“La industria alimentaria es una mafia criminal”

Desde 1900 hasta hoy, la humanidad ha perdido el 75 por ciento de su diversidad y la industria de alimentos solo privilegia las especies más fuertes. Petrini recuerda que cuando hubo una plaga que acabó con la especie de papa que se daba en Irlanda, se logró rescatar este alimento porque se utilizaron otras especies, pero si se descuida la diversidad y solo se fortalece la más fuerte, ya no habrá salvación.

El desperdicio es otro punto neurálgico. Actualmente se producen alimentos para 12.000 millones de personas cuando la población es de 7.000 millones. Hay un excedente de 5.000 millones pero 1.000 millones de personas no comen y entre el 45 y 50 por ciento de la producción de alimentos se va a la basura.

Falsas creencias

A Petrini le aterra que otro criterio para elegir la comida sea la estética, “si una zanahoria no se ve simétrica, entonces no se compra, esa es una lógica nazi fascista. Con la comida pasa como con las personas, solo pasan los bonitos”.

Es importante destacar que ahora la población gasta más en adelgazar que en comer. Para Carlo Petrini la ecuación es simple, “mientras más se ahorre en comida, consumiendo hidropónicos y transgénicos, más se gastará en servicios sanitarios y de salud”.

Finalmente, existen cuatro agentes de cambio con los que Slow Food considera importante trabajar: los indígenas, los campesinos, las mujeres y los jóvenes. “La gente que supuestamente está atrás en la escala social, será la que nos rescatará de la catástrofe cuando esta bomba explote”, concluye.