La Relación Entre la Grasa y el Cáncer

En promedio, en Estados Unidos las personas consumen alrededor de 350 calorías de azúcar al día, lo que equivale a cerca de 22 cucharaditas, y esta es una receta infalible para la mala salud crónica…

En el estudio de JAMA recién mencionado, los que consumieron el 21 por ciento o más de sus calorías diarias en forma de azúcar tuvieron el doble de probabilidades de morir de enfermedades del corazón en comparación con los que consumieron siete por ciento o menos de sus calorías diarias de azúcar añadido. El riesgo casi se triplicó entre los que consumieron el 25 por ciento o más de sus calorías diarias provenientes de azúcar añadido.

Pero el cáncer también es alimentado por el exceso de azúcar, mientras que aquí no fue evaluado el riesgo de cáncer, no hay duda de que el riesgo de cáncer aumentará junto con el riesgo de enfermedades del corazón…

Su Cuerpo tiene una Capacidad Limitada para Procesar el Azúcar

El problema principal con el azúcar y la fructosa procesada en particular, es el hecho de que su hígado tiene una capacidad muy limitada para metabolizarla. Según el Dr. Robert Lustig, puede utilizar cerca de seis cucharaditas de azúcar por día sin ningún problema, a menos que haga ejercicio vigoroso. Pero la persona promedio consume 22 cucharaditas de azúcar al día.

Todo ese exceso de azúcar se metaboliza en grasa corporal y causa todas las enfermedades metabólicas crónicas que enfrentamos hoy en día, incluyendo el cáncer.

Cuatro gramos de azúcar equivalen a una cucharadita, y yo recomiendo firmemente limitar su consumo de fructosa al día a 25 gramos o menos de todas las fuentes, incluyendo las fuentes naturales como la fruta. Eso equivale a poco más de seis cucharaditas de azúcar al día.

Si usted es parte del 80 por ciento que tienen resistencia a la insulina o leptina (sobrepeso, presión arterial alta, diabético con sobrepeso o toma un medicamento de estatinas), lo mejor será restringir su consumo total de fructosa a sólo 15 gramos por día, hasta que se haya normalizado su nivel de insulina y leptina.

Mientras que la falta de ejercicio sin duda juega un papel en el aumento de las tasa de obesidad12 entre niños y adultos, es importante entender que el ejercicio no puede contrarrestar los efectos de una mala alimentación.

Aquí la industria alimentaria tiene la responsabilidad, que hasta ahora, no ha aceptado. Se gasta anualmente más de $1.8 billones en comercializar comida chatarra a niños,13 mientras que incitan el aumento de la obesidad y luego promueven el ejercicio.

Estos alimentos chatarra procesados ​​también están cargados de sustancias químicas similares a las hormonas que contribuyen aún más al cáncer y otros problemas de salud. En resumen, la actual generación de niños criados mediante una alimentación a base de alimentos procesados ​​tiene un riesgo mucho mayor de problemas de salud devastadores que sus padres, gracias a la industria de alimentos procesados.

Los riesgos son significativos. En las niñas, la obesidad las expone a niveles más altos de estrógeno debido a que el estrógeno se produce y se almacena en el tejido graso. Las niñas que tienen exceso de grasa corporal, por lo tanto tienen más estrógenos y leptina, lo que puede conducir a la resistencia a la insulina y el desarrollo de más tejido graso, lo que produce aún más estrógeno–un círculo vicioso que puede resultar en la pubertad prematura, y elevar el riesgo de cáncer sensible al estrógeno, como el cáncer de mama en años futuros.

Interpretar la Conexión de Azúcar y Cáncer

Las células cancerosas necesitan glucosa para prosperar, y si usted tiene resistencia a la insulina, no importa si esa glucosa proviene de agregados de azúcar, fructosa, o granos. Con el fin de matar de hambre a las células cancerosas o evitar que se formen en primer lugar, tiene que eliminar su fuente primaria de alimento, es decir, los azúcares, los cuales incluyen todos los carbohidratos no vegetales.

En 1934, Otto Warburg recibió el Premio Nobel por sus investigaciones sobre la fisiología de las células del cáncer, que demostró claramente que las células de cáncer requieren más azúcar para prosperar. Por desgracia, muchos oncólogos aún no han comprendido plenamente la importancia de este conocimiento, ni tampoco lo aplican cuando crean un plan de tratamiento para el cáncer. Sin embargo, no toda la gente lo entiende. Lewis Cantley, director del Centro de Cáncer en el Centro Medico Beth Israel Deaconess de la Escuela de Medicina de Harvard, ha señalado que hasta el 80 por ciento de todos los cánceres están “impulsados por mutaciones o factores ambientales que trabajan para mejorar o imitar el efecto de la insulina sobre las células tumorales incipientes.”14