Los Resultados Problemáticos De Los Falsos Negativos De La Prueba De COVID-19

El hecho de que un niño de 16 meses de edad en Florida diera positivo para coronavirus, y unos días más tarde, resultara negativo en una segunda prueba de laboratorio, puede ser algo problemático, según un profesional médico que cree que la prueba positiva fue la correcta, indicó The Wall Street Journal.

“Los falsos negativos son problemáticos porque le indican al paciente que no tiene el virus”, señaló el médico, Craig Deligdish, oncólogo de Omni Healthcare, un grupo médico de Melbourne, Florida. Y mientras tanto, ese paciente podría propagarlo de forma involuntaria, expresó este profesional de la salud, según el informe de WSJ.

De acuerdo con Boston Globe, a los médicos les preocupa que los resultados inexactos puedan brindarles a los pacientes una falsa sensación de seguridad, lo que podría ocasionar que sean menos estrictos en cuanto a su higiene y distanciamiento social y, en consecuencia, talvez propagar aún más el virus. Esta falsa sensación de seguridad también podría poner en mayor riesgo a los profesionales de la salud.

De inicio, generalmente las pruebas de seguridad para las vacunas son insuficientes, pero cuando se trata de una vacuna contra alguna pandemia acelerada, las pruebas de seguridad se apresuran y se tornan aún más inadecuadas.

Dado que algunos expertos en salud consideran que casi uno de cada tres pacientes infectados obtiene un resultado negativo, entonces al parecer podría ser una prueba inadecuada, ya que ya hay planes en proceso para acelerar la comercialización de la vacuna COVID-19.

Los investigadores que trabajan en una vacuna COVID-19 han renunciado a algunas de las pruebas de seguridad que normalmente se requieren, y al menos un fabricante de vacunas ha confiado en una técnica completamente nueva, mientras evita las pruebas convencionales en animales antes de realizar ensayos clínicos en seres humanos.

Pasará al menos un año o más antes de que la vacuna esté disponible para la población. Pero, ese es un lapso de espera significativamente más corto que los 15 a 20 años que usualmente se tardan para comercializar una vacuna experimental.

El desarrollo rápido de vacunas conlleva riesgos considerables. Puede ser ineficaz, lo que suele ser el caso de la vacuna contra la influenza estacional, o puede causar graves efectos secundarios, como fue el caso de la vacuna contra la gripe porcina H1N1 en 2009, o incluso podría agravar la infección, en vez de prevenirla.

La vacuna contra la gripe 2018-19, destinada a todas las infecciones causadas por el virus de la influenza relacionado con enfermedades respiratorias agudas (ARI) que requieren atención médica, tuvo la pésima efectividad del 47 % y una efectividad abismal del 8 % contra la influenza A (H1N1) que, por mucho, fue el tipo más común