Grupo México lo que toca lo pudre; ha dejado una estela de muertos y daños ambientales

Ante este panorama, la organización civil exige la disolución de ese grupo: Es una empresa depredadora que debe desaparecer. Está probado históricamente que Grupo México no va a cambiar. Los mineros siguen muriendo por las mismas razones desde 1908. Y los desastres ecológicos son los mismos. Es la repetición del delito, porque nunca lo han sancionado realmente, más que con multas ridículas. Cuando un Estado no castiga, bendice.

Las multas de 8 mil a 180 mil pesos que le han impuesto las autoridades a Grupo México por ocasionar desastres ecológicos o no cumplir las normas de seguridad en sus minas contrasta con la demanda interpuesta en Estados Unidos por mil millones de dólares por contaminación con asbestos, y la limpieza de 20 áreas contaminadas.

Desastres ecológicos

Al derrame tóxico en el río Sonora se une la emergencia ambiental en el arroyo La Cruz, donde la empresa Proyecto Magistral derramó alrededor de 2 mil metros cúbicos de agua con cianuro en una mina del municipio El Oro, en Durango.

Además, está la fuga de petróleo crudo de un oleoducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) provocada por una toma clandestina, a 15 kilómetros al sureste de la refinería en Cadereyta, que provocó la contaminación de varios kilómetros del río San Juan y la amenaza de daño a la presa El Cuchillo, que abastece de agua a Nuevo León.

Esto es el prólogo de lo que viene con la reforma energética. Si se castiga a Grupo México, Pemex y las otras empresas causantes de desastres ecológicos, los inversionistas depredadores que están anotados la van a pensar; pero si no, lo que nos espera es peor, señala Auerbach Benavides.

Caminar por el margen del río San Juan es encontrar la degradación de flora y fauna. Los peces y las aves cubiertos por el líquido negro mueren lentamente. Un total de 164 especies de aves, peces, reptiles, anfibios y mamíferos están en peligro por el derrame de crudo.

Pemex intentó ocultar el derrame los primeros días, pero luego fue imposible, por la cantidad de kilómetros contaminados. Emitió un comunicado el día 17 de agosto, pero sin mencionar que el derrame había alcanzado al río San Juan.

Después de siete días, no sabemos si fue un combustóleo, un crudo, gasolina, mezcla. Las autoridades dicen que fue un intento de ordeña, pero no nos enseñan la toma clandestina. Entonces no sabemos si fue negligencia, sabotaje o falta de control. Deberíamos saberlo. ¿Por qué se quemaron 50 hectáreas alrededor de la fuga? ¿Qué intentan ocultar?, dice en entrevista Guillermo Martínez Berlanga, director del Comité Ecológico pro Bienestar.

Durante 25 años de lucha, este ecologista amenazado de muerte por depredadores ambientales privados y públicos denuncia que las terribles consecuencias de la contaminación del río San Juan son impredecibles aún: “Si se contamina El Cuchillo, Monterrey se verá en graves problemas de abastecimiento de agua potable. El corazón de la zona metropolitana y de la agricultura en Nuevo León se llama cuenca del río San Juan, ahora contaminado. Lo que ha hecho Pemex es un ecocidio en todas sus dimensiones”.

Pemex mantiene bajo reserva información trascendental, como la cantidad de kilómetros exactos contaminados del río y una acequia afectada. Nadie sabe la magnitud de la catástrofe, nadie sabe el volumen, nadie ha hablado de los millones de toneladas de hidrocarburo o los millones de metros cúbicos de crudo; es un secreto de Estado de Petróleos Mexicanos. Entonces, tenemos daños ambientales, daños en la salud y en los acuíferos. Y por otra parte, impunidad. ¿Quién castiga a Pemex?

Para el ecologista, la tibia y a veces nula respuesta de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) fomenta la impunidad y la repetición de los ecocidios: El Grupo México siempre se pasa la ley ambiental por el arco del triunfo, mientras en Estados Unidos multan con 600 millones de dólares a Asarco, aquí no lo tocan ni con el pétalo de un citatorio.

A Martínez Berlanga no le cabe duda que el futuro será peor: “Estos ecocidios demuestran que México no está preparado para la reforma energética, porque si el gobierno no puede controlar la fuga de Pemex o la contaminación de Grupo México, menos podrá con las trasnacionales 10 veces más poderosas y con mayor poder corruptor”.