La pandemia de la resistencia a la insulina

Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 04 de mayo del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • Después de la vejez, la obesidad parece ser el factor de riesgo más destacado entre aquellos hospitalizados con COVID-19, lo que duplica el riesgo de hospitalización en personas con menos de 60 años
  • La mayoría de las personas con COVID-19 tiene más de un problema de salud subyacente. Un estudio que analizó a 5 700 personas de la ciudad de Nueva York encontró que el 88 % padecía más de una comorbilidad (ocurrencia simultánea de dos o más enfermedades en una misma persona). Solo el 6.3 % mostraba solo un problema de salud subyacente y el 6.1 % no tenía ninguno
  • La obesidad también desarrolla una mayor vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas ya que disminuye la función inmunológica
  • Los niveles de glucosa en la sangre parecen ser un factor importante en la replicación viral y el desarrollo de las tormentas de citoquinas. Al parecer la verdadera pandemia es la mala regulación del metabolismo de la glucosa; es decir, la resistencia a la insulina
  • Los datos sugieren que, incluso en lugares cerrados y repletos de personas, la tasa de infección es bastante baja, mientras que las personas sanas tienen mayores probabilidades de no desarrollar síntomas cuando padecen la infección por SARS-CoV-2

Según una actualización de enero del 2019 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, más de 122 millones de adultos tienen diabetes o prediabetes en los Estados Unidos, las cuales han demostrado aumentar las posibilidades de contraer e incluso morir de COVID-19. Como se señaló en un informe del 16 de abril del 2020 en The New York Times:

“La obesidad puede ser uno de los indicadores más importantes de los casos más graves de coronavirus, según nuevos estudios. Esto es alarmante para los Estados Unidos, ya que tienen una de las tasas de obesidad más elevadas a nivel mundial”.

La obesidad podría ser un factor de riesgo para el COVID-19

Después de la vejez, la obesidad parece ser el factor de riesgo más destacado para el COVID-19, lo que duplica el riesgo de hospitalización en personas con menos de 60 años, incluso si las personas no tienen otro tipo de problemas de salud. Un estudio francés también encontró que las personas con obesidad que fueron tratadas por el COVID-19 tenían más probabilidades de necesitar ventilación mecánica.

La Dra. Leora Horwitz, directora del Center for Healthcare Innovation and Delivery Science en NYU Langone, quien ayudo a redactar el documento “Factors Associated with Hospitalization and Critical Illness Among 4,103 Patients With Covid-19 Disease In New York City”, le explicó lo siguiente a The New York Times:

“La obesidad es el factor de riesgo principal para requerir hospitalización que la presión arterial alta o la diabetes (aunque a menudo están relacionadas), así como la enfermedad coronaria, el cáncer, la enfermedad renal, o la enfermedad pulmonar”.

La mayoría de las personas con COVID-19 padecen más de una comorbilidad

Aunque la obesidad puede ser el factor principal de la lista de comorbilidades (condiciones subyacentes que empeoran el diagnóstico), las investigaciones revelan que la mayoría de las personas con COVID-19 tienen más de un problema de salud subyacente.

Un estudio que analizó a 5 700 personas de la ciudad de Nueva York encontró que el 88 % tenía más de una comorbilidad. Solo el 6.3 % tenía una condición de salud subyacente y el 6.1 % no tenía ninguna.

La verdadera pandemia parece ser la mala regulación del metabolismo de la glucosa; es decir, la resistencia a la insulina es una condición inducida por la alimentación.

En este estudio publicado en JAMA, la presión arterial alta (53.1 %) superó a la obesidad (41.7 %) como la comorbilidad más común entre las personas hospitalizadas, seguida de la diabetes (31.7 %) y la enfermedad de las arterias coronarias (10.4 %).

La coautora Karina Davidson, vicepresidenta senior de los Institutos Feinstein de Investigación Médica, le explicó para la revista Time:

“Padecer comorbilidades graves aumenta el riesgo, por lo que es necesario que las personas con enfermedades crónicas graves tomen una precaución especial y busquen atención médica temprana, en caso de que comiencen a mostrar signos y síntomas de infección.”

La obesidad reduce la función del sistema inmunológico

Según The New York Times, la obesidad podría empeorar el diagnostico de COVID-19 debido a que causa inflamación crónica. Una mayor cantidad de citocinas proinflamatorias aumenta el riesgo de experimentar una tormenta de citoquinas. La obesidad también desarrolla una mayor vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas ya que disminuye la función inmunológica.

Como se señaló en uno de estos estudios, “hay un ciclo de retroalimentación entre la inflamación local en el tejido adiposo y las alteraciones de la respuesta inmune a causa de la obesidad”. Sin embargo, otra revisión científica señaló que “existen pruebas que indican que el exceso de adiposidad afecta la función inmunológica y las defensas del huésped en personas con obesidad”.

Un artículo del 2018 explicó lo siguiente:

“El tejido adiposo se considera como un órgano endocrino muy activo que secreta hormonas que se parecen a las citocinas, conocidas como adipocinas, que son factores pro o antiinflamatorios que unen el metabolismo al sistema inmunológico.

La leptina es una de las adipocinas más relevantes, que cuenta con funciones fisiológicas importantes en el control central del metabolismo energético y en la regulación de la interacción metabolismo-sistema inmunológico, algo que la convierte en el pilar del campo emergente del inmunometabolismo.

De hecho, el receptor de la leptina se expresa en todo el sistema inmunológico y se ha demostrado que regula las respuestas inmunológicas innatas y adaptativas”.


El metabolismo de la glucosa influye en las tormentas de citoquinas

Un artículo del 15 de abril del 2020 en The Scientist también revisa la evidencia que explica por qué la obesidad y la diabetes son factores de riesgo tan importantes para la infección grave por COVID-19.

Es decir, los niveles más elevados de glucosa en la sangre parecen ser importantes en la replicación viral y el desarrollo de tormentas de citoquinas. Aunque la investigación analizó las tormentas de citocinas inducidas por la influenza tipo A, estos hallazgos también podrían aplicar en el COVID-19.

El sistema inmunológico libera citocinas como respuesta a los invasores extraños. Ellos, a su vez, actúan cómo mensajeros que ordenan a otras células a combatir el patógeno. En algunos casos, esta respuesta se dispara, lo que provoca una “tormenta de citoquinas” que puede causar daños graves en los tejidos y provocar la muerte.

Esta respuesta en tormenta de citoquinas suele ser la razón por la cual las personas mueren a causa de las infecciones, ya sea la gripe estacional, el ébola, la infección del tracto urinario o el COVID-19. El factor de transcripción factor de regulación de interferón 5 (IRF5), es un factor importante en la producción de citoquinas. En ratones, la eliminación genética de IRF5 los protege de las tormentas de citoquinas inducidas por la gripe.

Resulta curioso que, “la respuesta inflamatoria a las infecciones por influenza aumenta el metabolismo de la glucosa”, “para que las células inmunes tengan la energía necesaria para generar una respuesta fuerte, y también porque el virus necesita el azúcar para replicarse”, según The Scientist.

Según los investigadores del Laboratorio Estatal de Virología de la Universidad de Wuhan, la ruta de biosíntesis de hexosamina (que es una ruta del metabolismo de la glucosa), es la responsable de activar la producción de citocinas inducida por IRF5 en células y ratones. Consideran que esta vía también es responsable de la replicación viral. Según lo informado por The Scientist:

“La biosíntesis de hexosamina comienza con glucosa y resulta en un producto final conocido como uridina difosfato N-acetilglucosamina (UDP-GlcNAc). El equipo de Liu ahora demuestra que la O-GlcNAcylation de IRF5 es necesaria para producir citocinas del factor de transcripción.

El equipo también demostró que las personas infectadas con influenza tienen niveles más elevados de glucosa en la sangre y una mayor cantidad de O-GlcNacylation de IRF5 que las personas sanas. Además, los niveles de glucosa en la sangre se relacionaron con los niveles de citocinas inflamatorias.

Los resultados demuestran que “existe una relación [entre] la infección por el virus de la influenza, el metabolismo de la glucosa y la tormenta de citoquinas, a través de la O-GlcNAcylation de IFR-5″, Mengji Lu, virólogo del Hospital Universitario de Essen y coautor del estudio, le explicó a The Scientist”.

En un comunicado de prensa de Science Advances, el coautor Shi Liu afirma lo siguiente:“Creemos que el metabolismo de la glucosa contribuye a varios resultados de COVID-19 ya que tanto la influenza como el COVID-19 pueden inducir una tormenta de citoquinas, y dado que las personas con diabetes que contraen COVID-19 han demostrado una mayor mortalidad”.

La resistencia a la insulina es la verdadera pandemia

Entonces, la verdadera pandemia parece ser la mala regulación del metabolismo de la glucosa; es decir, la resistencia a la insulina, que es demasiado frecuente en los Estados Unidos, es una condición inducida por la alimentación.

Los alimentos procesados, que están repletos de azúcares añadidos, granos procesados y aceites vegetales omega-6 procesados, son los principales culpables de la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2 y la obesidad, y según el sitio web FoodNavigator.com, los médicos por fin están comenzando a considerar el papel de la industria alimentaria en la pandemia del COVID-19.

“Un cardiólogo ha culpado a la industria alimentaria por “normalizar” la comida chatarra a medida que surgen más pruebas que sugieren que una mala alimentación es la causa principal del aumento de la mortalidad por COVID-19″, afirma FoodNavigator, y añade lo siguiente:

“Los médicos quieren que se actualice el mensaje de salud pública debido a la creciente evidencia de que la obesidad y la mala alimentación aumentan el riesgo de una respuesta severa a la infección por COVID-19. Lo que significa, que la industria alimentaria se está preparando para las regulaciones, como prohibiciones de publicidad e impuestos.

El Dr. Aseem Malhotra, un cardiólogo con sede en Londres, explicó para BBC que si el Gobierno y la Salud Pública de Inglaterra no le explica al público que cambie su alimentación representaría un acto de ‘negligencia e ignorancia’.

Aseem considera que la pandemia es un interés común, ya que es necesario asegurarse que la población sea lo más saludable posible, incluyendo aquellos en la industria alimentaria”.

Cada vez más presión sobre la industria de comida chatarra

Esto es oportuno, al considerar un informe de Corporate Accountability anunciado el 21 de abril del 2020, que destaca “la importancia” del Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI, por sus siglas en inglés), un grupo de la industria financiado por Coca-Cola, en dar forma a las políticas nutricionales a nivel mundial. De acuerdo con el comunicado de prensa de Corporate Accountability:

“Se descubrió que más de la mitad del Comité Asesor de Guías Alimentarias del 2020, el organismo que informa sobre la política nacional de nutrición y los hábitos alimenticios de las personas en los Estados Unidos, tiene una conexión con ILSI.

La importancia de la industria de alimentos en obstaculizar las políticas de salud pública y propagar mala información también está adquiriendo nuevas dimensiones durante la pandemia.

El aumento de enfermedades relacionadas con la alimentación detrás de una de cada cinco muertes al año, está aumentando el riesgo de muchas personas de una enfermedad grave por COVID19.

‘Durante décadas, Coca-Cola, su competencia y sus sustitutos como ILSI han publicado mala información, han cooptado a funcionarios públicos y han intimidado a defensores como yo’, explicó la Dra. Esperanza Ceron. ‘Pero no seremos silenciados, ya que hay muchas cosas en juego’.

‘Es momento de que Coca-Cola fabrique productos de mejor calidad’, mencionó Ashka Naik, directora de investigación de responsabilidad corporativa y coautora del informe.

‘Coca-Cola les dice a los inversionistas que se preocupa por la salud pública, pero financia a ILSI para bloquear las garantías de salud pública. Todas estas mentiras son una responsabilidad que solo crecerá’.

Un acuerdo le solicita a Coca-Cola que aclare todo sobre sus daños y responsabilidades en la salud pública. Necesitaría una auditoría pública e independiente de cómo está contribuyendo a la crisis de las enfermedades relacionadas con la alimentación, ya sea a través de sus productos, su comercialización, su interferencia política o la mala información”.

Es posible que el COVID-19 no sea una amenaza significativa

En el podcast de Fundamental Health presentado anteriormente, el Dr. Paul Saladino entrevista al Dr. Kirk Parsley sobre los factores que están contribuyendo al aumento de casos de COVID-19 en los Estados Unidos.

Saladino cita hallazgos que demuestran que de los 4 800 tripulantes del portaaviones USS Theodore Roosevelt, 660 obtuvieron un resultado positivo por SARS-CoV-2 (a partir del 23 de abril, 840 miembros de la tripulación obtuvieron un resultado positivo después de haber evaluado a todos).

Sin embargo, como lo señaló Saladino y Business Insider, el 60 % no desarrolló síntomas. Solo un miembro de la tripulación ha muerto y hasta el 23 de abril, ninguno estaba en cuidados intensivos.

Del mismo modo, entre los 3 711 pasajeros y la tripulación a bordo del crucero Diamond Princess, 712 (19.2 %) obtuvieron un resultado positivo para el SARS-CoV-2, mientras que el 46.5 % de ellos no había desarrollado síntomas al momento de la prueba. De las personas que desarrollaron síntomas, solo el 9.7 % requirió cuidados intensivos y el 1.3 % falleció.

Como era de esperar, el personal militar tiende a ser más saludable que la población en general. Aun así, los datos de estos dos incidentes revelan varios puntos importantes que se deben considerar. Esto sugiere que incluso en lugares cerrados y repletos de personas, la tasa de infección es bastante baja.

Solo el 17.5 % de la tripulación del USS Theodore Roosevelt se infectó, que es un poco menos que el 19.2 % de las personas a bordo del Diamond Princess, que tenía una mayor cantidad de personas mayores.

Las personas sanas y en forma son menos propensas a desarrollar síntomas, ya que el 60 % del personal naval en comparación con el 46.5 % de los civiles a bordo del Diamond Princess no desarrollaron síntomas a pesar de obtener un resultado positivo.

Saladino y Parsley continúan discutiendo los esfuerzos actuales de respuesta a la pandemia, como la recomendación o mandato de usar un tapabocas para salir de casa. Ambos están convencidos de que esta solución es completamente inútil, por el simple hecho de que el virus es tan pequeño que puede ingresar por la tela con facilidad.

Parsley también revisa las estadísticas a partir del 21 de abril del 2020, por medio de los datos del Worldometer, que demuestran que solo el 1.7 % de los casos de COVID-19 en Estados Unidos requieren hospitalización, mientras que una proporción aún menor morirá. Quizás no sea necesario cerrar todo el país y poner a todos bajo distanciamiento social por una tasa de hospitalización del 1.7 %.

Los llamados “casos de COVID-19”, solo significan personas que han obtenido un resultado positivo por medio de una prueba de RT-PCR (reacción de cadena de polimerasa de transcripción inversa), que se utiliza para diagnosticar una infección activa mediante la detección de la presencia del material genético del SARS- CoV-2.

Tasas de mortalidad sobreestimadas

En la vida real, la hospitalización es inferior al 1.7 %, ya que pocas personas se han sometido a la prueba. Los hallazgos preliminares publicados el 17 de abril del 2020 revelan que la tasa de infección real en el condado de Santa Clara, California, es entre 50 y 85 veces mayor que la cantidad de casos confirmados.

Esto se basa en datos de seroprevalencia, lo que significa pruebas de anticuerpos. Si una persona desarrolla anticuerpos contra un patógeno en particular, es por una exposición anterior, tanto si desarrolla síntomas o no, por lo que desarrolla una inmunidad contra dicho patógeno.

Entre el 3 y el 4 de abril, 3 330 residentes del condado de Santa Clara fueron examinados para detectar anticuerpos contra el SARS-CoV-2 por medio de un inmunoensayo de flujo lateral. En un esfuerzo por garantizar que los resultados sean lo más precisos posible, se ajustaron para las características de rendimiento de la prueba por medio de tres estimaciones:

  1. Evaluar los datos del fabricante
  2. Una muestra de 37 controles positivos y 30 negativos evaluados en Stanford
  3. Una combinación de ambos

Según los autores del estudio:

“La prevalencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en el condado de Santa Clara fue de 1.5 %, mientras que la prevalencia ponderada por la población fue de 2.81 %. En los tres escenarios para las características de rendimiento de la prueba, la prevalencia de la población de COVID-19 en Santa Clara varió del 2.49 % al 4.16 %.

Estas estimaciones representan un rango entre 48 000 y 81 000 personas infectadas en el condado de Santa Clara a principios de abril, que es 50 a 85 veces más que el número de casos confirmados.

La prevalencia de la población de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en el condado de Santa Clara implica que la infección está mucho más extendida de lo que indica el número de casos confirmados. Se pueden utilizar las estimaciones de prevalencia de la población para calibrar las proyecciones de epidemia y mortalidad”.

Las pruebas aleatorias de anticuerpos realizadas en Nueva York demuestran que más del 20 % de la población de Nueva York ha sido infectada, lo que sugiere que el virus se ha propagado mucho más de lo que se conoce.

Esto también es un fuerte apoyo para una menor tasa de mortalidad, ya que las pruebas de PCR anteriores solo se realizaron en personas enfermas y se desconocía cuántas personas habían sido infectados. Dado a que el número de personas infectadas es mayor, esto aumenta el denominador en el cálculo y disminuye la tasa de mortalidad.

Los medicamentos para la presión arterial pueden empeorar la enfermedad

Para empeorar las cosas, los medicamentos que se utilizan para tratar enfermedades inducidas por el estilo de vida, como la presión arterial alta, la diabetes y las enfermedades cardíacas, también pueden estar contribuyendo a resultados adversos en personas con COVID-19. Según Reuters:

“Un gran número de personas hospitalizados por COVID-19 tienen presión arterial alta. Las teorías sobre por qué esta condición desarrolla una mayor vulnerabilidad han provocado un feroz debate entre los científicos sobre el impacto de los medicamentos recetados para la presión arterial.

Los investigadores coinciden en que los medicamentos afectan las mismas vías que el nuevo coronavirus toma para ingresar a los pulmones y al corazón. Difieren sobre si esos medicamentos facilitan el contagio del virus o funcionan como protección.

Los medicamentos son conocidos como inhibidores de la ECA y BRA. En una entrevista reciente, Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno de Estados Unidos, citó un informe que demuestra tasas de hipertensión igualmente elevadas entre las personas con COVID-19 que fallecieron en Italia, además sugirió que los medicamentos, pueden actuar como un acelerador del virus, en lugar de la afección subyacente.

Existe evidencia de que los medicamentos pueden aumentar la presencia de la enzima ACE2, que produce hormonas que reducen la presión arterial al ensanchar los vasos sanguíneos. Eso es algo bueno.

Pero el coronavirus también se dirige al ACE2 y ha desarrollado spikes que pueden adherirse a la enzima y penetrar en las células. Por lo tanto, una mayor cantidad de enzimas ofrece más objetivos para el virus, lo que aumenta la posibilidad de infección o aumenta su gravedad.

Sin embargo, otra evidencia sugiere que la interferencia de la infección con ACE2 puede desarrollar niveles más elevados de una hormona que causa inflamación, lo que puede resultar en dificultad respiratoria aguda, que es una acumulación peligrosa de líquido en los pulmones.

En ese caso, los BRA pueden ser efectivos ya que bloquean algunos de los efectos dañinos de la hormona”.

Esto representa desafíos importantes para las personas y los médicos, ya que no existe un consenso significativo sobre si las personas deben suspender los medicamentos. El Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford en Inglaterra recomienda cambiar a otros medicamentos para la presión arterial en personas que tienen presión arterial un poco elevada y tienen un alto riesgo de COVID-19.

Un artículo en NEJM enfatizó los beneficios de los medicamentos, al explicar que las personas deberían continuar su consumo. Sin embargo, varios de los científicos que redactaron ese artículo han realizado “una extensa investigación que apoya a la industria sobre los medicamentos antihipertensivos”, señala Reuters.

El Dr. Kevin Kavanagh, fundador del grupo de defensa de pacientes Health Watch USA, considera que no sería prudente permitir que los científicos financiados por la industria farmacéutica ofrezcan instrucciones clínicas en este momento. “Hay que dejar que otros médicos sin un conflicto de intereses tomen las decisiones”, explicó´.

Restaure la sensibilidad a la insulina para disminuir su riesgo

Si queremos que las personas sobrevivan a la próxima pandemia, es necesario mejorar la salud pública en el futuro. Esperar una cura o una vacuna es bastante tonto.

La atención médica necesita comenzar a enfatizar estrategias para mejorar la salud general en lugar de lanzar medicamentos que no tratan las causas subyacentes. Necesitamos fortalecer el sistema inmunológico para combatir el COVID-19, y lo mismo sucede con todas las demás enfermedades infecciosas.

Cuando se trata de mejorar la salud, es importante abordar la resistencia a la insulina, ya que es un factor en casi todas las enfermedades crónicas. Para lograrlo, es necesario reducir los alimentos procesados de manera drástica.

Como lo señaló la Dra. Sandra Weber, presidenta de la American Association of Clinical Endocrinologists, en The New York Times, “sabemos que, si no tiene un buen control de la glucosa, existe un alto riesgo de infección, incluyendo virus y quizás [COVID-19], pero al [mejorar el control de la glucosa] es posible mejorar el resultado debido a una mejor función del sistema inmunológico”.

Para mayor información sobre cómo revertir la resistencia a la insulina, consulte “¿Quiere vencer al coronavirus? Trate su diabetes e hipertensión“. “En dicho artículo, también resumo varias estrategias para mantenerse saludable. Para mayor información sobre soluciones y consejos para combatir el COVID-19, consulte mi Página informativa sobre el coronavirus.

Para mayor información sobre cómo mejorar su flexibilidad metabólica y revertir la resistencia la insulina, consulte mi libro Contra el cáncer. El cual ofrece un programa integral que ayudará a optimizar su flexibilidad metabólica y fortalecer su sistema inmunológico, los cuales son cruciales para la salud y prevenir enfermedades.