La batalla por el maíz

Eso nos puede dar como país una plataforma muy importante. Si en un momento el gobierno permite la siembra de MMG, y hay que hacer trabajos de trazabilidad (seguimiento de contaminación OGM en ecosistemas o la cadena de producción), eso nos va a imponer más costos.

No sólo es la contaminación entre parcelas, es el tema de transportación, ese camión o esa tolva, ¿cómo se va a separar? Luego están los silos, las bodegas planas… ¿Cómo garantizar que cuando entre el maíz al almacenaje se separe adecuadamente? Son costos muy importantes”.

Al respecto, Sarukhán explica por qué ese costo existe: “Una de las obligaciones de Cibiogem era tener monitoreo pagado por la industria… ahora tenemos ya metidos materiales transgénicos en las poblaciones silvestres de algodón.

No tenemos capacidad de control por mucho que lo digan, por la forma en que se mueven las semillas en este país…”. Quien ha realizado el estudio más completo hasta ahora de la contaminación de maíces modificados genéticamente en México es Flor Rivera López, investigadora de la UNAM. Desde 2002 ha analizado plantas de maíz buscando evidencia de contaminación genética.

Era necesario ir a poblados aislados, donde aún se cultivara sin pesticidas. “En 2005 los campesinos de los valles centrales de Oaxaca denunciaron deformaciones nunca antes vistas en las comunidades que creían que eran resultado de la contaminación [genética] encontrada en 2003.

En 2010 muestreé mil plantas, 500 deformadas y 500 normales, que habían crecido en las mismas condiciones ambientales, para ver si había una mayor frecuencia de presencia de proteínas en las deformes que en las normales…”.

Comenta que los ancianos, que han cultivado maíz toda su vida y conocen las deformaciones promedio, nunca habían visto algo así. Se encontró un promedio de 18% de contaminación genética en las plantas de maíz de los valles centrales, si 5-6% era ya alto, esto era inaudito.

Era estadísticamente significativo para sugerir que la presencia de los transgenes aumentaba la susceptibilidad a la deformación. Insisten Bolívar Zapata y AgroBio: los riesgos son manejables, pero cualquier experto en riesgos sabe que hay distintos tipos de riesgos y los imprevistos, y todos tienen costos.

Nicholas Nassim Taleb, reconocido experto en evaluación de riesgos y autor de El Cisne Negro, se ha interesado en los riesgos de los OGM y publicó recientemente un paper3 con otros expertos.

Concluye que “los OGM representan un riesgo público de daño global, mientras que la energía nuclear es comparativamente limitada y mejor caracterizada. El principio precautorio debe ser usado para prescribir severos límites a los OGM”.

Cuando se aprobó en 2005 la Ley de Bioseguridad, el principio precautorio, fundamento del Protocolo de Cartagena, fue diluido, gracias al cabildeo de AgroBio y de Bolívar Zapata, quien además comentó que espera que en la reforma al campo que prepara el gobierno federal, se incluyan nuevas reformas pro OGM, “el reglamento [de la Ley de Bioseguridad] es muy inadecuado, debe modificarse para ser más flexible… Nosotros estábamos proveyendo la información de las diferentes empresas a favor de esto…”.

El Congreso de Estados Unidos se está preocupando ante la supervisión de riesgos de los OGM. Su Oficina de Rendición de Cuentas (GAO) está investigando cómo la FDA y la USDA están vigilando la seguridad a largo plazo de los OGM en el medio ambiente y en la cadena alimenticia.

Esta acción viene impulsada por el senador Jon Tester, quien se queja que el Marco de Regulación de Biotecnología, el fundamento para la regulación y aprobación de cultivos y alimentos con OGM, tiene ya 30 años, y no refleja análisis más avanzados en el estudios de alimentos y de ecosistemas.

Uno de los temas que se revisará fue el de la polinización de cultivos transgénicos a otros, ya que especialmente esa contaminación afecta a cultivos orgánicos. Este problema ya ocurrió en Campeche, Quintana Roo y Yucatán cuando la producción de miel orgánica fue contaminada con polen de soya transgénica.

Los productores indígenas mayas tuvieron que demandar a la Sagarpa y Semarnat por dar permisos de cultivo a Monsanto. Un juez anuló en julio de 2014 ese permiso, que le costó millones en exportaciones a Europa. El gobierno federal siempre litigó contra los productores.

El antropólogo Eusebio Dávalos afirma que en México existen al menos 700 formas de comer el maíz. La complejidad de la gastronomía indígena se sumó al aporte europeo, y creó una de las cocinas más sofisticadas.