El sistema de cultivo norteamericano se debilita por los transgénicos y el monocultivo

En ninguna región crece el rendimiento del trigo transgénico, subrayando una vez más que el incremento en los rendimientos en los últimos años no depende de las tecnologías de modificación genética y que las tecnologías utilizadas en Europa están mostrando una mayor productividad que en los Estados Unidos.

Baja diversidad genética en los cultivos estadounidenses

A pesar de su tamaño, los agroecosistemas de los Estados Unidos tienen niveles muy bajos de diversidad genética, con el 80 al 85% del maíz, por ejemplo, basado en la modificación del citoplasma T, en la década de 1980. Muchos cultivos básicos han visto disminuir las variedades anteriormente existentes. Como señala la FAO, China pasó de poseer 10.000 variedades de trigo en 1949 a 1000 en 1970, mientras que los Estados Unidos ha perdido el 95% de las variedades de coliflor, el 91% de las variedades de maíz, el 94% de las del guisante y el 81% de las variedades de tomate que poseía el siglo pasado.

Las fuerzas económicas y legislativas siguen promoviendo la uniformidad. La política agrícola de los Estados Unidos afecta a la sostenibilidad: en la innovación ( con la aplicación y desarrollo de las licencias y derechos de propiedad intelectual); y las subvenciones públicas.

Las subvenciones aumentan con una mayor superficie de cultivo, con lo que se promociona el monocultivo. Esto supondría una reducción en el coste del control de plagas, en la cosecha y la mecanización, lo cual también ha sido el impulsor de los cultivos transgénicos.

Con los enormes subsidios agrícolas otorgados a las explotaciones agrícolas, los Estados Unidos pueden vender los cultivos básicos como el maíz, el trigo, el azúcar y la leche a un 73, 67, 44 y 61% del precio de coste en el mercado mundial, lo que probablemente socave la aparición de más sistemas sostenibles de producción. La baja diversidad en los cultivos ha llevado históricamente a una incertidumbre en la producción de alimentos y en los precios.

La enorme producción a la que han llegado los cultivos básicos ha supuesto en contra una reducción en las variedades de semilla de las que pueden disponer los pequeños agricultores y los agricultores más pobres, así como los agricultores de producción ecológica. Mientras, los cultivos básicos son utilizados a gran escala por las industrias no alimentarias, utilizándose para producir cosméticos o medicamentos, por ejemplo, desodorantes, antibióticos, tabaco, combustibles, pastas y adhesivos, productos textiles, materiales de construcción o disolventes, entre otros.

El control que ejercen las grandes Corporaciones sobre estos cultivos tiene consecuencias más allá de las fronteras nacionales. Los Estados Unidos ha pasado de un sistema basado en el ahorro y el intercambio público de semillas entre grandes y pequeños agricultores en el siglo XIX, a uno basado en las patentes y la protección de las patentes de las distintas variedades, semillas que no pueden guardarse para la próxima plantación.

La aparición de variedades híbridas en la década de 1970, con su consiguiente patente biológica y sin que los rasgos se transmitan a las siguientes generaciones, ha dado el control de las semillas a las grandes empresas, que mantienen la patente legal sobre las mismas. Esto ha llevado a la desaparición de muchas empresas de semillas a pequeña escala… Las patentes sobre los cultivos transgénicos están ampliando esta tendencia. Reservar semillas de soja era algo común hasta que aparecieron los cultivos modificados genéticamente, que quedaron bajo el control de las patentes en la década de 1990.

Esta concentración en manos de las Empresas conduce a una pérdida en la agrodiversidad. La epidemia de tizón en la hoja de maíz de 1970 es un claro ejemplo de la falta de diversidad genética, lo que supone un riesgo para la seguridad alimentaria, dejando al descubierto los peligros y la insostenibilidad de la práctica del monocultivo y la uniformidad genética.

¿Qué ha pasado con la diversidad de semillas como resultado del desarrollo de las innovaciones agrícolas en los Estados Unidos? Si miramos el catálogo que Monsanto envió al Departamento de Justicia ante la investigación por la investigación antimonopolio de la industria de semillas de Estados Unidos, el equipo de Heinemann analizó el número de variedades de semillas que se ofertaban.

Encontraron que la base genética del maíz era mucho más estrecha que lo que parecía en principio por los nombres y números que tenían asignados. Hay una única variedad de maíz, Redd Dent Yellow, que supone el 47% de la reserva genética que se utiliza para crear variedades híbridas. El germoplasma se limita a 7 líneas puras de donde salen casi todo el maíz estadounidense. Hallazgos similares se han observado en las variedades de soja, con una disminución del 13% entre 2005 y 2010 en el número de variedades que se pueden cultivar.