Las Raíces Rotas De Un Pueblo.

Por: Ana Telma Saldaña Ángeles.

La reflexión tras lo sucedido en San Miguel de Allende es más profunda que las raíces de esos tristes árboles desarraigados así nomás, mientras una multitud de personas clamaban por su rescate, enormes brazos de metal los arrancaban de la tierra, la gente clamaba desesperada por los árboles, símbolo de vida en estos tiempos de devastación ambiental, el clamor era por la vida, el mensaje se hizo escuchar fuerte, la comunalidad se hizo presente en los sanmiguelenses, todos eran humanos defendiendo los 41 árboles símbolo de vida. Pobres y ricos, ambientalistas, artistas, hombres y mujeres, niños y viejos, padres y madres con hijos. Todos en defensa del derecho de nacimiento que nos otorga la tierra por ser sus hijos, la lucha es por nuestra madre.


La incongruencia del hombre que nombraron su representante y que se hizo llegar por el voto del pueblo no solo les arrebata un pedazo de vida. Su falacia es evidente al decir: “es una gran obra históricamente en San Miguel, cientos de miles de personas se van a beneficiar”, la incongruencia nos brota por los ojos, el horror de sentirnos parte de una gran empresa turística nos hizo llorar de impotencia.
La pesadilla comenzó cuando un día amanecieron sintiéndose afortunados de la nombrada mejor ciudad del mundo, de América, de México. “La ciudad más hermosa para vivir” rezaba el eslogan publicitario.


La suerte ya estaba echada, ya no era pueblo era ciudad turística, los que se dejaron llevar, llegaron a raudales de todas partes del mundo, el negocio comenzaba. Casas, hoteles, restaurantes, negocio redondo en manos ambiciosas, el pueblo, el verdadero, fue saliendo poco a poco conforme se les encareció la vida, haciéndose un lujo vivir con apenas lo necesario, vendieron pensando que hacían el negocio de su vida, eso les hicieron creer; los negocios proliferaron y San Miguel fue el negocio gigante repartido en los que fraguaron el plan.
Las montañas y sus campos se llenaron de casas, las planicies cercanas al pueblo las hicieron jaulas crueles en pequeños espacios, estas serian las de los empleados esclavos de esta gran empresa turística. Las montañas serian para los ricos llegados de cualquier lugar a adquirir las porciones de tierra fértiles que los campesinos olvidados desde hace tanto… mucho antes de la defensa de los 41 árboles. Ellos llevan más tiempo resistiendo, su lucha se remonta hasta los años de la independencia de México, ellos son los descendientes de muchos de los que quedaron esparcidos anónimamente en los mismos campos donde siembran sus milpas ancestrales de maíz, frijol y calabaza y lo que surja de la tierra fértil del semidesierto de Guanajuato.


La lucha por la VIDA ahora es de TODOS. Los del campo y la ciudad, somos seres humanos clamando por la vida, defendiéndola con la nuestra si es necesario, los árboles son parte de ella. son seres vivos que nos abrazan y nos dan más que el aliento de vida.
Que incongruencia de quien gobierna y sus secuaces. ¿Quiénes son los cientos de miles que se van a ver beneficiados?
En cambio, el argumento de los luchadores por los árboles es más que claro, es transparente, la unión hizo la fuerza del pueblo entero quien exige la renuncia de quien nos insulta en nuestra propia cara, usando la palabra “históricamente” tan mediocremente que nos insultó a todos, nos insultó su mentira prepotente. Lo único histórico será destruir la historia que alberga en su seno un pueblo lastimado, y que ya una vez antes luchó por la libertad del SER. La defensa y el clamor ahora es por la vida y la libertad de elegirla.
Somos los niños, somos los viejos, somos hombres y mujeres, ricos y pobres, trabajadores, amas de casa, maestros y alumnos, ambientalistas, artistas e intelectuales. Unos de aquí y otros llegados de otros lugares. Somos los que buscamos un albergue en éste cálido y próspero pedazo de tierra, de Guanajuato, cuna de la independencia y de la historia de nuestra nación hospitalaria.


Somos los niños, somos los viejos, somos hombres y mujeres, ricos y pobres, trabajadores, amas de casa, maestros y alumnos, ambientalistas, artistas e intelectuales. Unos de aquí y otros llegados de otros lugares. Somos los que buscamos un albergue en éste cálido y próspero pedazo de tierra, de Guanajuato, cuna de la independencia y de la historia de nuestra nación hospitalaria.

Octubre del 2019