los residentes a “que cambien su alimentación porque [con] el COVID-19, la probabilidad es mayor de tener un mal resultado si se padece obesidad”. El Reino Unido también se ha comprometido a combatir la obesidad para prevenir el coronavirus al restringir los anuncios de comida chatarra

Aunque la mayoría de los medios de comunicación y las autoridades de salud de Estados Unidos no han hablado sobre la influencia de la nutrición y el estilo de vida en los riesgos del COVID-19 y su pronóstico, más de una docena de estados en México han decidido combatir la pandemia al prohibir la venta de comida chatarra a menores de edad.

México prohíbe la comida chatarra para reducir el número de víctimas de COVID-19

De acuerdo con lo informado el 14 de septiembre del 2020 por la organización sin fines de lucro NPR:

“La primera legislatura del estado de Oaxaca aprobó la prohibición de vender o distribuir alimentos empaquetados con muchas calorías y bebidas azucaradas a menores de edad el 5 de agosto. Menos de dos semanas después, el estado de Tabasco también aprobó dicha prohibición. Ahora, al menos una docena de otros estados están considerando una legislación similar.

“Puede sonar un poco drástico, pero teníamos que actuar ahora”, explica Magaly López, una legisladora del Congreso de Oaxaca que encabezó la prohibición. Más de 70 000 mexicanos han muerto a causa del COVID-19, la cuarta cifra más alta registrada a nivel mundial, según un seguimiento de la Universidad Johns Hopkins.

Dos tercios de los mexicanos que murieron por complicaciones relacionadas al COVID-19 padecían problemas médicos subyacentes como obesidad, diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares, según funcionarios del Departamento de Salud. Eso ha llevado a cambiar las alimentaciones para que la generación más joven no sufra dichas dolencias”.

También se busca que los adultos reduzcan su consumo de comida chatarra para reducir el riesgo de COVID-19 y otros problemas de salud. Esto incluye el consumo de sodas, que el subsecretario de salud Hugo López-Gatell ha denominado como “veneno embotellado”.

Los legisladores aún están considerando cómo hacer cumplir la prohibición, pero según NPR, el castigo por la venta de comida chatarra a menores de edad podría incluir multas o incluso tiempo en la cárcel.

De acuerdo con los informes, López-Gatell está considerando convertir esta prohibición en una ley permanente para proteger la salud y el bienestar de la juventud mexicana en el futuro. No será fácil, si se consideran todos los intereses comerciales que están en juego. Los críticos también señalan que, con toda probabilidad, la prohibición solo trasladará el negocio de las tiendas de comestibles a los vendedores ambulantes que no están regulados.

Resulta curioso que, cuando el NPR entrevistó a los adolescentes de la Ciudad de México y el estado de Oaxaca, encontraron que la mayoría parecían entender estas medidas, ya que “conocían los problemas de salud relacionados con la comida chatarra”.

Una niña de 16 años explicó: “Al principio me sentía frustrada al no poder comprar Coca-Cola, pero me adaptare. Y quizás compraría fruta o algo más saludable en su lugar”.

La nutrición tiene un papel importante en la susceptibilidad al COVID-19

Como informé en mi artículo “Las compañías de comida chatarra son las responsables de las vulnerabilidades del coronavirus“, los problemas de salud subyacentes como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes han surgido como factores importantes en las muertes por COVID-19.

En un estudio, más del 99 % de las personas que murieron por complicaciones relacionadas con el COVID-19 presentaban problemas médicos subyacentes. Entre las muertes, el 76.1 % tenía presión arterial alta, el 35.5 % diabetes y el 33 % enfermedad cardíaca.

La investigación demuestra que la obesidad era la afección subyacente más prevalente en las personas hospitalizadas por COVID-19 de 18 a 49 años, justo por delante de la hipertensión. De hecho, los alimentos procesados, la comida chatarra y las sodas son los principales culpables de la obesidad y las enfermedades crónicas que son factores importantes en las muertes por COVID-19.

[El SARS-CoV-2] no distingue a quién infecta. Pero, sí distingue a quién mata. ~ Dr. Robert Lustig

El cardiólogo con sede en Londres, el Dr. Aseem Malhotra, ha estado entre los que advierten que una mala alimentación puede aumentar el riesgo de morir por COVID-19. Le dijo a la cadena BBC que los alimentos ultraprocesados representan más de la mitad de las calorías consumidas por las personas en el Reino Unido, y si padece obesidaddiabetes tipo 2 y presión arterial alta —todo lo relacionado con una mala alimentación— su riesgo de morir por COVID-19 incrementa hasta 10 veces.

Malhotra también afirma que consumir alimentos nutritivos durante un mes podría ayudarlo a perder peso, reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 y mejorar su salud, por lo que tendrá muchas más posibilidades de sobrevivir si contrae COVID. 19.

El Dr. Robert Lustig, profesor emérito de pediatría en la división de endocrinología de la Universidad de California en San Francisco, también ha sido franco sobre la relación entre la alimentación y los riesgos de COVID-19, al afirmar lo siguiente:

“Escuché que consideraban al COVID-19 como algo malvado, porque no distingue géneros. No distingue a quién infecta. Pero, sí distingue a quién mata.

Además de los adultos mayores, también afecta a personas de raza negra, con obesidad o condiciones preexistentes. ¿Cuál es la diferencia entre estos tres?  Alimentos ultraprocesados. Debido a que los alimentos ultraprocesados crean una inflamación, que al COVID-19 le complace explotar, es momento de considerar su alimentación”.

Incluso la obesidad leve aumenta el riesgo de complicaciones por el COVID-19

Los más relevante es que la obesidad leve pude causar graves consecuencias en la enfermedad del COVID-19.

De acuerdo con investigadores italianos que analizaron datos de 482 pacientes con la enfermedad del COVID-19, “la obesidad es un factor independiente y sólido de riesgo de sufrir insuficiencia respiratoria, ser ingresado a una UCI y muerte entre los pacientes infectados”; asimismo, resaltan que la gravedad del riesgo está ligada al nivel de obesidad.

En un comunicado de prensa, el autor principal, el Dr. Matteo Rottoli, declaró lo siguiente:

“Los profesionales de la salud deben saber que las personas con cualquier grado de obesidad, no solo las que padecen obesidad severa, son una población en riesgo. Se debe tener más precaución con las personas hospitalizadas por COVID-19 y que padecen obesidad, ya que es probable que experimenten insuficiencia respiratoria más rápido y deban ingresar a la unidad de cuidados intensivos”.

Las personas con obesidad leve tienen un riesgo 2.5 veces mayor de sufrir insuficiencia respiratoria y un riesgo cinco veces mayor de ingresar a la UCI en comparación con las personas que no tienen obesidad. Las personas con un IMC de 35 o más tienen una probabilidad 12 veces mayor de morir por COVID-19.

La obesidad está relacionada con la gravedad y la muerte por COVID-19

De manera similar, un informe de julio de 2020 de la agencia de gobierno británico Public Health England describió los resultados de dos revisiones sistemáticas, una de las cuales demostró que el exceso de peso empeoraba la gravedad del COVID-19 y la otra que las personas con obesidad tenían una mayor probabilidad de morir a causa de la enfermedad, en comparación con las personas sin obesidad.

En este caso, el riesgo de hospitalización, tratamiento de cuidados intensivos y muerte aumentan al tener un mayor índice de masa corporal (IMC). En comparación con las personas con un peso saludable, las personas con un IMC superior a 25 tenían:

  • Una probabilidad 2.03 veces mayor de sufrir una enfermedad severa
  • Una probabilidad 6.98 veces mayor de necesitar asistencia respiratoria
  • Una probabilidad 3.68 veces mayor de morir

Otro estudio publicado el 2 de mayo de 2020 en el servidor de preimpresión medRxiv encontró que la obesidad duplica el riesgo de ser hospitalizado por COVID-19. Según los autores:

“Estos hallazgos sugieren que modificar el estilo de vida podría ayudar a reducir el riesgo de COVID-19 y podría ser un complemento beneficioso para otras intervenciones, como el distanciamiento social y las medidas preventivas para no ingresar a la categoría de alto riesgo”.

La pandemia ha destacado el impacto de la comida chatarra en la salud

En un artículo publicado en la revista médica BMJ, tres investigadores citaron la importancia que desempeña la industria alimentaria en las tasas de obesidad y, en última instancia, en las muertes por COVID-19. De acuerdo con los autores, “Ahora está claro que la industria alimentaria es la culpable de la pandemia de obesidad y de las complicaciones por covid-19 junto con sus devastadoras consecuencias.

Se le pidió a la industria alimentaria que deje de promover los alimentos y bebidas poco saludables, y a los gobiernos, que obliguen a todos a crear una nueva formulación de la comida chatarra para mejorar la salud.

La obesidad siempre nos ha matado lentamente y, según Bill Maher, “Junto con el COVID, puede matarnos más rápido”. Hasta ahora, México parece ser el único país que se ha tomado el asunto en serio como para implementar una prohibición total de la comida chatarra para los niños y adolescentes.

Otras excepciones notables incluyen la ciudad de Huntington, Nueva York, donde los funcionarios han fomentado que los residentes “cambien sus hábitos alimenticios porque [con] el COVID-19, se tiene el doble de probabilidad de tener un mal resultado si se padece de obesidad”.

El Reino Unido también se ha comprometido a combatir la obesidad para prevenir el coronavirus al restringir los anuncios de comida chatarra.

El 23 de julio de 2020, el primer ministro Boris Johnson anunció que tiene la intención de prohibir la publicidad sobre la comida chatarra antes de las 9 de la noche y limitar las promociones en los supermercados. Los anuncios de alimentos no saludables podrían estar prohibidos.

Estudios hacen énfasis en que la nutrición es primordial para combatir el COVID-19

Es importante destacar los siguientes estudios adicionales. El primero, publicado en la edición de mayo de 2020 en el Pakistan Journal of Medical Sciences, señala que “Una buena nutrición y consumo de nutrientes impactan en el sistema inmunológico, por lo tanto, la única manera de sobrevivir en el contexto actual es al fortalecer el sistema inmunológico”, y que “Una alimentación adecuada puede garantizar que el cuerpo esté en el estado adecuado para combatir el virus”.

Para optimizar las posibilidades de sobrevivir y minimizar los síntomas, los autores ofrecen lineamientos alimenticios y buenas prácticas alimentarias para minimizar el riesgo de contaminantes alimentarios. Los lineamientos alimenticios incluyen los siguientes:

  • Consuma cuatro porciones de frutas como guayaba, manzana, plátano, fresa, melón, toronja, piña, papaya, naranja, grosella negra y pomelo todos los días.
  • Consuma cinco porciones de vegetales frescos al día y evite cocinarlos en exceso para evitar la pérdida de nutrientes.
  • Incluya frutos secos y coco en su alimentación
  • Incluya alimentos de origen animal como carne roja, aves, pescado, huevos y leche.
  • Evite los refrescos y otras bebidas endulzadas y consuma agua pura

Por desgracia, los lineamientos incluyen evitar las grasas saturadas saludables como la mantequilla, el aceite de coco, el queso, el ghee y la crema, y solo usar grasas insaturadas. Aunque algunas fuentes de grasas insaturadas son muy saludables, como los aguacates, el pescado y los frutos secos, otras deben evitarse.

Los aceites de semillas procesados de manera industrial son grasas que deben evitarse y esto incluye aceites como el aceite de soya, el aceite de canola y el aceite de maíz. El segundo estudio, publicado en la edición de julio del 2020 de la revista Brain, Behavior and Immunity, señala lo siguiente:

“El alto consumo de grasas saturadas, azúcares y carbohidratos refinados (denominados como la alimentación occidental) en todo el mundo, contribuye a la prevalencia de la obesidad y la diabetes tipo 2, y podría colocar a estas poblaciones en un mayor riesgo de patologías y mortalidad por COVID-19.

La típica dieta occidental activa el sistema inmunológico innato y deteriora la inmunidad adaptativa, lo que provoca una inflamación crónica y una menor defensa del huésped para combatir los virus.

Además, la inflamación periférica causada por el COVID-19 podría tener consecuencias a largo plazo en las personas que se recuperan, lo que lleva a problemas médicos crónicos como demencia y enfermedades neurodegenerativas, quizás a través de mecanismos neuroinflamatorios que pueden empeorar con una alimentación poco saludable.

Por lo tanto, ahora más que nunca, el acceso a alimentos saludables debe ser una prioridad y las personas deben considerar los hábitos alimenticios saludables para reducir la susceptibilidad y las complicaciones a largo plazo del COVID-19”.

Mis recomendaciones alimenticias

En realidad, no pasó mucho tiempo antes de que se hiciera evidente que la pandemia del COVID-19 mostraba una pandemia mucho más extendida, que es la de la resistencia a la insulina.

Todas las comorbilidades que aumentan los riesgos del COVID-19 (incluyendo el riesgo de enfermedad sintomática, hospitalización y complicaciones que provocan la muerte) tienen su origen en la resistencia a la insulina. Si se trata la resistencia a la insulina, junto con la deficiencia de vitamina D, muy pocas personas, excepto las personas mayores y frágiles, estarían en riesgo de contraer la infección por SARS-CoV-2.

Por lo tanto, es momento de comenzar a ver cómo podemos mejorar nuestra salud en general y evitar la resistencia a la insulina en particular. Una población sana no será tan vulnerable a enfermedades infecciosas como el COVID-19.

Aparte de las recomendaciones generales mencionadas anteriormente (con la excepción de reemplazar las grasas saturadas con aceites de soya, canola y maíz), recomiendo lo siguiente:

•Adoptar una dieta cetogénica cíclica, la cual implica limitar los carbohidratos (reemplazándolos con grasas saludables y cantidades moderadas de proteína) hasta que se encuentre cerca de o en su peso ideal.

Esto incluye evitar todos los alimentos ultraprocesados y también limitar los azúcares añadidos a un máximo de 25 gramos por día (15 gramos por día si padece diabetes o resistencia a la insulina). Esto permitirá que el cuerpo comience a quemar grasas en lugar de carbohidratos como combustible principal y aumente la sensibilidad de los receptores de insulina.

Una vez que haya recuperado su peso ideal, podrá incluir poco a poco carbohidratos varias veces a la semana. Uno de los mejores libros sobre este tema es mi libro Contra el cáncer.

•Restringir su período de consumo de alimentos de 6 a 8 horas, y no consumir alimentos al menos tres horas antes de acostarse. Esto se conoce como alimentación con restricción de tiempo y es ideal para reducir la resistencia a la insulina y restaurar la flexibilidad metabólica.

Haga ejercicio cada semana y aumente el movimiento físico durante las horas de ayuno, con el objetivo de no permanecer sentado más de tres horas al día. Duerma lo suficiente (ocho horas para la mayoría de los adultos) y cuide su salud emocional, ya que ambos son factores importantes que pueden influir en el peso, la salud general y la función inmunológica.