La Nueva Ofensiva del “Capitalismo Verde”

El PNUMA anunció que presentará en breve una serie de estudios que demuestran que las soluciones para luchar contra el cambio climático ya están disponibles y son replicables, como por ejemplo la plantación de árboles.

“A lo largo y ancho del mundo, programas basados en la comunidad y el esfuerzo del sector empresarial están desafiando el statu quo a través de la innovación y la creatividad”, destacó Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.

En su criterio, esos proyectos aportan múltiples beneficios, desde el acceso a la energía, mejoras en la salud pública y la reducción de los impactos ambientales, y ayudan a la transición hacia un “crecimiento verde” bajo en carbono.

El BM cumple un papel protagónico en el desarrollo del mercado de emisiones. En 1999 entró al mercado del carbono con el lanzamiento del Fondo Prototipo de Carbono (PCF-Prototype Carbon Fund), y desde entonces su meta es catalizar temporalmente la inversión privada hacia la energía limpia y renovable.

Nueve años después, el Banco administraba una cartera de inversiones del carbono rápidamente expansible, “que enriquece a la industria sucia y poco hace por ayudar a los 1.600 millones de personas que viven en la pobreza”, explica la codirectora de la Red de Energía y Economía sostenible del Institute for Policy Studies (IPS) Janet Redman. [11].

El BM ha destinado más de mil millones de dólares a las industria más tóxicas (químicas, centrales carboeléctricas y fábricas de acero, cemento y aluminio), y a pesar de su compromiso inicial a favor del desarrollo limpio, sólo el cinco por ciento de sus transferencias al mercado del carbono se emplea en el desarrollo de energía eólica, solar e hidráulica. [12]

En la actualidad el BM promociona el mercado de emisiones a través del PCF, el Fondo de Bio Carbono y el Fondo de Carbono para el Desarrollo Comunitario, y a la vez impulsa la extracción y quema de combustibles fósiles a una escala mucho ma­yor, desafiado a su propia División de Industrias Extractivas, que recomendó eliminar progresivamente el financiamiento a la extracción de carbón, petróleo y gas.

La estrategia energética del BM a partir de 2011 consiste en facilitar la transición hacia el desarrollo de energía más sostenible, privilegiando la hidroelectricidad, la producción de electricidad con gas natural, los biocombustibles y la energía nuclear.

Según el BM, “si bien se está gestando una nueva arquitectura financiera… hay que aprovechar instrumentos ya existentes como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Fondos de Carbono vinculados con el MDL y la Iniciativa de aplicación Conjunta para los contratos de compraventa de unidades de reducción de emisiones después de 2010”.

Según la investigadora de Amigos de la Tierra Brasil Camila Moreno, en mayo 2010 se conformó la aparcería París-Oslo con el fin de promocionar los mecanismos REDD. [13]

En octubre de este año, la secretaria ejecutiva de la CMNUCC anunció el lanzamiento de una fase de preparación para proyectos REDD en los países en desarrollo en la próxima COP 16. Todo indica que en Cancún se cocinará “sí o sí” el acuerdo sobre los bosques.

La mercantilización del clima

A 10 años de su implementación, el mercado de carbono es un fracaso rotundo. Desde la firma del Protocolo en 1997, los 36 países industrializados signatarios han incumplido sus compromisos y las emisiones de GEI han aumentado casi 13 por ciento.

Estados Unidos, responsable de un cuarto de las emisiones mundiales, ni siquiera ha firmado el Protocolo. El 76 por ciento de las emisiones de carbono provienen de los países industrializados y “siguen aumentando”. [14]

En vez de “miti­gar” el calentamiento global, el mercado de carbono agravó el problema y retrasa aún más su solución porque ha permitido que los países con mayores volúmenes de emisiones eludan completamente sus compromisos ambientales.

En realidad, el comercio de “créditos de carbono” desincentivó a las grandes corporaciones de energía eléctrica, siderurgia, cemento, celulosa y papel y otros emisores de gases de efecto invernadero a mejorar sus procesos industriales y a invertir en energías renovables, afirma el especialista de Greenpeace Joris den Blanken.

“El comercio de carbono, con sus enormes subsidios gubernamentales, es justamente lo que el mundo de las finanzas y la industria querían. No va a hacer absolutamente nada respecto al cambio climático, pero con él mucha gente ganará un montón de dinero y se pospondrá la hora de la verdad”, critica el ambientalista James Lovelock.