Investigan universitarios origen del epazote y su diversidad genética

Por Boletín UNAM-DGCS-304, 24 de mayo de 2014.

• No sabemos si se trata de una planta domesticada o no, señaló Rafael Lira, de la FES Iztacala • Hay quien ha reconocido variedades y subespecies; para los universitarios se trata de una sola especie, con variabilidad, pero eso será verificado, abundó Daniel Piñero, del IE • Se realizará un análisis morfológico y genético; también participa el Instituto de Biología

Un equipo multidisciplinario e interinstitucional de científicos universitarios investiga el epazote (Dysphania ambrosioides), especie ampliamente conocida en México por su uso como condimento en la cocina regional y como planta medicinal, eficaz para contrarrestar parásitos intestinales; se pretende determinar la distribución de la diversidad genética y el posible centro de origen.

Daniel Piñero, del Instituto de Ecología (IE), y Rafael Lira, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, explicaron que, en principio, se piensa que se trata de una planta mexicana, porque tiene un nombre derivado del náhuatl (epazotl, hierba olorosa), se utiliza desde tiempos prehispánicos y al parecer es el país donde más se usa.

Se distribuye de Norteamérica a Sudamérica, aunque se piensa que las poblaciones más al norte son introducidas, mientras que las del sur son nativas y que es naturalizada en las regiones tropicales y cálido-templadas.

También se ha propuesto que su distribución se habría extendido debido a la acción humana, pero ninguna de esas hipótesis está fundamentada en estudios modernos. “No sabemos si se trata de una planta domesticada o no, es decir, si se ha realizado ese proceso que filtra algunos atributos para dejar otros que son de interés para los humanos. La idea es encontrar eso”, señaló Lira.

Es complicado saber si su reparto en el continente se debe a variaciones que le permiten soportar toda una gama de climas o a que los humanos, sin tener conciencia de ello, han generado condiciones para que crezca, sin cultivarla, con tan sólo abrir caminos o seleccionar las variantes más resistentes.

Para Daniel Piñero su distribución continental es natural; para Lira, es antropogénica. “Tenemos dos hipótesis que vamos a tratar de corroborar”, reiteraron.

Hay quien ha reconocido variedades y subespecies; para los universitarios se trata de una sola, con variabilidad, pero eso también será verificado.

Para ello, en la indagación, que tendrá una duración de dos años, se realizará un análisis sobre la variabilidad de la especie (tanto morfológica como genética) y se estudiarán redes de haplotipos (variantes en las secuencias de ADN).

La investigación morfométrica permitirá evaluar las propuestas taxonómicas sugeridas para esta especie, ya sea en subespecies, variedades o formas.

Aunque la información morfológica es la más importante en la que se han basado estas clasificaciones, la combinación de este tipo de datos con información genética, reproductiva y de algún otro tipo, así como el uso de métodos analíticos diversos es lo que aporta los mejores resultados.

Esta combinación es la que ha sido utilizada para implementar el término de gene pool o acervo genético (basado en el concepto de especie biológica) y ha sido aplicado para representar, mediante un esquema de clasificación, las distintas relaciones existentes entre las plantas domesticadas y sus parientes silvestres, explicaron los científicos.

Hierba olorosa

Conocida con al menos 15 nombres comunes en lenguas indígenas, esta “hierba olorosa” posee aceites esenciales, causantes de su aroma y sabor, contenidos en glándulas que tienen valor filogenético y taxonómico en la familia Chenopodiaceae y que delimitan un grupo de especies en el género Dysphania.

El epazote crece como planta precursora en la vegetación secundaria y comúnmente asociada a cultivos y a caminos. Se produce comercialmente en el norte y centro de México y ha sido introducida en varias partes del mundo; sus semillas se comercializan en varios países.

Por no tener un alto interés comercial, no ha sido estudiada. El único antecedente es un trabajo reciente realizado en Santa María Tecomavaca, Oaxaca, una comunidad rural dentro de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, ubicada entre Puebla y Oaxaca, donde Isabelle Blanckaert, estudiante belga del doctor Lira, a través de evidencias etnobotánicas, morfológicas, fitoquímicas y moleculares, encontró variantes morfológicas y genéticas asociadas con un gradiente de intensidad de manejo tradicional.

El hallazgo de tales variantes, algunas con mejor sabor y menores proporciones de compuestos químicos de defensa, sugiere la existencia de un proceso de domesticación incipiente en esa región de México. Ese trabajo inspiró el proyecto actual, informó el etnobotánico.