La Crisis Alimentaria Golpea de Nuevo

De hecho, en el periodo 2007 y 2008 ya se vivió una crisis alimentaria profunda, con una subida del precio de los cereales como el trigo, la soja y el arroz, de un 130%, un 87% y un 74% respectivamente. Entonces, como hoy, diferentes fueron las causas indicadas, aunque destacaban el aumento de la producción en agrocombustibles y las crecientes inversiones especulativas en los mercados de futuros alimentarios. Pero este aumento del precio de la comida se estancó el año 2009, en parte, probablemente, debido a la crisis económica y la disminución de la especulación financiera.

A mediados de 2010, una vez apaciguados los mercados financieros internacionales, y con cuantiosas sumas públicas inyectadas a la banca privada, la especulación alimentaria golpeaba de nuevo y el precio de los alimentos volvía a subir. Para “salvar a la banca”, tras el estallido de la crisis financiera de 2008-2009, se calcula que los gobiernos de los países ricos aportaron un total de 20 billones de dólares para apuntalar al sistema bancario y rebajar las tasas de interés.

Con esta entrada de dinero, los especuladores se vieron incentivados para pedir nuevos préstamos y comprar mercancías que previsiblemente aumentarían rápidamente de valor. Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, etc. que causaron la crisis de las hipotecas subprime son, actualmente, los responsables de la especulación con las materias primas y el aumento del precio de la comida, aprovechándose de unos mercados globales de mercancías profundamente desregularizados.

La crisis alimentaria está íntimamente ligada a la crisis económica y a la lógica de un sistema que promueve, por ejemplo, unos planes de rescate en Grecia y en Irlanda, supeditando la soberanía de estos países a las instituciones internacionales como se supedita la soberanía alimentaria de los pueblos a los intereses del mercado.

Garantía o negocio

De hecho, siempre se ha dado una cierta especulación con el precio de los alimentos y esta lógica impera en el funcionamiento de los mercados de futuros, que, tal y como los conocemos actualmente, datan de mediados del siglo XIX, cuando empezaron a funcionar en Estados Unidos. Estos son acuerdos legales estandarizados para hacer transacciones de mercancías físicas en un tiempo futuro establecido previamente y han sido un mecanismo para garantizar un precio mínimo al productor ante las oscilaciones del mercado.

Para explicarlo en pocas palabras: el campesino vende a un comerciante la producción antes de la cosecha para protegerse de las inclemencias del tiempo, por ejemplo, y garantizarse un precio a futuro. El comerciante, por su parte, también, se beneficia. El año en que la cosecha va mal, el campesino obtiene buenos ingresos, y cuando la cosecha es óptima, el comerciante aún se beneficia más.

En la actualidad, este mismo mecanismo es empleado por los especuladores para hacer negocio aprovechando la desregulación de los mercados de materias primas, que fue impulsada a mediados de los años 90 en Estados Unidos y Gran Bretaña por bancos, políticos partidarios del libre mercado y fondos de alto riesgo, en el marco del proceso de desregulación de la economía mundial. Los contratos para comprar y vender comida se convirtieron en “derivados” que podían comercializarse independientemente de las transacciones agrícolas reales. Nacía, pues, un nuevo negocio: la especulación alimentaria.

Los especuladores, hoy, son quienes tienen más peso en los mercados de futuros, a pesar de que sus transacciones de compra y venta no tienen nada que ver con la oferta y la demanda real. En palabras de Mike Masters, gerente de Masters Capital Management, si en 1998 la inversión financiera con carácter especulativo en el sector agrícola era de un 25%, actualmente ésta se sitúa alrededor de un 75%. Estas transacciones se llevan a cabo en las bolsas de valores, la más importante de las cuales, a nivel mundial, es la bolsa de comercio de Chicago, mientras que en Europa los alimentos y las materias primas se comercializan en las bolsas de futuros de Londres, París, Ámsterdam y Frankfurt.

Un “depósito 100% natural”

El 2006/2007, inversores institucionales como bancos, compañías de seguros, fondos de inversión, entre otros, tras la caída del mercado de créditos hipotecarios de alto riesgo en Estados Unidos, buscaron lugares más seguros y con mayor rentabilidad, como las materias primas y los alimentos, dónde invertir su dinero. En la medida en que el precio de la comida subía, aumentaban las inversiones en los mercados de futuros de alimentos, empujando el precio de los granos al alza y empeorando la inflación en el precio de la comida.