La dieta tradicional mexicana, elemento clave en la lucha contra la mala nutrición

Equipo multidisciplinario

Dada la importancia de la dieta tradicional mexicana, el Programa ha convocado a un equipo científico multidisciplinario, que desde hace más de seis meses trabaja en busca de fondos nacionales e internacionales para explorar el uso sostenible de especies subutilizadas.

Ha reunido a Edelmira Linares y Robert Bye, etnobotánicos del Jardín Botánico del Instituto de Biología (IB), quienes con su trabajo documentan y promueven la conservación de quelites, principalmente en cuatro zonas del país: Tarahumara, Tehuacán, Oaxaca y Milpa Alta.

Otro integrante del grupo es Luis Alberto Vargas, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), experto en cultura alimentaria, salud y alimentación, desde un punto de vista antropológico y con enfoque en la dieta tradicional.

En tanto, Gerardo Torres Salcido, del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias y Humanidades (CEIICH), con su participación aborda el tema de abasto de alimentos y estudios de la cadena de valor. Con un abasto correcto, comentó Gálvez, se tendría mayor variabilidad en el mercado.

En los supermercados, por ejemplo, sólo se comercia el jitomate saladette y bola, pero en México, centro de diversificación de este cultivo, existen alrededor de 15 variedades. “Los pequeñitos, los más sabrosos, sólo se venden en tianguis y mercados locales”.

Asimismo, las aportaciones de León Olivé y Martín Puchet, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF), han provocado que sus estudios de protección del conocimiento tradicional asociado al uso y aprovechamiento de las especies “olvidadas o subutilizadas” y su entorno, tengan un lugar importante dentro del grupo de trabajo.

La meta es proteger este conocimiento y explorar la posibilidad de que cualquier valor agregado se mantenga en las comunidades dueñas de este patrimonio cultural, en un sistema sostenible.

Acciones a favor

Las acciones de este equipo, en busca de una alimentación sostenible, se enmarcan en el Plan de Desarrollo 2011-2015 de la UNAM, que considera la focalización de los trabajos del PUAL en el combate a la mala nutrición.

“Es importante contar también con una buena educación alimentaria y hábitos correctos como hacer ejercicio y preparar alimentos de manera higiénica”. Este programa universitario organiza cursos en la materia, y desde hace ocho años, los imparte para el público en general, y también a profesionistas del ramo.

Para complementar lo anterior, este año se planea la realización de 18 cursos, de los cuales ya se han llevado a cabo seis, y de al menos dos eventos internacionales para promover la discusión del grupo, en torno a la problemática alimentaria y de la mala nutrición.

También, con el apoyo de la CUAED, se han ha realizado seis series de televisión con temas relacionados. “En diciembre se trasmitió La ciencia detrás de la industria alimentaria, y en los próximos días, se presentará Fitoquímicos, comer de colores”.

De igual manera, el PUAL recopila datos técnicos y realiza investigación con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para conocer los parámetros de calidad de maíces de uso comercial como el pozolero, proveniente de variedades nativas. “Son datos importantes para contribuir a su fitomejoramiento y promover su consumo”.

Finalmente, indicó que el objetivo primordial del PUAL para este año, y en especial del grupo multidisciplinario, es generar una serie de recomendaciones y guías para proponer el papel de la universidad pública en la lucha contra la mala nutrición y la pobreza en México.

Las Naciones Unidas, a través de la FAO, declaró al 2014 como Año de la Agricultura Familiar. Para México significa una oportunidad para impulsar la conservación no sólo de la biodiversidad, sino de la dieta tradicional mexicana, que se basa en una amplia variedad de verduras y frutas, concluyó.