La causa número uno de salud, la causa número uno de enfermedad

La diferencia entre estas células mutantes avanzando por un camino desbalanceado de destrucción que conlleva a la enfermedad o en balance, depende enteramente de nuestro sistema inmune.

El sistema inmune falla en curarnos cuando este modelo está desbalanceado. El cáncer puede ser nuestra mayor oportunidad de restaurar el balance en todos los aspectos de la vida, pero también puede ser el mayor presagio de severos traumas y sufrimiento. De cualquier manera siempre estamos en control de nuestro cuerpo.

El cuerpo humano requiere de cierta cantidad de energía que sustente la vida. Podemos usar esta energía inherente de forma nutritiva y autosustentable o destructiva y debilitante. En caso de que consciente o inconscientemente elijamos negligencia o auto-abuso sobre atención amorosa y auto-respeto, nuestro cuerpo terminará peleando por su vida.

El cáncer es una de las formas como el cuerpo intenta cambiar la forma en que nos vemos y tratamos, incluyendo nuestro cuerpo. Esto incluye inevitablemente una reflexión sobre salud espiritual, que juega al menos un rol tan importante en el cáncer como las razones físicas y emocionales que lo provocan.

El cáncer parece ser altamente confuso y un desorden impredecible. Parece que golpea a las personas muy felices y a las tristes, a los ricos y a los pobres, a los fumadores y a los no fumadores, a los sanos y a los no tan sanos. La gente de todos los ambientes y ocupaciones puede tener cáncer. De todas formas, si nos atrevemos a mirar detrás de la máscara de sus síntomas físicos, como el tipo, apariencia y comportamiento de las células cancerígenas, encontraremos que es cáncer no es tan coincidente o impredecible como parece ser.

¿Qué hace que un 50% de las poblaciones occidentales tengan tanta tendencia a desarrollar cáncer, cuando la otra mitad no está en riesgo para nada? Culpar a los genes es una excusa para encubrir la ignorancia de las causas verdaderas. Además, cualquier buen investigador genético te diría que esa creencia carece de lógica  y no es científica.

El cáncer siempre ha sido una enfermedad extremadamente rara, excepto en las naciones industrializadas durante los últimos 50 años. Los genes humanos no han cambiado significativamente por miles de años. ¿Por qué cambiarían tan drásticamente ahora, y de pronto decidir matar a tantas personas? La respuesta a esta pregunta es sorprendentemente simple: Los genes dañados o defectuosos no matan a nadie. ¡El cáncer no mata a una persona afectada!

Lo que mata a un paciente de cáncer no es el tumor, sino las numerosas razones detrás de las mutaciones celulares y el crecimiento de tumor. Estas causas deberían de ser el centro de cada tratamiento de cáncer, aun así la mayoría de los oncólogos las ignoran. Conflictos constantes, culpa y vergüenza, por ejemplo, pueden paralizar las funciones más básicas del cuerpo, y llevar al crecimiento de un tumor cancerígeno. El cáncer, la enfermedad física, no pueden ocurrir, a menos que haya una corriente fuerte de incomodidad emocional y una frustración muy asentada.