La dimensión de género en los mercados orgánicos

Por Alma Angélica Fuertes Jara, La Jornada del Campo, marzo de 2013

En 2009 la coordinación de la Red Mexicana de Mercados Orgánicos impulsó el desarrollo de un diagnóstico sobre la dimensión de género en la organización de los mercados. Con este fin, durante abril y mayo de ese año se realizaron tres talleres y una serie de entrevistas en los mercados de La Estación y Xochimilco, de Oaxaca, Oaxaca, y dos del Mercado Coatl, de Coatepec, Veracruz.

Este diagnóstico apuntaba a un doble propósito: analizar críticamente las relaciones de género que se viven en los mercados y reconocer factores –asociados a las dimensiones de género– que influyeron en “historias de éxito” de productoras participantes en mercados orgánicos. El primer propósito se siguió en la celebración de tres talleres participativos con duración de ocho horas cada uno y el segundo con entrevistas abiertas semi dirigidas a seis productoras.

Los talleres se orientaron a la revisión de los mensajes sobre lo que significa ser hombre y mujer que justifican relaciones no equitativas o –en su contradicción con las relaciones vividas– generan dolor o carecen de sentido. (Tales mensajes se recuperan mediante técnicas de introspección y se promueve una discusión colectiva sobre cómo influyen en nuestras actuales percepciones y relaciones cotidianas.)

Las mujeres estuvieron más dispuestas a hablar de sí mismas y los hombres realizaron ejercicios más abstractos. Por ello, y porque la mayoría de las participantes fueron mujeres, hubo más materiales para discutir sobre la feminidad.

Como resultado de los talleres, en Oaxaca no surgieron fuertes críticas a las relaciones intragenéricas, pues en la práctica hombres y mujeres estaban satisfechos con una forma relativamente tradicional de organizar el trabajo. En el mercado de Coatepec, se habló de la necesidad de cambiar las formas de ejercicio del liderazgo y fortalecer la participación de las mujeres en espacios de planeación y conducción. Asimismo se hizo evidente que se requiere una actividad más profunda de sensibilización para remover los estereotipos de género y las prácticas de dominación, que son parte de la problemática interna del mercado.

Un tema presente en todos los casos es la sobrecarga de trabajo de las vendedoras, pues son responsables de varias tareas en sus vidas cotidianas además del mercado, tareas que asumen solas por lo que están cansadas y estresadas, a veces incluso enfermas. Se propuso que el mercado estimule la participación de parejas, hijas, hijos y otros familiares. Ello, entendiendo que las estructuras familiares son diversas y que en ellas se dirime la distribución de las tareas, pero intentando educar y educarse en la corresponsabilidad y la solidaridad.

Asimismo, la presencia de los niños y las niñas en el mercado es actualmente asumida como un problema de sus madres que los llevan. Sin embargo se discutió y afirmó que es un derecho de madres y padres el convivir con sus hijos e hijas mientras trabajan, al menos en estos espacios que intentan ser alternativos. Por esta razón debe contarse en los mercados con espacios amables para el cuidado y esparcimiento de los hijos mientras los adultos trabajan. Se habló de que lo sustentable es que sean espacios familiares en donde se asume el bienestar de los y las niñas como un interés colectivo.

La idea planteada en dos mercados fue que tal enfoque familiar fuera propuesto y ofrecido también a las personas que compran, invitándoles a que asistan al mercado en familia, ofreciendo actividades recreativas para todos y todas, ya que los mercados son también espacios de convivencia, intercambio y aprendizaje.

Las entrevistas fueron un ejercicio profundo y conmovedor, cuya riqueza no es posible expresar en este espacio. Sin embargo, es claro que en ellas se dio cuenta de historias en las que –con muy diversos contextos– se mezclan factores de educación, personalidad, formas diversas de apoyo familiar y oportunidades emergentes (crédito, ventas, capacitaciones, etcétera) que permitieron a las mujeres crecer en sus actividades productivas y comerciales. Pero las mismas tensiones que salieron a la luz en los talleres, tales como los arreglos de género que penalizan la iniciativa femenina para emprender proyectos personales y las sobrecargas de trabajo de las mujeres en edad reproductiva, fueron obstáculos que estas mujeres exitosas debieron sortear con dosis importantes de perseverancia y valentía.