La batalla por el maíz

Su reporte de 2014, By The Numbers, explica cómo las prácticas agroecológicas están incrementando rendimientos en todo el planeta. Utilizando sistemas agrícolas integrales, donde se producen granos, frutas, vegetales y productos animales, se produce hasta 10 veces más que con monocultivos.

Nierenberg dice que imaginemos que ahora le sumamos a esos sistemas agroecológicos complejos la asistencia de sistemas de información vía internet. ¿Y si agregamos tecnologías no invasivas como riego por goteo inteligente como hacen en Israel? La milpa del siglo XXI está a la vuelta de la esquina, pero el establishment semillero industrial sigue casado al monocultivo no sólo agrícola, sino de la mente, como explicó Vandana Shiva en su visita a México.

Ella dice que es el tiempo de semillas opensource, sin copyright. Afirma que hay dos movimientos que se están uniendo: el de la libertad de información en internet y el de la libertad de semillas.

Todo es software, y ese diseño debe ser abierto, accesible, como ha sido por siglos. Si los comunes se cierran, se cierran no sólo los recursos, sino la democracia. Generalmente, cuando quienes deciden políticas públicas hablan de incrementar la productividad en el campo para terminar con el hambre y la pobreza, son las compañías multinacionales las que tienen la prioridad.

Pero esta ecuación olvida el centro del problema de la política agraria: en México 75% del maíz cultivado es criollo, generalmente en superficies menores a cinco hectáreas y, excepto un pequeño porcentaje, este país es autosuficiente en maíz blanco.

El campo mexicano puede ser más productivo, claro, pero no será el modelo lineal agrario industrial el que lo logrará, será un enfoque de complejidad. En primer lugar, el centro y el sur del país no son geografías iguales a la del norte, y en segundo, los campesinos del centro y del sur quizá no dirán que les urgen primero los transgénicos, sino bodegas, mejores carreteras y ferrocarriles, créditos más accesibles, seguridad contra el narco…

Durante los últimos nueve mil años civilizaciones surgieron y cayeron en el territorio que hoy es México, pero siempre persistió la misma columna vertebral: la milpa y el maíz.

Pero el siglo XXI no será un siglo común, según Conapo seremos en 2020 casi 130 millones de habitantes y en 2030 casi 140 millones. El informe RUSI pronostica que el norte del país verá aumentos de temperaturas de hasta cuatro grados en este siglo.

¿Cómo sobrevivir a los cambios que vienen? El petróleo ya se está terminando, y podremos remplazarlo con otras muchas fuentes de energía, pero si el maíz genéticamente modificado es impuesto y erosiona el germoplasma del que México es centro de origen global, y la diversidad de maíces criollos se va extinguiendo… ¿qué será no sólo del maíz y nuestra cultura, qué será de la sobreviviencia?

¿Ha analizado el CISEN acaso escenarios de conflicto si el experimento de OGM ecológico-social sale mal? ¿Ha calculado Hacienda la pérdida para las industrias afectadas por la contaminación transgénica, como la exitosa agricultura orgánica mexicana?

La demanda  de productores de la miel orgánica en Yucatán contra el gobierno federal fue ilustrativa. ¿Ha pensado Conaculta qué pasaría si la UNESCO quita la Declaratoria de Patrimonio a la cocina mexicana? Cristina Barros explica: “Yo recomendaría que aprendieran a reconocer la riqueza que tenemos.

Este país no es más pobre y ha resistido durante milenios gracias al maíz… que valoraran lo que significa tener 60 razas y 22 mil variedades del cereal más productivo del mundo, ya tenemos las respuestas al cambio climático.

Hablamos de siete mil años de intercambio permanente de semillas entre campesinos, que se den cuenta del panorama que se viene si se privatizan las semillas a favor de un puñado de empresas: nos tendrían de rodillas frente a ellos por un plato de maíz, de tortillas…”.

El futuro que advierte Cristina Barros no tiene por qué ocurrir, hay otros posibles. La dirección del viento se siente: Walmart anunció que incrementará su espacio de venta a productos orgánicos, es la principal cadena de supermercados en México.

Y un producto para ser certificado como orgánico debe estar libre de ingredientes con OGM. Walmart es inteligente: ha observado que las ventas de orgánicos crecen más rápido que las de alimentos industriales en Estados Unidos y Europa.