Los jinetes del apocalipsis del mundo alimentario

Por Imagen Agropecuaria, 31 de octubre de 2012

Cambio climático, malnutrición y volatilidad de precios ponen en jaque a las naciones del orbe, dado su alto impacto económico, social y político. Esto sumado a la mayor concentración de habitantes en las ciudades del mundo, abre una serie de retos para la producción y abasto de alimentos. Sobre estos temas hablan expertos del Banco Mundial, la Cepal y el IFPRI

Para adaptarse al cambio climático, que afecta diversos sectores productivos, especialmente la producción de alimentos, el Banco Mundial estima que a nivel global se necesitarán alrededor de 100 mil millones de dólares (mdd) y en el caso de América Latina entre 15 y 21 mil mdd por año.El director del Departamento de Desarrollo Sustentable América Latina y el Caribe del organismo, EdeIjjasz- Vasquez, expuso que por el cambio climático, desde 1990, los fenómenos naturales son más intensos y las afectaciones en las personas han ido en aumento. Debido a este fenómeno, en el futuro, la producción agrícola disminuirá en el mundo y en países como Brasil, Argentina y México habrá bajas productivas del 10 al 15 porciento; aunque son cambios que se esperan en 30 años, ya se están sintiendo. Esto traerá como consecuencia un aumento en el valor de la tierra agrícola.

Las implicaciones del cambio climático en el sector agropecuario y en la pobreza en América Latina hoy son graves, pero en el futuro será mucho más complicado. En Brasil, por ejemplo, hoy los más pobres viven en las regiones del Amazonas y Nordeste, que serán las más afectadas por el fenómeno, “por lo que serán aun más pobres en el futuro”.

En su análisis, EdeIjjasz-Vasquez también señaló que la pobreza en América Latina ha disminuido de manera muy importante, al pasar de 48 a 32 por ciento de 1990 a 2010, es decir 73 millones de personas “escaparon” de la pobreza; pero lamentablemente junto con el Caribe continúan siendo las regiones con más desigualdad del mundo, donde la mayor parte de la pobreza se concentra en zonas rurales.

La clase media latinoamericana –añadió– creció de manera significativa y hoy representa entre 25 y 30 por ciento de la población, lo cual tiene implicaciones respecto a su dieta alimentaria, su relación con el medio ambiente, donde el sector agropecuario tiene un papel relevante.

En tanto, Shenggen Fan, director general del Instituto internacional de investigación sobre políticas alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés), puntualizó que tan sólo para adaptar la agricultura al cambio climático se requieren 7 mil mdd.

Muchos países –expuso– enfrentan escasez de agua, principalmente los más pobres, por lo que si hacia el 2050 no cambiamos políticas para el uso de este recurso, 52 por ciento de la población mundial enfrentará una alta restricción, las áreas de riego serán las más afectadas, que de hecho ya las estamos perdiendo. Hay una fuerte correlación –sentenció– entre degradación de tierra y desarrollo económico y México no es la excepción.

 El jinete de la malnutrición

Al hablar sobre el tema de la malnutrición que persiste en el mundo, Shenggen Fan precisó que este flagelo tiene un costo muy alto, al generar pérdidas por 30 mil millones de dólares (mdd), principalmente en 50 países que tienen fuertes problemas de alimentación.

Por ejemplo, en India el impacto económico derivados de los problemas de malnutrición es de 17 mil mdd; cuando con 5 por ciento de esto se podría resolver este flagelo.

La desnutrición en niños –puntualizó– coexiste en la actualidad con obesidad, enfermedades crónicas relacionadas y su costo es alto, porque genera pérdidas en el PIB de las naciones.

Refirió que en México 60 por ciento de la población tiene algún problema de sobrepeso y obesidad, mientras que en China 40 por ciento de los niños registran estos males. Esto genera el desarrollando enfermedades como diabetes o problemas cardiacos.

 El jinete de la volatilidad de los precios

EdeIjjasz-Vasquez anotó que en el periodo 2006-2011 el consumo mundial de cereales creció 2.3 por ciento; mientras que la producción se incrementó 1.8 por ciento, y los precios son más altos y volátiles. Por ejemplo, el maíz y el trigo, aumentaron 45 y 50 por ciento, respectivamente, desde mediados de junio del presente año.