La polinización, base de frutas y verduras

Por Patricia López, Gaceta UNAM, 25 de julio de 2016

Los cultivos dependen 75% de ella

Cambio climático y modificación del uso de suelo afectan ese proceso natural

La polinización, ese proceso natural que realizan algunos animales para transferir polen de una flor a otra, tiene mucho que ver con la cantidad de alimentos y semillas con que cuenta el ser humano en el mundo.

“De los 115 cultivos de frutas y verduras del planeta, 75 por ciento depende de ella para la generación de frutos y semillas”, señaló Mauricio Quesada Avendaño, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), con sede en Morelia.

Grupo diverso y fundamental

Quesada Avendaño, biólogo y doctor en ecología resaltó que, económicamente, la polinización tiene un valor de 2.9 billones de pesos, equivalente a 10 por ciento de la producción agrícola mundial, cifra calculada de acuerdo con un estudio internacional proyectado para 2005.

“Todas las áreas protegidas y otras que no lo están, dependen en gran parte de la polinización de las abejas y otros especímenes, como los colibríes, murciélagos nectarívoros (que consumen néctar y polen) y muchos microorganismos”, abundó el titular del Laboratorio Nacional de Análisis y Síntesis Ecológica para la Conservación de los Recursos Genéticos, que la UNAM inauguró recientemente en Morelia.

Las abejas son un grupo muy diverso, fundamental para ese proceso, y México es una de las naciones que tiene más variedad de estos insectos en todo el planeta.

“Los campos agrícolas tienen especies relacionadas en gran medida con polinizadores. Para el cultivo de jitomate, aguacate, café, sandía, melón o calabaza, sólo por citar algunos, son esenciales”, recalcó Quesada Avendaño.

Es interesante que más de cien especies de agaves (de donde salen los tequilas y mezcales) y las cactáceas (como la pitaya) necesitan de los murciélagos para su polinización. Las tunas también pueden reproducirse vegetativamente, pero la diversidad genética sólo se logra mediante la reproducción sexual.

De la misma forma, el aguacate depende de ese proceso. “Los seres humanos hemos acabado con sus polinizadores naturales, que eran un tipo de abejas provenientes de Mesoamérica, que han coexistido con el fruto, pero se han destruido sus bosques. Ahora los agricultores tienen que introducir otro tipo de abejas, pues las originarias tienen poblaciones más reducidas. Al destruirse su hábitat, si no hay flores para polinizar, se van o mueren”, explicó.

Declive grande

Aunque el cambio climático afecta los ecosistemas y el equilibrio natural de la polinización, es paulatino; pero una forma de alteración más grave es la modificación de uso del suelo, porque es más drástico y rápido.

El declive en el número de abejas es grande, aseguró Quesada Avendaño; por lo anterior, concluyó, “enfatizamos la necesidad de conservar los recursos florales, los cuales son afectados por plaguicidas; además, estos últimos dañan el sistema neuronal de esos insectos, que por ese motivo pierden la memoria y no pueden regresar a su colmena, reduciendo las poblaciones”.