¿Los aceites de semillas podrían estar detrás la mayoría de las enfermedades de este siglo?

Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 18 de julio del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • El oftalmólogo, Dr. Chris Knobbe, indica que la mayoría de las enfermedades crónicas —como las enfermedades cardíacas, cáncer, presión arterial alta, derrame cerebral, diabetes, obesidad, síndrome metabólico, enfermedad de Alzheimer y degeneración macular— podrían tener cierta relación con el consumo de aceites de semillas procesadas
  • Knobbe indica que el alto consumo de aceite de semillas rico en omega-6 en la alimentación es tan peligroso que se considera “el experimento humano a nivel mundial… sin consentimiento informado”
  • Los ácidos grasos poliinsaturados —también llamados PUFA— que se encuentran presentes en los aceites vegetales, aceites comestibles, aceites de semillas, grasas trans y aceites provenientes de plantas, existen gracias a la “tecnología del molino de rodillos”, que reemplazó la tecnología del molino de piedra y eliminó su carga de nutrientes
  • En la actualidad, muchas personas consumen 80 gramos de PUFA al día, lo que equivale a 720 calorías y un tercio de su consumo calórico
  • Los resultados de los estudios realizados en grupos tribales y animales han demostrado los efectos nocivos de los PUFA

¿Qué tienen en común las enfermedades cardíacas, cáncer, hipertensión arterial, derrames cerebrales, diabetes, obesidad, síndrome metabólico, enfermedad de Alzheimer, degeneración macular y otros padecimientos crónicos? En las últimas décadas, las cifras de estas enfermedades han aumentado de forma impactante. Y todas están relacionadas al consumo de aceites de semillas.

En un discurso reciente en el Sheraton Denver Downtown Hotel, titulado como “Diseases of Civilization: Are Seed Oil Excesses the Unifying Mechanism?”, el Dr. Chris Knobbe reveló evidencia sorprendente de que los aceites de semillas, que son tan frecuentes en la alimentación actual, podrían ser los responsables de la mayoría de los casos de enfermedades crónicas de la sociedad moderna.

Knobbe, es oftalmólogo y fundador de la fundación sin fines de lucro Cure AMD, dedicada a prevenir la pérdida de la vista por degeneración macular relacionada con la edad (AMD, por sus siglas en inglés). Es profesor clínico asociado y emérito del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas.

Su investigación indica que el alto consumo de aceite de semillas ricos en omega-6 en la alimentación diaria es el principal promotor y unificador de las enfermedades degenerativas crónicas de la civilización moderna. Dice que haber inundado la alimentación occidental con demasiados aceites de semillas dañino es “un experimento humano a nivel mundial… sin consentimiento informado”.

El video está disponible solo en inglés

El auge de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA)

Las grasas trans y ácidos grasos poliinsaturados, también llamados PUFA, presentes en los aceites vegetales, aceites comestibles, aceites de semillas y aceites provenientes de plantas, son una invención muy reciente e incluyen a las semillas de algodón, colza, girasol, cártamo, salvado de arroz, soya, maíz y otros aceites populares.

Los PUFA existen gracias a la “tecnología del molino de rodillos”, que alrededor de 1880, reemplazó la tecnología del molino de piedra, utilizada para moler el trigo y convertirlo en harina.

La tecnología del molino de rodillos facilitó la eliminación del salvado y germen de un grano por completo, al dejar solo el endospermo, un producto refinado sin nutrientes. En un reporte que Knobbe escribió en el sitio web de la Fundación Cure AMD dice:

El primero de estos [PUFA] fue el aceite de semilla de algodón. Después se creó la hidrogenación e hidrogenación parcial del aceite de semilla de algodón, lo que desarrolló la primera grasa trans creada de forma artificial.

Este último fue introducido por Proctor & Gamble en 1911 bajo el nombre ‘Crisco’, que se comercializó como ‘la alternativa más saludable a la manteca de cerdo… y más económica que la mantequilla'”.

Crisco, el antecesor de los PUFA producidos comercialmente o grasas trans, aún genera grandes ventas. De acuerdo con Knobbe, el plan de los productores de aceite vegetal era vender menor cantidad y, por lo tanto, reemplazar las grasas animales, que tenían un precio más alto. Y su plan fue exitoso.

Los PUFA se hicieron tan populares que hoy en día representan el 63 % de la alimentación en los Estados Unidos, están incluidos en las recomendaciones alimenticias del USDA, así como en 600 000 alimentos procesados que se venden actualmente en los Estados Unidos. En 1909, los habitantes de los Estados Unidos consumían 2 gramos de aceite vegetal al día, indica Knobbe, y para el 2010 consumían 80 gramos de aceite vegetal al día.

Hay diversos motivos por los que los PUFA son perjudiciales, señala Knobbe. A diferencia de las grasas de origen animal, los PUFA son deficientes en nutrientes, ya que carecen de las vitaminas A, D y K. Pueden contribuir a la mayoría de las enfermedades crónicas relacionadas con la civilización moderna. Asimismo, los PUFA pueden contribuir a la epidemia de obesidad.

Los 80 gramos de PUFA al día que los habitantes de los Estados Unidos consumen actualmente ascienden a 720 calorías, señala Knobbe, lo que significa que un tercio de las calorías de la mayoría de las personas “se producen en las fábricas”.Publicidad


Los PUFA elevan las cifras de enfermedades crónicas

Muchas personas saben muy bien de que la diabetes, obesidad, cáncer, enfermedades cardíacas, síndrome metabólico y otros padecimientos fueron menos comunes en la primera parte del siglo XX, que en la época actual. Pero, el aumento en las cifras de estos padecimientos es más dramático de lo que muchos consideran. Según Knobbe:

  • En 1900, el 12.5 % de la población de los Estados Unidos falleció por enfermedades relacionadas con padecimientos cardiacos; para 2010, esa cifra era del 32 %
  • En 1811, 1 de cada 118 personas murió de cáncer; y en 2010, 1 de cada 3 murió de cáncer
  • En 80 años, la incidencia de diabetes tipo 2 aumentó 25 veces
  • En el siglo XIX, el 1.2 % de las personas en los Estados Unidos padecía obesidad; en 2015, el 39.8 % padecía obesidad
  • En 1930, no hubo más de 50 casos de degeneración macular; en 2020, había 196 millones de casos

Entonces, ¿estas cifras elevadas de padecimientos crónicos están correlacionados con un mayor consumo de PUFA? Por supuesto que sí, dijo Knobbe en su conferencia. Y proporciona la siguiente explicación:

“Estos trastornos, desde las enfermedades cardíacas hasta la aterosclerosis, diabetes tipo 2, degeneración macular y cáncer, todos comparten una característica. Todos ellos tienen una mala función mitocondrial… Y es lo primero que sucede cuando falla la cadena de transporte de electrones… comienza a enviar especies reactivas de oxígeno, que son los radicales hidroxilo y superóxido…

Estos radicales libres crean mutaciones del ADN mitocondrial nuclear… lo que puede contribuir a la insuficiencia cardíaca… degeneración macular, enfermedad de Parkinson y Alzheimer… y luego, a una catastrófica reacción en cadena de peroxidación lipídica [que] puede originar aldehídos tóxicos”.

Knobbe indica que la causa de las reacciones bioquímicas dañinas producidas por los aceites de semillas se debe al ácido linoleico, que es una grasa omega-6 con 18 carbonos. El ácido linoleico es el principal ácido graso presente en los PUFA y representa alrededor del 80 % de los aceites vegetales totales. Debe haber una proporción equilibrada entre las grasas omega-6 y grasas omega-3 para que no produzcan daño.

“Cuando la mayor parte de este ácido linoleico se oxida, puede generar hidroperóxidos lipídicos y, posteriormente, estos rápidamente se convierten en metabolitos de ácido linoleico oxidado”, señala Knobbe.

Y los metabolitos del ácido linoleico oxidado son una tormenta perfecta, ya que son citotóxicos, genotóxicos, mutagénicos, cancerígenos, aterogénicos y trombogénicos, indica Knobbe. En particular, la aterosclerosis y actividad trombogénica son preocupantes, porque pueden producir coágulos y derrames cerebrales.

Los PUFA pueden crear resistencia a la insulina

Dado a que la alimentación de los Estados Unidos ha dependido de los PUFA, se ha producido una epidemia de diabetes, resistencia a la insulina y síndrome metabólico. Hoy en día, se estima que casi el 70 % de los habitantes en los Estados Unidos sufre de exceso de peso u obesidad y un gran número de ellos no cuenta con un metabolismo saludable.

Esta situación puede poner en riesgo a las personas de padecer diabetes tipo 2, así como muchas enfermedades crónicas relacionadas con la resistencia a la insulina, desde el cáncer hasta la enfermedad de Alzheimer. En su conferencia, Knobbe explica cómo se desarrollan estos padecimientos:

“Cuando consume cantidades excesivas de omega-6… se combina con especies reactivas de oxígeno, como los radicales hidroxilo… así que comienza una catastrófica reacción en cadena de peroxidación lipídica: estas grasas poliinsaturadas se acumulan [en] sus células, membranas, mitocondrias y provocan una reacción de peroxidación”.

Debido a que hay tantas especies reactivas de oxígeno que pueden promover el desarrollo de una resistencia a la insulina a nivel celular y producción de microgotas lipídicas en el hígado, Knobbe explica:

“… eso puede crear un proceso lipídico catastrófico o retroalimentar la peroxidación lipídica… así que ahora las persona ya no queman grasa como combustible, por lo que aumentarán de peso y se enfermarán por algo llamado dependencia a los carbohidratos, la glucólisis seguirá funcionando, pero… comenzará a almacenar grasa, lo que finalmente podría promover la obesidad”.

En un podcast, el Dr. Paul Saladino, quien es un periodista del ámbito médico, dice que el ácido linoleico es responsable de este proceso dañino.

El ácido linoleico puede “interrumpir la sensibilidad a la insulina en las células grasas”, las vuelve más sensibles a la insulina y, dado que las células grasas pueden controlar la sensibilidad a la insulina del resto del cuerpo al liberar ácidos grasos libres, podría generarse una resistencia a la insulina.

Estudios en ratas y pueblos tribales han confirmado los efectos de los PUFA

Los estudios en animales han demostrado de forma drástica los efectos nocivos que pueden provocar los PUFA. Knobbe cita un estudio en el que, dos grupos de ratas recibieron una alimentación similar, excepto que un grupo recibió 5 % de aceite de semilla de algodón y el otro recibió 1.5 % de grasa láctea. Los resultados del estudio indicaron:

“… las ratas que recibieron el aceite de semilla de algodón solo desarrollaron el 70 % de su tamaño normal y vivieron 555 días en promedio; fueron pequeñas ratas enfermizas, débiles y frágiles.

Las ratas que recibieron grasas lácteas fueron saludables; pudieron crecer hasta el tamaño normal y vivir 1020 días, por lo que crecieron casi el doble del tamaño [que las ratas alimentadas con aceite de semillas de algodón], vivieron el doble de tiempo y fueron infinitamente más saludables”.

Si bien, se sugiere que la Asociación Americana del Corazón y otros grupos médicos podrían descartar tales estudios, al denominarlos como potencialmente paradójicos, también hay ejemplos de los efectos positivos de las grasas saturadas y de origen animal en la salud humana, señala Knobbe.

Por ejemplo, las personas de Tokelau que viven en islas en el Pacífico Sur, entre Hawái y Australia, llevan una alimentación casi exclusivamente a base de coco, pescado, tubérculos amiláceos y frutas. Entre el 54 % y 62 % de sus calorías provienen del aceite de coco, que contiene grasas saturadas, señala Knobbe.

Sin embargo, un estudio sobre la población masculina de Tokelau entre los 40 y 69 años descubrió que no presentaban ataques cardíacos, obesidad ni diabetes. Eran “increíblemente saludables”, explica Knobbe.

Ya sea que hablemos de estudios realizados en animales o personas que no viven en países occidentales, al menos el 80 % de la obesidad y enfermedades crónicas en los países occidentales provienen de alimentos procesados, concluye Knobbe. “Esta es la causa de los aceites vegetales y grasas trans… casi todos los restaurantes de comida rápida cocinan con aceite de soya y de canola”.

Otros expertos concuerdan con Knobbe

En un boletín anterior que comenta sobre el podcast de Saldino citado previamente, expuse cómo Saladino y la periodista Nina Teicholz denunciaban la popularidad y ubicuidad de los PUFA en el sistema alimenticio moderno y consideran los beneficios saludables de las grasas saturadas.

En el podcast, Saladino y Teicholz analizaron la historia del desprestigio de de las grasas saturadas y el colesterol, que según dicen, comenzó con una hipótesis defectuosa en 1960 a 1961 que indica que las grasas saturadas pueden causar enfermedades cardíacas.

La hipótesis fue respaldada por las primeras directrices alimenticias para los habitantes de los Estados Unidos, promulgadas en los años 80s, las cuales recomendaban limitar el consumo de grasas saturadas y colesterol, mientras exoneraban a los carbohidratos hechos con PUFA.

No debería sorprendernos que la hipótesis y directrices alimenticias estuvieran relacionadas con un rápido aumento de las cifras de obesidad y enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiacas.

En el podcast, Saladino y Teicholz debaten la razón por la que se ha permitido la persistencia de este mito, a pesar de que existe una evidencia científica que lo contradice.

Si se reconociera que las grasas animales saturadas son saludables y se expusiera que los aceites vegetales industriales y granos no son saludables, bajarían las ganancias de las principales industrias de alimentos procesados y comida rápida, que dependen de los aceites y granos de origen vegetal.

Asimismo, esto afectaría las ventas de las estatinas y otros productos de la industria farmacológica. La gran industria farmacéutica y alimentaria tienen motivos financieros para mantener ocultos los beneficios de los alimentos reales.

Al igual que Knobbe, los expertos están convencidos de que, el aumento masivo en el consumo de ácido linoleico por la ubicuidad en los aceites vegetales industriales y alimentos procesados, es un promotor metabólico de la obesidad, enfermedades cardíacas, cáncer y otras enfermedades crónicas.

De igual manera, destacan que es incorrecta la creencia de que el alto contenido de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), denominadas como colesterol “malo”, es un factor de riesgo de enfermedades cardíacas y que al reducir sus niveles de LDL podría disminuir el riesgo de un ataque cardíaco. Dicen que la ciencia aun no lo ha confirmado. La razón de ello es porque no todas las partículas de LDL son iguales.

Saladino explica que al disminuir el consumo de carne roja y grasas saturadas y consumir mayor cantidad de aceite vegetal, podría disminuir la cantidad de LDL, pero que estos no se oxidarán. Cuando los LDL se oxidan pueden desencadenar la resistencia a la insulina y otros problemas relacionados, incluyendo las enfermedades cardíacas, algo que las pruebas de LDL no detectan.

Por otro lado, al consumir grasas saturadas puede aumentar la cantidad de LDL, pero esas partículas serán grandes, esponjosas y no causarán daño arterial, señala Saladino.

La conclusión del Dr. Knobbe y el Dr. Saladino es que los aceites de semillas podrían ser los responsables de la gran mayoría de las enfermedades actuales, y que, para estar saludables, lo más recomendable seria evitarlos.