Insectos, Plantas y Transgénicos

Por Antonio Monjarás

Muy pocos conocemos o somos conscientes de que no hay status o niveles entre todas las especies que habitamos la tierra. Animales, plantas, insectos, hongos y bacterias somos parte de un todo que de manera armónica teje la trama de la vida. Los ecosistemas funcionan gracias a relaciones estrechas, que aunque pequeñas, resultan vitales para dar paso a lo vivo y tangible, relaciones casi tan viejas como la tierra misma.

De todas estas relaciones consideramos una peculiarmente fantástica, hablamos de la íntima relación entre insectos y plantas; existe una teoría que explica que las plantas con flores aparecen justo después que los primeros artrópodos o insectos pueblan la tierra hace ya 400 millones de años. ¿Coincidencia o certeza? No, pues todas las plantas con flores evolucionaron para con los insectos, creando íntimas relaciones, a tal grado que existen plantas con polinizadores específicos, por lo tanto si uno desaparece el otro también. Veamos el ejemplo de esta peculiar orquídea de Madagascar Angraecum sesquipedale, la cual posee un espolón de 25 a 35 centímetros, para ser polinizada debía existir un insecto que pudiera llegar hasta el interior de este espolón y así pudiera darse la polinización, para esto se encontró una polilla Xanthopan morganii praedicta con un estilete de esa longitud, a continuación presentamos la imagen de estas dos especies gracias al dibujo de Russel Wallace, quien siguió las predicciones de Charles Darwin.

Imagen de la polilla Xanthopan morganii praedicta

 

Imagen de la orquídea Angraecum sesquipedale

Imagen de Xanthopan morganii praedicta polinizando a Angraecum sesquipedale

A este proceso se le conoce como coevolución, el cual dio paso a la polinización, un proceso de vital importancia del cual homo sapiens depende casi en su totalidad, pues de este proceso reproductivo resulta la semilla y es bien sabido que la semilla es alimento para todos. Todas las semillas que son obtenidas gracias a la polinización abierta o natural son el resultado de un proceso mucho más antiguo que la humanidad, son identidad de los pueblos y biodiversidad.

Cuando hablamos de semillas rápidamente podemos asociar este concepto con la palabra agricultura, pues este proceso nos ha acompañado desde los inicios de las primeras sociedades. Por ejemplo, en la agricultura ecológica el proceso coevolutivo recobra importancia, pues una de las principales metas en este proceso productivo es lograr una convivencia armónica entre plantas, insectos, medioambiente y ser humano, para así evitar recurrir a procesos poco amigables con el medioambiente y salud humana, es decir que si en el huerto existe un equilibrio entre todos los procesos involucrados en el manejo de la producción de alimentos, no habrá necesidad de recurrir a la aplicación de biocidas de síntesis química. Sin embargo existen otras corrientes en la agricultura que prometen mejores resultados, con la utilización de paquetes tecnológicos que incluyen herbicidas, insecticidas y semillas “mejoradas”. Y con esto, el proceso coevolutivo puede ser truncado.

El problema es que nos hemos creído dueños de todo lo que habita la tierra abusando de nuestra “supuesta” superioridad, creando procesos aislados de la funcionalidad armónica de la naturaleza como lo son las semillas transgénicas que están lejos de ayudar con los verdaderos problemas del campo pues sólo los empeoran con monopolio, dependencia y pérdida de biodiversidad. Una semilla que ha sido creada en un laboratorio no posee las mismas características de aquellas que han interactuado durante millones de años en el ecosistema, su adaptabilidad no es viable en comparación con las semillas autóctonas. Pues las condiciones en los laboratorios están lejos de imitar a los procesos en el ecosistema.

La interrogante es: ¿Estamos preparados para saltarnos el proceso coevolutivo?